duare: (hd shower)
[personal profile] duare
Título: Lo que menos te esperabas
Autor: [livejournal.com profile] duare
Fandom: Harry Potter
Personaje/Pairing: Harry/Draco
Prompt: #049 Club
Rating: R
Resumen: Nunca sabes lo que te puede deparar un noche si Fred y George andan de por medio.
Advertencias: prostitución, lenguaje adulto, referencia sexuales
Notas de Autor: Fic express de última hora que escribí en navidades para el amigo invisible de [livejournal.com profile] la_torre. Me sabe fatal no poderlo alargar más, aunque quien sabe... Lo subo ahora que ya lo he repasado y me lo han beteado (gracias gaia_naturae) para [livejournal.com profile] fanfic100_es
Total Palabras: 4254
LDT: TABLA 



Harry Potter tenía las ideas muy claras respecto a su vida: mantenerse vivo, destruir horcruxes mientras se mantenía vivo y matar a Voldemort una vez se hubiera cargado los dichosos horcruxes.

Tras ese punto, nunca se había a parado a pensar qué vendría. No es que no quisiera pensar que su vida no pasaría de ese momento, pero en fin... era mejor no hacerse ilusiones.

Con todo eso, cuando se destruyó el último cachivache de Voldemort, como prefería llamarles Ron –más que nada porque el nombre real nunca le salía hasta el tercer intento-, Harry continuaba vivo, y cuando llegó la última batalla y consiguió terminar con Lord Voldemort manteniéndose vivo, su primera reacción fue más de “¡mierda! ¿Y ahora que hago yo?” que la típica alegría esperada o quizás una pataleta en plan “¡soy el rey del mundo! (o en su defecto, el mago más poderoso)”.

Sea como fuere, la cuestión era que Harry Potter había sobrevivido, con 19 años de edad tenía el mundo a sus pies y sin embargo ya no tenía las cosas tan claras. La guerra cambia a las personas, y Harry no era una excepción. Sólo que aún no sabía muy bien el cómo. Pero tenía tiempo, toda la vida por delante de hecho, así que no pensaba preocuparse. Iba a pasar el resto de su vida disfrutando de todo lo que pudiera tener a su alcance.

Y así es como había llegado a la situación actual. La guerra había terminado hacía unos tres meses, y lo cierto era que entre una cosa y otra Harry aún no había podido celebrar la victoria como era debido.

Ahí era donde entraban los inigualables gemelos Weasley. Harry había pasado gran parte de la guerra con ellos y casi podía atreverse a decir que actualmente se sentía más cercano a ellos que a Ron y a Hermione, quienes desde que habían empezado a salir juntos eran inseparables hasta llegar a empalagosos. El único problema era que Fred y George, eran... simplemente Fred y George. Y eso ya de por sí comportaba grandes problemas.

La idea de divertirse que tenían los gemelos era algo que seguía fascinando a Harry. Tan pronto se ponían de polvo de hadas hasta el culo (literalmente) y terminaban volando desnudos en escobas voladoras sobre Picadilly Circus, como pintaban de color fucsia el Big Ben. Ahora que todas las preocupaciones habían terminado –no que ellos hubieran estado nunca realmente preocupados, claro está, pero se moderaban por la familia y esas cosas-, los más alocados de los Weasley parecían no tener fin en sus descabelladas aventuras, y Harry estaba más que contento en vivirlas con ellos.

Hasta ese momento.

- Explícamelo de nuevo Fred, –dijo Harry, frotándose las manos tratando así de disipar el frío- ¿por qué demonios hemos tenido que venir a esta ciudad, en la que debo añadir, hace un frío que mata, para tomar algo en un club cuando Londres está lleno de ellos?

- Pero Harry, es que no lo terminas de entender… – comenzó a decir Fred.

- No hemos venido hasta la vieja Europa... –continuó George, casi en una tonadilla, algo que Harry odiaba puesto que siempre se terminaba perdiendo y no sabía quien decía qué de los dos.

- A la bella, noble, y como tu bien has dicho, fría, Praga...

- Sólo para tomar un simple trago en un club cualquiera...

- ¿Ah, no? –preguntó algo perdido Harry, mirando de George a Fred, o viceversa.

- ¡Claro que no! Charlie pasa mucho tiempo en Praga, y nos ha hablado muy bien de este club- aclaró Fred.- Por eso estamos aquí, además... Tómatelo como nuestro regalo de celebración por terminar con el viejo Voldie.

- Tienes una ronda gratis de nuestra parte –concluyó con un guiño George.

Harry simplemente sacudió la cabeza. Cualesquiera que fuera el misterioso club, ya podía valer la pena... ¡Merlín que frío! Pensó, al tiempo que se subía más el cuello del abrigo.

Minutos más tarde, después de cruzar el Moldavia desde Staré Mêsto a Malá Strana, o al menos eso le explicó George, quien llevaba el plano de la ciudad, se acercaron a un estrecho y viejo puente, de aspecto descuidado que extrañamente no parecía llevar a ningún lugar.

-Bien, ya estamos aquí –anunció George triunfal-, la entrada al barrio mágico de Praga, la isla que no sale en ningún mapa muggle y que sólo puede ser hallada con uno de estos localizadores mágicos, es un poco como los cacharros esos muggle, PSG, SPG... ¿GPS? Como sea... ¿Ingenioso, verdad?

- ¿Isla mágica? ¿Cómo en Peter Pan? ¿Irán todo con mallas verdes? –preguntó emocionado Fred.

- No Fred, sabes perfectamente a que me refiero, estabas allí cuando nos lo explicó Charlie –respondió George-. Aunque no te preocupes, que lo de las mallas verdes estoy seguro que puede ser arreglado...

-Seguro que sí –canturrearon ambos gemelos a la vez con una sonrisa de oreja a oreja, provocando un estremecimiento en Harry. Si Voldemort hubiera fichado a esos dos, seguramente no hubiera perdido la guerra.

- Ehhh... Sí, bueno... ¿Qué tal si vamos pasando, chicos? Hace un frío que pela –comentó Harry, tratando de no sorprenderse cuando la nube de vapor que se condensaba por su respiración formaba extrañas figuras que en vez de desvanecerse, revoloteaban a su alrededor.

- Sí, claro, claro... Bienvenidos a Nádhernýá ostrov, la Isla Magnífica, y ahora sólo los que saben la contraseña pueden pasar. –Ante lo cual, George sacó su varita, y con un suave movimiento de muñeca pronunció las precisas palabras... -¡Melón!

Ante la estupefacción de Harry, quien estaba a punto de protestar sobre que mierda de contraseña era esa, el extraño y viejo puente pasó de ser extraño y viejo, a sólo extraño, apareciendo de la nada una puerta. Fred, quien rápidamente ya se había encaramado al puente y no paraba de reírse repitiendo una y otra vez: “¡Melón! Que bueno, tío...”, los instaba a seguirlo, y en un abrir y cerrar de ojos, Harry se encontraba en dichoso puente, flotando sobre el aire, desplazándose hacia la puerta a una considerable distancia. Puente y puerta parecieron acoplarse, abriéndose esta para dejar ver unas estrechas callejuelas enmarcadas por coloristas casas y edificios, y gran ajetreo por las calles de gente en capas y puntiagudos sombreros.

Vaya, pensó Harry, aquí todos visten como magos... No como en Diagon Alley... Y por lo que parece no notan el frío. Cosa que Harry dedujo por la gran cantidad de gente que había a esas horas de la noche por la calle, y obviamente dedujo mal, era la vigilia del Imbolc así que era lógico el ajetreo de toda la población mágica. Sobre el frío en cambio...

- Si estás tan congelado tío, deberías usar un simple hechizo aclimatador, te protegería del frío- le dijo Fred, quien caminaba a la par que Harry, ambos siguiendo a George.

- ¿Hechizo aclimatador? Ron me dijo que sólo era para chicas, que los magos soportan el frío como hombres –Respondió Harry recordando claramente días pasado de la guerra, cuando había tenido que dormir a la intemperie.

-¡¿Y le hiciste caso!? Harry tío, Ron es capaz de buscar cualquier excusa con tal de no aprenderse un hechizo más de lo que fuera necesario – fue la divertida respuesta de Fred, cosa que provocó una risotada por parte de George.

- Amigo, creo que has hecho bien juntándote con nosotros- continuó Fred, dándole unas palmaditas en la espalda-, tienes tanto por aprender...

No me cabe la menor duda, pensó Harry algo cabreado con el que supuestamente era su mejor amigo. ¡Joder! Me he pasado media guerra con los huevos encogidos por su culpa...

- Venga, venga, no le des más vueltas –interrumpió George-. Ya hemos llegado, ahora entramos, se te pasa el frío y te explicamos un par hechizos muy útiles para la vida.

- Alguno de los cuales, puede que uses incluso esta misma noche –añadió Fred con un guiño.

- De hecho, vamos a empezar con uno simple, y muy práctico en ocasiones como estas- continuó George-: Hechizo traductor, porque aquí el inglés, va a ser que no mucho...

Al tercer intento Harry ya lo había pillado, y las extrañas letras en la entrada del club al que se dirigían: Jestê jeden dzbánecek, dejaron de ser extrañas para leerse claramente Una jarra más, lo que le provocó una risilla, puesto que estaba seguro que era la frase que más se debía escuchar en el establecimiento durante toda la noche.

Si por fuera Jestê jeden dzbánecek le había parecido una tosca y típica taberna, el interior estaba claramente sacado de lo que a Harry le parecía un club de alterne, no que el hubiera estado en muchos, claro está. Pero las butacas cómodas e invitadoras, la tenue luz, la suave música, el humo en el ambiente, las bebidas de variopintos colores, y el atractivo de todo el servicio era algo que su mente asociaba con ese tipo de lugares.

- ¿Qué te parece? –le preguntó Fred, mientras esperaban a que una amable bruja les diera una ficha por sus abrigos.

- ¿No está mal verdad? Un placer para los sentidos. –continuó George.

- Para todos los sentidos –remarcó Fred, abriéndose paso hasta una mesa.

Apenas llevaban unos minutos sentados, durante los que Harry había estado observando con atención a la mayoría de clientes del local, cuando se les acercó un joven camarero para traerles la carta.

- Tráenos también la especial de la casa, por favor... –le dijo George al camarero, con una guiño pícaro, quien respondió en respuesta con una sonrisa.

Harry ojeaba con interés la carta de platos y bebidas, eran casi todo postres y cosas para picar, pero lo cierto era que con el frío que había pasado cualquier cosa le sentaría bien. Se decidió por un buen trozo de Prazská sunka, y de postres Zemlovka, lo que gracias al hechizo traductor se tradujo en pan con jamón de Praga y charlotte de manzana, acompañado de una buena jara de vino caliente especiado. Puede que no fuera la bebida ni la comida más chic, pero francamente, no le importaba lo más mínimo. Pidieron sus bebidas y algo para comer, aunque de esto último la mayor parte era para Harry, y prácticamente fueron servidos de inmediato junto con unos pequeños libretos forrados en suave cuero negro con la páginas ribeteadas en plata. Abrió el pequeño librito y leyó en rojas letras góticas, “Hacemos tus más secretas fantasías realidad”.

Bueno, ciertamente suena interesante, pensó Harry. Pasó la página y se encontró con una lista de precios:

Una dosis – una hora (precios en galeones)
- magos/brujas –anónimos 50
-famosos 100
-plus fallecidos +25
- muggles 25
-criaturas mágicas 80

Tarifa de servicios.
-mínimo 25
-medio 50
-completo 100

*ver especificaciones de extras


Bien, decir que esto no era algo que Harry se esperar era lo menos. Tardó un preciosos segundos en racionalizar lo que tenía frente a sus ojos, primero lo leyó y no entendió nada de nada, luego lo leyó y aunque una parte de él parecía gritar “¡¡yuck, yuck!!” ante lo de fallecidos, la otra parte seguía sin pillar bien de que iba la cosa. Volvió a releer toda la lista de servicios, esta vez observando con detenimiento las diferencias de precios y los extras. Sus ojos se abrieron como platos y la mandíbula casi se le desencajó.

- ¡Oh Merlín! –Exclamó dejando caer el libreto sobre la mesa- Esto es... es... quiero decir, la gente viene aquí y paga por... por... ¡Ya sabes! Por hacer cosas con gente que no son realmente ellos y... y... es... ¡Eeewwww!

- Si con todas esas frases inconexas quieres decir que en este local por un precio razonable puedes follarte a quien te venga en gana, siempre y cuando esté en el catalogo, entonces sí. Tienes razón. –Respondió George.

-Sólo que nosotros no lo definiríamos como “eeeww”, sino más bien, como “¡oh Merlín bendito! ¡Sí!” –añadió Fred.- Además de que es terriblemente ingenioso, una curiosa mezcla entre poción multijugos y hechizos morfoseadores, más que nada porque debe de ser realmente difícil encontrar pelo de gente muerta hace mil años.

- ¿Hace mil años? ¿En serio? –preguntó Harry realmente interesado. Una vez perdida toda reticencia ante la palabra “follar”, cuando uno ponía las cosas en perspectiva y sopesaba los hechos, realmente no salía tan mal parada la idea.

- Mira el catálogo Harry –dijeron a la vez ambos Weasley. Y Harry así lo hizo.

Y lo que vio hizo que necesitara tomarse un buen trago de vino. Había pasado directamente a la sección de magos famosos, para encontrar que en el primer puesto de la lista estaba el suyo propio.

Una cosa era saber que el hecho de haber matado a Voldemort le convertía en héroe internacional prácticamente adorado como a una deseada divinidad por una parte de la población mágica, mientras que seguramente la otra mitad preferiría joderlo vivo... Sólo que nunca hubiera imaginado que alguna o ambas partes lo llevaran al plano literal...

Era bastante inquietante pensar que magos y brujas de todo el mundo venían a este pequeño local a follarse o ser follados por una replica suya.

Paradójicamente a lo que usualmente uno podría haber esperado de él, no se levantó en un arrebato de furia pidiendo que sacaran su nombre de la lista, o tratando de exigirles de donde habían sacado material suyo para ser usado... Ya no era el mismo joven de antes, así que se sirvió una copa más de vino, y con un nuevo trago, continuó ojeando la lista de personalidades que eran ofrecidas, haciendo, eso sí, una nota mental de pasar por la barra para que le suministraran amablemente una lista de aquellos que pagaban por tener un encuentro con alguien que se le asemejara.

Esa clase de información podía llegar a valer su peso en oro. ¡Incluso le podría salvar la vida! En caso de que aún quedaran por ahí mortífagos sueltos...

- ¡Mira! ¡Por 100 galeones puedes hacerle guarrerías a Voldemort! –exclamó George.

- Eso sí que es “eewww” –rió Fred-, pero es más barato que montártelo con Dumbledore... Sólo espero que sea en su forma joven, porque de viejo...

La conversación siguió por los mismos derroteros durante bastante rato, comentando cada uno de los nombres con los que se cruzaban, apuntando como sería acostarse con tal o cual persona, hasta que Harry se cruzó con un nombre: Draco Malfoy.

Vaya, vaya, vaya... “Pero mira a quien tenemos aquí” pensó Harry con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

Draco Malfoy era uno de esos tópicos que conseguía sacar a Harry de sus casillas, no sólo se había comportado como un capullo durante los cinco primeros años en Hogwarts, sino que durante sexto curso, por su culpa todos lo habían tomado por un maniáco obsesivo. ¡Incluso teniendo razón! ¡Porque la tenía, maldita sea! Nadie le hizo ni puto caso, ¿y qué pasó? No hacía falta recordar el final de su sexto curso... Pero lo peor fue que a los pocos meses, Malfoy se presentó en el Ministerio junto con varios pensaderos y toda la información que tenía en su poder sobre Voldemort y sus mortífagos, y como si nada. Todo olvidado, le dieron unas palmaditas y le reprendieron con un “esto no lo vuelvas a hacer, ¿eh chico?”. Desde entonces Malfoy había desaparecido del mapa, se había mudado a algún país de la Europa continental y vivía una vida tranquila, como si no tuviera cuentas que saldar.

Entendió en ese momento lo que llevaba a una persona a venir a un lugar como este. Te permitían tener poder sobre alguien a quien en la realidad era bastante improbable que pudieras llegar a tener a tu merced. La simple idea era... intoxicante, excitante, por decir lo menos.

- Recuerdas que te hemos prometido un trago, ¿verdad? –lo sacó Fred de sus cavilaciones.- Queríamos decir…

- Un completo con quien tú quieras –puntualizó George.

Harry los miró con una sonrisa depredadora, y cogiendo el bono que George le ofrecía, se dirigió a la barra. Iba a hacer su pedido especial y a intercambiar unas cuantas palabras con el jefe del bar... Al fin y al cabo, no todos los días tenía uno a Harry Potter, al verdadero y auténtico, en su establecimiento.


La transacción fue más simple de lo que esperaba. Le enseñaron un book con sus empleados, como garantía de que no estaría interactuando con un menor o con un anciano, que la gente podía ser muy enferma a veces –pensó Harry para sus adentros-, especificó la personalidad escogida y lo condujeron a una habitación, simple, modestamente decorada, pero efectiva para la función que tenía.

A los pocos minutos la puerta se abrió y por ella entró Draco Malfoy, o como una parte de Harry apuntilló, alguien con la apariencia de Draco Malfoy, vestido de negro, a excepción de una corbata verde oscuro. Harry sonrió al recién llegado, una sonrisa oscura, esa corbata le había gustado, definitivamente tendría que buscarle alguna función. Pero por el momento se fue directo hacia el falso Malfoy, y agarrándole del cabello con cierta fuerza, le susurró al oído:

- Te quiero de rodillas... Vamos a empezar castigando esa sucia boca tuya.- Ante lo cual el no-Malfoy se hincó sumisamente de rodillas y se puso manos (o mejor dicho, boca) a la obra.


Una hora de reloj más tarde Harry volvía a la sala principal del bar/taberna/burdel, o como prefirieran llamarlo los autóctonos, no tan satisfecho como cabría esperar.

-¿Qué tal? –le preguntaron ansiosos los gemelos.

- Bien, supongo –respondió encogiéndose de hombros-, pero no es lo que me esperaba. No me estaba follando a Malfoy, no era realmente él. Era un simple prostituto o prostituta... con apariencia de Malfoy, pero no eran ni sus gestos, ni su fuerza, ni esa arrogancia que tanto pagaría por pisotear.

- ¿Y que esperabas?-preguntó Fred- No pueden hacer una performance exacta de cada personaje, bastante hacen con suministrarte una apariencia, lo demás debes ponerlo de cabeza.

-Ya bueno... Pues a mí me parece poco excitante un Malfoy que diga que sí a todo lo que le digo y que ni proteste ante la idea de follármelo.

- Harry, fuera quien fuera, se gana la vida con ello, no es realmente Malfoy –contestó George.

-Ya... Supongo que ese es el problema... –dijo Harry, algo pensativo, removiendo distraído una copa con vino- Tendré que buscar al de verdad... –murmuró para él que para su audiencia, aunque por su parte los gemelos sólo sonrieron con un brillo travieso en los ojos. Puede que los dioses jugaran de parte de Harry esa noche.


Un par de horas más tarde, con una considerable cantidad de vino en sangre, Harry se dirigió de nuevo a la barra para pedir unos chupitos de mandrágora. Tanto Fred como George habían tenido ya sus “momento de gloria” como lo llamaba Fred a tener a quien quisiera comiendo de... Bueno, de dónde uno quisiera. La noche comenzaba a decaer, así que habían decidido aumentar el nivel de las bebidas.

La barra estaba atestada. Parecía mentira como se había llenado el dichoso local en tan poco tiempo. Cada vez costaba más desplazarse, por no hablar de respirar...
Estaba a punto de conseguir llamar la atención de una de las guapas camareras cuando de pronto notó una mano en su hombro y una voz alzándose un poco para hacerse escuchar.

- ¿Acaso me engañan mis ojos? ¿No es este el paladín de mundo mágico? Nuestro héroe, nuestro salvador, el favorito de las madres y abuelas. Tst, tst, Potter, no te hacía el tipo de mago que pasa sus noches aquí... qué diría el público si supiera el pequeño y sucio secreto de nuestro héroe.

¡Oh benditos sean todos los dioses! Harry reconocía esa voz, era música para sus oídos. Era justo ese tono despectivo, esa lengua sucia y afilada, lo que hacía que quisiera tener bajo su control al pequeño cobarde.

Se giró con lentitud, no estaba seguro de no perder el equilibrio al moverse demasiado rápido, y encaró a Malfoy con una expresión sería, escrutadora. Primero tenía que hacer un reconocimiento físico superficial.

Malfoy vestía de negro, muy parecido a su falso yo, pero sin la corbata, una lástima en opinión de Harry. Y no era esa la única semejanza y diferencia, el aspecto era muy similar. De donde fuera que conseguían el material de Malfoy, estaba seguro que era reciente. Pero la mirada y la fuerza que irradiaban no tenían comparación. Malfoy mostraba una pose de quien ha pasado por las peores situaciones y ha sobrevivido indemne. Sólo que, para Harry, lo único que había hecho Malfoy era huir con el rabo entre las piernas.

- ¿Y bien? –presionó Malfoy, tratando de obtener alguna respuesta de Harry, creyendo quizás que era el mismo muchacho exaltado de antes de la guerra con todos los botones expuestos. - ¿No piensas decir nada?

Harry sonrió, y robando una bebida que claramente no era suya, tras darle un par de sorbos contestó.

- ¿Por quien pagas cuando vienes? – No era obviamente lo que Malfoy esperaba, pero al carajo con Malfoy y sus expectaciones. Harry sentía verdadera curiosidad, ¿no sería verdadero karma cósmico que Malfoy pagara para follárselo a él?

- No que sea de tu incumbencia, pero tengo un fetiche por los licántropos. –contestó robándole a su vez el vaso a Harry y bebiendo de él- Aquel famoso filósofo muggle tendría mucho que decir sobre ello, ¿no crees?

- Pues no sé –se encogió de hombros Harry-, pero te puedo presentar a Lupin, si no te importan cuarentones y con extravagantes novias...

- La extravagante novia es mi prima, y no gracias. Los prefiero en edades no paternales –contestó Malfoy, olisqueando la bebida y murmurando algo sobre no buen whisky-, y sobretodo altos. Me gusta que mis hombres sean altos.

Y antes de que Harry pudiera darse si quiera cuenta, estaba estirándose, mostrando todo lo que había crecido en los últimos dos años, luciéndose de forma inconsciente en favor de Malfoy. La parte de su cerebro que comenzó a gritar sobre lo mal que le sentaba el alcohol y lo mucho que tenía que largarse de allí antes de que algo pasara, fue silenciada por un largo trago del vaso que Malfoy le devolvió prácticamente intacto. La misma parte que de haber podido, le hubiera alertado sobre lo absurdo de la situación. Él y Malfoy, en un jodido (e ilegal, no olvidemos ese pequeño detalle) burdel, manteniendo una estúpida conversación sobre fetiches froidianos

- Y tú Potter, ¿por quien pagas cuando vienes por aquí? –preguntó Malfoy acercándosele un poco para evitar ser arrastrado por un grupo de magos japoneses que acaban de entrar.

- Por insolentes slytherins rubios que no pueden mantener la boca cerrada- respondió Harry sin tapujos. La guerra le enseña a uno que no hay que pensar mucho las cosas, es mejor moverse por instintos. O quizás no fuera la guerra... Quizás fuera el alcohol en su sangre... Pero realmente en esos momentos las razones carecían de importancia, sobretodo si Draco Malfoy se te quedaba mirando anonadado con la boca abierta en forma de “o” por la sorpresa.- Ves, justo como ahora, lo que suele llevar a estas cosas... –y con esto Harry pasó una mano por la nuca de Malfoy y con más fuerza quizás de la necesaria, lo besó. Con la boca abierta, la lengua ágil y los dientes dispuestos.

No era un beso de enamorados, ni siquiera un beso curioso de rollo esporádico, no. Era un beso violento, con poco labio y mucha lengua. Con mucha fuerza y dientes bruscos mordiendo con fuerza para dejar marca. Con más ganas que destreza, con sabor a whisky, vino y mandrágora. Con sabor a rencillas enterradas y estúpidas rivalidades. Un beso como recuerdo y venganza de días pasados. Un beso violento y dominante por parte de Harry, consentido casi a regañadientes, de hecho a mordiscos, en el cual Malfoy parecía no querer cooperar del todo pero en el cual trataba de obtener inútilmente el dominio.

Cuando Harry separó con lentitud sus labios de los de Malfoy, aún no acababa de creerse lo que había hecho. No que se arrepintiera, pero no era algo que había planeado... Claro que tampoco había planeado emborracharse y terminar en un burdel, con una copia de Malfoy, para después encontrarse con el original. Visto así, la noche estaba resultando bastante inesperada. Pero en un sentido positivo, un inesperado bueno, esos eran los mejores realmente.

- Vaya... –comenzó a decir Malfoy tratando de controlar su respiración y de mantener un poco la bravuconería.- ¿Y qué te pareció la copia? Por mera curiosidad, obviamente –añadió rápidamente-.

- Si te soy sincero... Bastante decepcionante, la verdad –contestó Harry, recordando el mal sabor de boca que le habían dejado los besos vacíos de emoción y rabia.

-Oh... –fue la única respuesta.

- Claro que para sacar mejores conclusiones debería compararlo con el original... Por motivos puramente científicos, ya sabes, por el bien del conocimiento y en pro de los avances y esas cosas- respondió Harry algo sorprendido él mismo de su atrevimiento. A esto no le podía echar la culpa al alcohol, ah no, esto era más bien su maldita inconsciencia y morboso sentido de la aventura, lo que seguramente hacía que se llevara tan bien con Fred y George.

-Claro... Obviamente... Y ante semejantes razones no me puedo negar, claro está –respondió Malfoy, quien entrelazando una de sus piernas con las de Harry, añadió- Así que... ¿Tu casa o la mía?

FIN
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