FIC: Un-Break My Heart #7
Dec. 4th, 2006 06:46 pm![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
Título: Un Break My Heart #7
Autor:
duare
Fandom: Harry Potter
Personaje/Pairing: Harry/Draco
Prompt: #058 Cena, por la cena más detallada que haya escrito hasta el momento.
Rating: PG
Resumen: Alguien me dijo una vez que no había nada más grande en el mundo que amar y ser corrspondido. Yo le repondí que quizás recuperar un amor perdido.
Advertencias:
Notas de Autor: Dedicado a
gaia_naturae, por su 22 cumpleaños. Beteado a por
aviss. Lo he terminado de escribir más de un año después de publicar las tres primeras partes, colgado en internet por primera vez para
fanfic100_es, así que es inédito hasta el momento. Sólo lo habían leído la chica del cumpleaños, aunque en una versión más chapucera, y la beta (obviamente)
Total Palabras: 7.622
Anteriores: Capítulo 1, Capítulo 2, Capítulo 3, Capítulo 4a, Capítulo 4b, Capítulo 5, Capítulo 6
UN-BREAK MY HEART
7. Bring back those nights
La comida del día treinta de agosto fue todo un éxito, para Draco no había duda de ello, siempre que el objetivo hubiera sido unir de forma definitiva a ambos grupos de magos y brujas, claro está. A partir de ese día, no era raro escuchar a Adriana hablando por wiz-phone con Padma o que Ginny y Leire quedaran para ir de compras. Incluso Harry y Víktor planeaban negocios en común, no por nada eran los dos mejores buscadores de Europa aunque jugaran en ligas diferentes y sólo se enfrentaran en los mundiales. Por poner algunos ejemplos...
Draco por su parte mantenía buenas relaciones con todos, quedaba a menudo con los gemelos Weasley. Había salido alguna vez a tomar algo con Kingsley y Bill, pasaba a visitar a Percy, Penélope, y todos los demás que trabajaban en el Ministerio cada vez que iba por asuntos de trabajo. Quedaba para ver los partidos de la liga de Quidditch del Reino Unido en casa Ron con todos los demás, e incluso había asistido a alguno de los partidos de Harry cuando se le había hecho imposible encontrar alguna excusa ante la mirada suplicante de éste.
La vida seguía su curso, los días pasaban placidamente y Draco sentía que a pesar de todos los cambios que se estaban produciendo en su vida, se le hacía más fácil de lo que había imaginado. Seguía teniendo los mismos sentimientos respecto a Harry, pero por primera vez desde que se conocieron con once años de edad podía decir que Harry y él eran amigos. Amigos con sentimientos él uno para con el otro, amigos que se deseaban, pero amigos al fin y al cabo. Y no era una situación difícil de llevar, todo lo contrario, a pesar de lo que él sentía y del más que obvio interés de Harry por él, ambos parecían estar contentos con el ritmo al que iban las cosas, en un avance lento pero seguro y continuo. Hasta tal punto llegaba la comodidad que finalmente parecía haberse alcanzado entre ambos magos que incluso habían llegado a quedar alguna vez ellos solos para tomar un café o ir a comprar algo.
Por eso, no fue raro que el día que Hermione se puso de parto -un 18 de octubre por la tarde en la misma cafetería en la que Harry había rogado estar lejos cuando el evento sucediera- una semana antes de salir de cuentas, la primera persona a la que Harry llamó en pleno ataque de nervios fuera a Draco. Quien como mejor pudo le indicó qué y cómo proceder y se encargó en avisar al resto de los interesados, entre ellos el padre de la futura criatura.
Al día siguiente Draco se encontró en la situación más extraña desde que Harry había vuelto a entrar de nuevo en la órbita de su vida. Ahí estaba él, pasando por Diagon Alley, buscando un regalo adecuado para Hermione y la recién nacida Calipso, junto con su hija y Harry Potter, quien también buscaba algo para regalarle a Hermione, los dos enzarzados en una acalorada discusión sobre las mejores escobas del momento.
¡Merlín bendito! Pensó Draco girándose y viendo a Harry y su hija hablando y riendo animadamente, Que los dioses se apiaden de mí, porque me parece que estoy perdido. Harry lo miró en ese momento y le dirigió una sonrisa que puso a Draco todo tibio y sus piernas por poco no lo dejaron caer al suelo. Total e irremediablemente perdido.
Tan inundado estaba Draco con sus emociones, y el giro que su vida estaba dando casi sin darse él cuenta de ello, que cuando Hermione le preguntó durante la cena de Samhein, mientras le daba el pecho a su hija, qué había pensado hacer para su próximo cumpleaños, Draco se la quedó mirando con la boca abierta.
- ¡Oh dios mío! –y comenzó a reír, tapándose el rostro de la vergüenza- ¿¡Te puedes creer que se me había pasado totalmente de la cabeza!? ¡Cumplo treinta años de aquí a doce días!
Hermione le sonrió y se ofreció a ayudarle en todo lo que necesitara planificar.
- La treintena es un momento especial, tiene que ser celebrada con especial cuidado. –le instruyó, cambiando a Calipso de pecho- Yo te ayudo a prepararlo todo –y delante de la mirada sorprendida de Draco, continuó- ¡No me he vuelto inútil de golpe por tener que cuidar a mi hija! Y se me cae la casa encima si no hago nada. Me gusta estar de baja para pasar más tiempo con Cali, pero tengo la sensación que los días pasan y lo único que hago es dormir, comer, limpiar, y dar de mamar.
- Pues nada, me paso por tu casa y me ayudas a organizar mi cumpleaños, de todas maneras no quiero nada muy gordo, sólo amigos, y a poder ser en mi propia casa.
- Claro, tú no te preocupes. Será perfecto, -Hermione se cubrió de nuevo, abrochándose la camisa mientras Draco sostenía a Calipso.- Así, dámela que ya la aguanto yo y tú pásame mi bloc de notas que está en el bolso. Tengo montones de ideas de sitios donde podríamos ir.
El 11 de noviembre llegó antes de que pudieran darse cuenta, y como le comentó Harry a Charlie durante esa semana: “Casi nos pilla el dragón por las garras”. Si no hubiera sido porque los demás si que eran conscientes del inminente trigésimo cumpleaños de Draco, éste se hubiera quedado sin regalos, porque no todos los regalos son tan simple de conseguir como señalar a dedo un objeto en un tienda y listos.
Harry se levantó esa mañana terriblemente emocionado y nervioso. No sólo celebrarían el cumpleaños del hombre al que quería esa misma noche, sino que además iba a poder visitar por primera vez su casa. Draco y él estaban cada vez más próximos, y se desenvolvían con comodidad el uno con el otro, pero había varias barreras que ninguno de los dos había sobrepasado aún. Por un lado, ninguno de ellos había estado en la casa del otro, casi como si trataran de proteger sus respectivos remansos de paz, el lugar al que iban a lamer sus heridas en caso de salir algo mal. Por otro, su relación seguía en el ámbito puramente platónico, y seguían avanzando siempre dentro de los límites de la amistad. Por eso ese día era especial.
Hoy vamos a romper una de esas barreras, se dijo Harry corriendo de camino a la playa, y ¿quién sabe? Puede que sea un buen augurio y el resto de miedos que nos separan caigan también próximamente.
Después de sus ejercicios, de volar como un loco por la playa, estando previamente bajo un hechizo desilusionador, y de nadar durante un rato, se encontraba mucho más tranquilo. Seguramente debido en parte al entumecimiento causado por el agua glacial de A' Mhuir en Tuath a esas alturas del año. Una ducha y una comida no muy pesada, ya que como no paraba de recordarse esa noche seguramente comería como para alimentar a una banshee furiosa, así que era mejor no pasarse.
Hermione le había dicho que podía pasarse sobre media tarde, que en sí la fiesta no comenzaría hasta las ocho, la hora establecida para la cena, pero que ella estaría allí preparando cosas durante todo el día y podía ir a ayudar si quería. Obviamente no iba a perder la oportunidad de pasar más tiempo cerca de Draco, así que después de una breve siesta, comenzó a vestirse para la ocasión.
Se enfundó en unos bóxers negros, se puso desodorante suficiente como para hacer que legiones de brujas lo siguieran y decidió que no se iba a afeitar. Le gustaba como le quedaba esa media barba con aire desenfadado y algo rebelde. Un pantalón de vestir negro, y una camisa de igual color.
Se miró en el espejo. ¿Camisa por fuera o se la ponía por dentro del pantalón? Si llevara tejanos no lo dudaría, pero con pantalones de traje... Miró su colección de cinturones y escogió uno negro de piel, todo liso, teniendo como único adorno la hebilla en forma de serpiente labrada en planta que se abría y cerraba sólo ante las palabras correctas pronunciadas en parsel. Caminó descalzo hacia el armario zapatero y escogió unas botas camperas de piel de Colacuerno Húngaro. Sonrió pensando que ojala dichas botas estuvieran hechas con la piel de la dragona a la que se enfrentó durante el Torneo de los Tres Magos, ¡oh como le gustaría poder mirarlas y sonreír malicioso en venganza por el mal rato que le hizo pasar!
Calcetines negros, para no romper la tónica en la que iba, y botas calzadas. Tal como se había vestido, lo único que le quedaba para rematar el atuendo era una chaqueta de piel de Hébrido Negro que le regaló un MacFusty con el que estuvo liado. Su reloj de titanio, cadena de mithril, y un par de anillos y la cartera con dinero: unas cuantas libras y galeones y su MagicCard. Sólo le faltaba llamar a Charlie para confirmar que tenía el regalo para Draco listo y que no se olvidaría de llevarlo.
Una vez todo ya arreglado, y con la seguridad que el pedido que habían hecho había llegado a tiempo, se sentó en su cama mirando un pequeño paquete sobre su mesita de noche. Le había costado encontrarlo pero después de que Dobby buscara durante días en todas sus propiedades, por fin volvía a tenerlo ante él.
Abrió la caja y cogió con cuidado el pequeño relicario. Era una botellita de color verde esmeralda con una delicada filigrana en plata, pero lo importante no era su apariencia, por más bella que fuera, sino su función. Parecía mentira como avanzaba la magia, desde los primeros pensaderos, de aparatoso tamaño, a estos pequeños y tremendamente caros de nueva generación. El relicario era nuevo, lo había comprado hacía unos días, pero su contenido databa de hacía diez años. Era el regalo que le había estado preparando a Draco para su vigésimo aniversario. Memorias de los momentos más significativos de su relación, de la que tuvieron hacía años, del primer beso, de la primera vez que se acostaron juntos o que se dijeron “te quiero”, memorias de la guerra, memorias de su vida en común... Pequeños retazos de su pasado, vistos a modo de video-clip. Harry ahora había añadido las de su ruptura, porque aunque dolorosa fue un importante acontecimiento en la vida de ambos, y momentos de su reencuentro y de su nueva amistad.
Quizás pronto, pensó Harry esperanzado, pueda añadir la memoria de tú y yo volviendo a estar juntos. Y me gustaría poder regalarte esto hoy, sería adecuado después de una década de espera... Pero no sé si me veré con fuerzas suficiente.
Aún así, en un impulso repentino, guardó el relicario en la caja, lo empequeñeció y se lo guardó en la chaqueta.
Puede que con el valor que provoca el exceso de alcohol me atreva a dártelo. Y con esas palabras se apareció en el punto más próximo a la casa de Draco que le era familiar y desde donde pretendía coger un taxi hasta la actual residencia de los Malfoy.
En casa de los Malfoy el día había empezado bien temprano. Draco se había levantado a las siete de la mañana, y había dejado dormir a Elora por consideración. A las ocho de la mañana unas musicales campanadas anunciaban la llegada de un visitante vía red flú, a los pocos segundos Hermione, con la pequeña Calipso sujeta a su cuerpo en una especie de bolsa canguro, llegaban al recibidor de Draco gracias a la chimenea de transporte que tenía habilitada en dicha sala
Ambos habían desayunado al tiempo que hacían un programa de las tareas por hacer y se las repartían ente él, Hermione, Winky y Elora, quien había bajado en cuanto había escuchado las campanadas de la red flú.
Decorar el salón y el comedor, arreglar el jardín y prepararlo por si la velada se alargaba allí fuera, agrandar la mesa y duplicar las sillas del comedor para poder albergar a veintiocho persona, eran algunas de las cosas que se tenían que hacer. Además de preparar todos los platos de la cena, comprar algunas viandas de última hora, preparar refrigerios para los invitados que llegaran pronto, e incluso para las visitas que más que probablemente recibiría el día siguiente de parte de algunos conocidos y amigos no tan próximos.
Hermione había venido ya preparada con su ropa para la fiesta, y planeaba quedarse con la pequeña en casa de Draco hasta que esta hubiera tenido su última toma y se hubiera dormido. Llevándola entonces a casa de sus padres dónde se quedaría hasta que la pasaran a recoger bien entrada la noche. Draco por su parte había acordado con Neville y Dean que Elora se quedaría a dormir en casa de ellos, al cuidado de la abuela y los tíos de Neville. Y a pesar de la inicial reticencia de no estar a medianoche para ser la primera en felicitarle por su cumpleaños, finalmente su hija acabó cediendo tras la promesa de una comida donde ella escogiera al día siguiente, el día propiamente de su aniversario.
El día les pasó a una velocidad trepidante, había tanto por hacer... Aún así a las cinco la tarde, justo a cuando Hermione se preparaba un té, Winky vigilaba el horno y dejaba emplatadas raciones del menú, Elora jugueteaba en el sofá con Calipso, y Draco corría por el jardín con el pobre Willow, que se sentía algo abandonado desde la llegada de la pequeña gata, se escuchó sonar el timbre de la puerta principal.
- Ya voy yo Winky. –le dijo Hermione a la elfina- Tú mejor sigue con los platos que se te da mejor que a mí.
Hermione abrió la puerta y se encontró con un sonriente Harry, vestido para matar según su opinión, portando un paquete proveniente de una pastelería, un bolsa con una botella de vino y el surtido de tes que le había comprado a Draco meses antes y que aún no había encontrado la ocasión adecuada para entregárselo.
- ¡Harry! Que bien que llegues pronto, así mientras Draco se arregla y lleva a Elora a casa de Neville tu nos echarás una mano. –le saludó risueña- Venga, ven conmigo a la cocina que estoy haciendo té y así dejas estas cosas.
La cocina de Draco era una estancia grande y espaciosa, con todas las modernidades de la técnica muggles y mágica combinadas, una isla central con taburetes y una vitrocerámica enteramente muggle, una cocina clásicamente mágica preparada para ser usada por un elfo doméstico en la zona más alejada de la puerta acristalada que daba al jardín y junto a dicha puerta, una mesa redonda con sillas para varias personas. Harry lo observó todo apreciativamente y saludo a Winky, quien iba refunfuñando porque una vez más el amo Draco no la había dejado cocinar.
- Deja las cosas sobre la mesa, –le dijo la bruja retirando la tetera del fuego- Draco está en el jardín, ¿por qué no vas a decirle que tiene ya un invitado en casa? Y dile también que el té ya está listo, yo voy a ver que hacen Elora y Cali.
Harry fue hacia la puerta de la cocina que daba al jardín y sonrió maravillado ante la imagen de Draco en unos tejanos viejos y una sudadera jugando con su perro, persiguiéndose mutuamente.
- ¿Tú manera de mantenerte en forma? –preguntó apoyándose en el canto de la puerta corredera. Draco lo miró sorprendido, paró su carrera y se dirigió hacia él sonriéndole.
- Más manteniéndolo a él en forma, que si no se pondrá tan gordo como esa que descansa allí. –le respondió señalando hacia una gata que dormía placidamente en un cojín.
- Así que esa en la insigne Miut que te llena la ropa de pelos... –respondió devolviéndole la sonrisa.
- Sí, y mejor no te acerques demasiado a ella vestido como vas todo de negro –le comentó con una mirada de arriba abajo por el cuerpo de Harry. Y casi parafraseando los pensamientos de Hermione, tuvo que reconocer que Harry estaba impresionante. Lo que sólo le dejaba la opción de ponerse algo espectacular- Pero entremos, que descortés por mi parte recibirte aquí afuera, ¿te ha ofrecido Hermione un té? Hay café también, si te apetece más.
Algo después, con los estómagos calmados con el té y unas galletas, Harry y Draco hicieron lo propio que cada anfitrión e invitado debían hacer en ocasiones como esas. Harry le entregó el vino y el surtido de tes, y un postre de chocolate que había traído para esa misma noche y que estaba seguro de que le gustaría mucho. Draco no lo puso en duda en ningún momento, Harry lo conocía muy bien, prueba de ello era el Chianti y la caja de tes de Fortune & Mason, y tras agradecerle el detalle, añadiendo educadamente que no tenía porqué haberse molestado, procedió a darle un tour por la casa.
La casa, con dos pisos, sótano y buhardilla, era francamente grande para sólo vivir en ella Draco y Elora, sin contar con Winky y las mascotas. En la planta baja se podía encontrar el recibidor, la cocina, un amplio comedor y una sala de estar también bastante grande y muy hogareña, además de un cuarto de baño completo y el jardín, Suficientemente grande para albergar una pequeña caseta, un porche con unas sillas y una mesa y una pequeña piscina. En el piso superior en cambio se podían encontrar los dormitorios, el de Elora, el de Draco y uno para invitados, un despacho biblioteca, un cuarto de baño grande y equipado con bañera y ducha, y otro agregado al dormitorio tipo suite de Draco. Toda la casa estaba decorada con un gusto excelente, en tonos naturales que en conjunto con el suelo de parquet cubierto en varias zonas con alfombras formaba una imagen cálida y entrañable. Se podía imaginar a Draco perfectamente feliz en esa casa con su hija, su perro, su gata y una refunfuñona elfina. Se podía imaginar a él mismo pasando tiempo en esa casa y sintiéndose a gusto. Y sobretodo se podía imaginar a Draco en esa enorme cama suya con funda nórdica de color rojo oscuro, totalmente desnudo, estirado en ella de forma sugestiva, prácticamente ofreciéndosele. Harry tuvo incluso que toser para esconder el gemido que dicha visión le había causado. Draco sólo sonrió y continuó mostrándole el resto de la casa.
Cuando Draco se retiró para ducharse y vestirse para esa noche, Hermione, Harry y Winky se dedicaron a decorar el jardín con numerosas velas flotantes, esferas con luciérnagas mágicas y varias antorchas iluminando el porche. El resultado era realmente bonito, tal como dio a entender Elora tras salir al jardín y pronunciar un elocuente “wuuaaau...” lleno de admiración.
Mientras, en el piso superior, Draco Malfoy tenia un verdadero dilema sobre que ponerse. Tenía claro que vistiendo Harry de negro, esa opción quedaba descartada. Tenía que destacar y sobretodo contrastar con Harry. No sabía exactamente por qué, pero no le importaba demasiado. El marrón le quedaba bien pero no era color para una ocasión como esa, y lo mismo con los azules o los verdes, con los que se sentía un poco planta si vestía íntegramente de ese color. Sí quitaba los negros y la ropa de sport, le quedaban sólo los tonos grises. Grises oscuros quedaban descartados por parecerse demasiado al negro, no. Lo que necesitaba para esa noche era poder brillar. Una sonrisa apareció en su rostro al caer en la cuenta de que tenía el atuendo perfecto para esa noche. El año anterior se había comprado un traje gris perla para una función benéfica a la que él y Eduard habían sido invitados, y no se lo había vuelto a poner porque esa misma noche había roto con Caladan, el último mago con el que había estado saliendo, y simplemente le había cogido manía al traje.
Vestido sólo aún con la toalla de haberse secado después de la ducha, rebuscó en el armario hasta encontrar el traje. Lo sacó y tras quitarle la protección lo desplegó sobre la cama. Era tal como lo recordaba, de seda natural de polillas carnívoras de Bengala, suave al tacto, con una caída increíble pero terriblemente resistente y tupido. Meticuloso como era hasta la médula, buscó unos boxers también de color gris y unos calcetines del mismo color. Se deslizó dentro de los pantalones del traje y empezó a buscar una camisa que le quedara bien.
Mmmm... Tenía una de rayón color gris nacarado... Se dijo repasando con la mirada su gran surtido de camisas,, ¡Sí! Aquí está.
Se puso la camisa, abrochándose los botones con lentitud. Se miró en el espejo. Definitivamente por fuera le quedaba mejor. Los zapatos iban a ser un problema, tendría que conformarse con unos en negro, porqué en gris lo que tenía era todo de verano. Tenía unas botas blancas pero no estaba muy convencido...
Se paró frente el espejo de nuevo, en una mano las botas blancas, en la otra unos zapatos negros. Las botas blancas tenían la suela en gris, así que al final se decidió por ellas.
Total, pensó calzándoselas, después de esta noche quedarán grises como mínimo.
En el cuarto de baño se peinó el cabello, dejándolo que se acabara de secar, y con un poco de gel fijador en las manos de despeinó el pelo. Dejándolo de forma desenfada y espontánea, con unos mechones, algo más largos que el resto del cabello, cayéndole sobre los ojos. Un poco polvo de hadas irisado para darle brillo al pelo y a la mirada, la colonia y ya estaba listo.
Cogió la americana del traje y bajó hacia el salón para llevarse a Elora a casa de Neville y Dean.
Harry había estado cuidando a la pequeña Calipso, a la que tenía firmemente protegida en su regazo, y charlaba con Elora, mientras Draco se arreglaba. Hermione se había ido también a vestirse después de aburrirse de esperar a que Draco regresara.
Debería saberlo ya, pensó Harry, mientras escuchaba a Elora explicarle lo mucho que odiaba sus lecciones de latín y francés, Draco puede tardar horas en estar listo si considera que la ocasión es especial. Y el día de su cumpleaños es claramente especial.
Entre el alboroto de la voz de Elora contándole una u otra cosa, y su preocupación por que no se le cayera el bebé que sujetaba en sus manos, no escucharon los pasos de Draco bajando la escalera, quien sonrió estupidamente al ver a Harry sentado cómodamente en su sofá junto a su hija.
- ¡Papa! ¡Estás guapísimo! –gritó Elora al verlo aparecer a espaldas de Harry. Draco sonrió a su hija y agradeció el cumplido
Harry se giró con precaución. Ante semejante opinión por parte de Elora, no le cabía duda que Draco debía estar demoledor, aún así no se esperaba que casi se le cayera la pobre Calipso de las manos. No tenía palabras para describir la impresión que Draco daba. Parecía... ¿brillar? El traje gris claro le daba una imagen serena, elegante, incluso algo etérea. Sabía que debía decir algo, o como mínimo cerrar la boca y tratar de borrar la expresión de pez fuera del agua que seguramente se le había quedado, pero no se veía con capacidad de decir nada que no fuera un monosílabo.
- ¿Verdad que está muy guapo, Harry? –le preguntó Elora mirándolo apremiante.
Harry tragó saliva con fuerza varias veces, y recuperando un poco la compostura consiguió elaborar una frase completa.
- Sí que lo está. – y la sonrisa de satisfacción en el rostro de Draco, fue lo único que le hizo falta para poder continuar- De verdad Draco, estás increíble.
Draco tenía la sensación estar hinchándose de la mera satisfacción de recibir un halago de Harry. Y antes de darse cuanta de lo que decía, le estaba devolviendo el cumplido, halagándolo por su elección de ropa y por como acentuaba su atractivo. Lógicamente una vez que se dio cuenta de las palabras que habían salido de su boca deseó desaparecer de la faz de la tierra. Pero como no era una opción factible, decidió tomar la opción más parecido y dando un par de palmadas le anunció Elora que era hora de irse ya, ante lo que se marchó rápidamente del salón seguido de una Elora quejándose de que era aún muy pronto para marcharse.
Así, Harry se encontró solo en el salón con la única compañía de una criatura de apenas un mes de vida, y una cara de estupefacción digna de ser retratada.
¿Acaba de decirme Draco que me encuentra atractivo? Se preguntó con una mezcla de sorpresa y felicidad.
No es que no se lo hubiera imaginado, estaba claro que ambos se deseaban, pero una cosa era saberlo y otra muy diferente que el objeto de sus afecciones reconociera en voz alta que le parecía atractivo. Con esa misma expresión de complacencia lo encontró Hermione cuando bajó vestida con un conjunto de pantalón y blusón color negro y el cabello fijado para que los rizos le quedaran marcados, y durante minutos se estuvo riendo de él y de Draco, una vez que Harry le explicara lo que había pasado, y lo increíblemente guapo que Draco iba.
Cuando Draco regresó, lo hizo acompañado de Neville y Dean, y mientras dejaba a sus invitados en el salón él y Winky sirvieron los aperitivos en el jardín y encendieron un par de Setas del Diablo, que producían una gran cantidad de energía, que caldeó el ambiente y lo dejó a una agradable temperatura para poder estar al aire libre sin necesidad de chaquetas ni abrigos. Pronto el resto de invitados fueron apareciéndose o llegando vía flú, y Draco se encargó como buen anfitrión de saludar a cada uno de ellos, de agradecerles que hubieran venido y en caso de ser necesario, agradecerle por los detalles traídos, y mostrarles la casa a todos. Mientras tanto el resto de invitados disfrutaba del aperitivo servido en el jardín.
Frituras variadas orientales, canapés de paté, olivada, salmón o caviar; nagiri y maki sushi, y un variado surtido de quesos y embutidos, todo acompañado de cóctel de champagne o en caso de preferirlo, de cerveza. A todos los invitados se les pasó unas tarjetas para que escogieran qué dos platos del menú planeado preferían, y entre alabanzas y preguntas sobre alguno de los próximos manjares se dirigieron hacia el comedor donde una enorme mesa bellamente decorada con rosas blancas, violetas, y hiedra los recibió. Cada comensal se sentó en sus lugares asignados y los primeros platos fueron servidos, a escoger entre una ensalada de otoño con vinagreta de níscalos o un milhojas de patata con panceta y trufas, servido con un suave vino rosado del Languedoc, región francesa en la que Draco tenía una villa en Narbona. Mientras los últimos invitados terminaban su primer plato, Draco tranquilizó a Ronald Weasley, asegurándole que el siguiente plato sería más sustancioso y que en caso de tener más hambre, siempre podía repetir o probar otro de los platos.
- Tienes que perdonar a nuestro querido Ronnie, Draco. –dijo George ante la cara de satisfacción de Ron ante la idea de poder comer de los tres siguientes platos- Mamá aún no sabe como pasó, pero nació con un gran estomago en lugar del resto de órganos normales. Damas y caballeros, saluden a Ronald a-que-hora-comemos Weasley, el primer estómago andante del planeta.
Las risas sonaron por todo el comedor, y Ron enrojeció de forma alarmante hasta que Lavander lo besó y volvió a su tonalidad habitual. La conversación continuó de forma animada y los segundos platos fueron servidos. A escoger entre mero con uvas blancas confitadas al vino, magret de pato al chocolate negro y triángulos de pasta rellenos de queso de cabra y rucula con salsa de nueces, todo debidamente servido con vino blanco o tinto del Priorat. La comida estaba deliciosa y las copas de vino eran llenadas y vaciadas a cada vez a mayor velocidad. Para cuando la mayor parte de comensales terminaron su plato, Ronald Weasley había devorado uno de cada tipo y ya preguntaba que había de postre ante la cara de asombro de Draco. El sorbete de limón ayudó a bajar el exceso de comida, dejando el camino libre para el fondant de chocolate negro con una guarnición de frutas del bosque, junto con las numerosas botellas de cava brut nature. Botellas que siguieron saliendo junto con los cafés, tes y demás infusiones que los invitados desearan.
Se desplazaron al salón, repartiéndose entre varios de los sofás, butacas, sillas, puffs, e incluso algunos, como en el caso de Harry, que decidieron estirarse en la alfombra con varios cojines, una copa de cava en la mano y la cabeza reposando en el sofá.
Los diferentes pasteles encargados para la ocasión fueron el siguiente postre. Desde un bizcocho de nata y trufa, con fruta caramelizada y perlitas plateadas formando un dragón y un 30, pasando por la tarta casera made in Molly Weasley de queso y arándanos, además de varias tartas sacher encargadas por Sígrid, hasta el brownie extra denso traído por Harry llamado “delirium tremens”. Todos satisfechos, con las barrigas llenas y la risa tonta, decidieron iniciar una ronda de copas y más tes o cafés, según el gusto, hasta llegar a la media noche, hora en la que Draco tendría que apagar sus treinta hadas de luz. Para los fumadores, varias visitas al jardín fueron requeridas, puesto que “dentro de casa está prohibido fumar” fueron las exactas palabras de Draco dichas en tono seco, sorprendiendo a algunos, hasta que la explicación salió a la luz.
- Es que en una ocasión, en este mismo salón montamos un gran fumada. –Comenzó a explicar Anthony entre risas, a pesar del ceño fruncido de Draco- Y acabamos quemando con las chinas una alfombra que Draco había recuperado del patrimonio Malfoy hacía apenas dos semanas.
- ¡Pilló un cabreo! –exclamó Terry riéndose- Y nos echó a todos de casa vapuleándonos con la dichosa alfombra que no sabemos cómo pero acabó en llamas.
La media noche se aproximaba, y las copas de cava fueron llenadas de nuevo para hacer el brindis ceremonial. Una a una las campanadas fueron sonando, y con el resonar de la doceava, las copas fueron alzadas.
- Por Draco, por su feliz trigésimo regalo de vida. –exclamaron veintisiete voces a coro mientras Draco permanecía en silencio pero con la copa alzada- Que los dioses bendigan tu senda, y la salud, fortuna y felicidad jamás abandonen tu techo. ¡Por Draco! –uno a uno, cada invitado fue repitiendo la última exclamación bebiendo un sorbo de sus copa, Draco en respuesta bebía en respuesta con cada uno de ellos. Su copa, obviamente tuvo que ser llenada varias veces, y al finalizar todos los brindis Draco se tapó el rostro con las manos y comenzó a reír tontamente.
- ¡Oh Merlín!- rió sentándose en el reposa brazos de una de las butacas- Creo que me estoy mareando...
- Vamos, vamos compañero –comenzó Víktor sosteniendo en una mano su copa, pero en su caso llena de vodka- Aún queda mucha noche por beber.- Draco sólo emitió un gemido frustrado, y murmuró algo sobre doparse a base de té, pero antes de que pudiera llegar a la cocina Hermione se le tiró encima en un afectuoso abrazo gritando por el camino “¡felicidades!”.
Y con esa señal, la ronda de abrazos, besos, palmaditas a la espalda y apretones de mano se abrió, y todos fueron felicitándole de forma más personal, comentándole lo bonita que era su casa, lo deliciosa que había estado la cena, o simplemente preguntándole donde estaban el resto de bebidas.
Harry esperó pacientemente a que todos hubieran pasado ya por los brazos de Draco para ir él a felicitarle, debatiéndose entre un neutral apretón de manos, unas palmaditas algo más cordiales, o abrazarlo arriesgándose así a perder el control al sentir a Draco tan cerca.
Se acercó hacia Draco, quien continuaba sentado en el mismo reposa brazos. Draco alzó el rostro, la mirada fija en la suya y los labios entreabiertos, Harry casi podía jurar que Draco le estaba invitando a besarle. Juntó todo el autocontrol del que fue capaz y simplemente se limitó a acariciarle el cabello susurrándole su felicitación y sus mejores deseos. En medio de las animadas y escandalosas conversaciones que giraban alrededor de ellos era casi un milagro que hubiera escuchado algo de sus palabras, y aún así Draco se levantó y con una sonrisa en los labios se acercó más a él susurrándole al oído “gracias”. A Harry todo el cuerpo le tembló y se tuvo que sentar en el mismo lugar que previamente había ocupado Draco para evitar caerse al suelo.
Draco por su parte se sentía lleno de energía de golpe, el mareo se le había pasado, alcohol había entrado en su sistema y se sentía tremendamente feliz.
La noche aún es joven, pensó mirando hacia sus espaldas y sonriendo al observar la expresión de sorpresa de Harry.
- ¡Venga! Traedme esas hadas de una vez. –exclamó en el centro del salón. Fred Weasley empezó a aplaudir y lanzar exclamaciones mientras su hermano mayor Bill levitaba una esfera llena de pequeñas luces azules y apagaba todas las luces de la casa en un rápido movimiento de varita y un simple “Dulak”.
- Cuando estés listo. –le dijo el mayor del clan Weasley.
- Ahora más que nunca, –respondió Draco, la varita en su mano y poniéndose en posición de ataque añadió- Suéltalas.
La esfera transparente que contenía a las hadas, treinta hadas para ser exactos, se desvaneció y antes de que éstas pudieran comenzar a volar libremente Draco exclamó “¡Ventus!” en dirección a la masa luminosa. Una ráfaga de viento envolvió a las hadas y por unos segundos la habitación quedó a oscuras. Draco sonrió satisfecho, era rápido, lo sabía, y se alegraba tremendamente de no tener que perseguir a alguna de las hadas por toda la casa hasta darle alcance. A los pocos segundos empezaron a escucharse una risas musicales, las hadas encendieron de nuevo su fuego mágico en una explosión de luz azulada y polvo de hadas que cayó sobre todos los invitados dejándoles un brillos azulado sobre la ropa, aplaudiendo todos en respuesta contentos. Con su función realizada, las hadas dieron un par de vueltas por la sala sin parar de reír, deseando amor y felicidad para todos y se marcharon por el jardín.
- Shirak. –dijo Draco, y las luces de la casa volvieron a encenderse.
- ¡Es la hora de los regalos! –exclamaron varias voces a la vez.
- ¡Y de más bebida! –exclamaron otras soltando alegres carcajadas. Botellas de cava, licores, refrescos y cervezas aparecieron en las dos mesitas del salón para regocijo de aquellos que sentían ya el gaznate seco.
Hermione se levantó se su asiento, con una copa de cava en una mano y la varita en la otra, la sonrisa adornando su rostro que brillaba no tanto por el polvo de hadas sino por lo alegre que se sentía.
- Tenéis razón, ya va siendo hora de que el chico del cumpleaños abra sus regalos. Draco, ven a sentarte aquí en el sofá. – dijo la bruja señalando el lugar que había estado ella ocupando. Draco obedeció y se sirvió otra copa de cava y un trozo del “delirium tremens” que Harry había traído. Hermione hizo un movimiento de varita y varios paquetes aparecieron justo a sus pies, en el centro del salón. – Bien, bien... Veamos cual será el primer regalo... – y diciendo eso levitó uno de los paquetes hasta la altura de sus manos, inspeccionó la tarjeta y haciéndoselo llegar a Draco exclamó -¡De parte de Fred, George, Kathy y Lee! ¡Te desean que lo disfrutes de forma placentera!
Draco desenvolvió el paquete mientras el resto de invitados reían y trataban de sonsacarle a los gemelos y parejas de que se trataba el regalo, y el resto de hermanos Weasley se contenían la risa. Draco terminó de desenvolver el paquete y abrió un bonito estuche de madera, el interior del cual estaba lleno de frasquitos de varias pociones de colores. Cogió una de color rosa fuxia y leyó la etiqueta.
- Poción amplificadora de orgasmos... – Una expresión de sorpresa se plasmó en su rostro, los demás invitados comenzaron a reír mientras Draco continuaba leyendo los nombres de todas las pociones- Lubricante con base de pomada curadora, Loción de hipersensibilidad, Erección duradera e instantánea, Relajante muscular, Multiplicador de orgasmos, Elasticidad muscular máxima, Agrandador de pene, Garganta profunda... – y así continuó nombrando cada pequeño frasquito- ¿Agrandador de pechos? ¿Para que diablos quiero yo un agrandador de pechos?
Más risas fueron soltadas, y divertido George le contestó que la poción venía el pack y no habían caído en quitarla, pero que siempre la podía probar para ver que pasaba, ante lo cual Fred añadió que en hombres también funcionaba pero no con efectos tan superlativos como en el caso de las mujeres.
- Prefiero no preguntar como es que sabes que funciona en hombres. –murmuró Draco guardando dicha poción en el estuche, Fred miró a Lee y ambos se pusieron a reír como locos. A Ron casi se le cae la copa de la mano al llegar a la misma conclusión que el resto de presente.
- ¡Fred! ¿Cómo se te ocurre probar semejante cosa? – exclamó todo rojo.
- Tenemos que testar todos nuestros productos Ron, en ambos sexos. –respondió Fred, ante lo que Kathy murmuró algo sobre sentirse conejillo de indias- Así que tu tranquilo Draco, no hay nada en la caja que no haya sido probado por nosotros y que no de óptimos resultados.
- Nos han dicho que eres muy meticuloso en tus pociones, sobretodo en las de uso más íntimo. –añadió George lanzándole un guiño a Hermione- Así que puedes estar tranquilo, este set de pociones fue preparado por nosotros mismos, estas en buenas manos.
Draco gruñó algo sobre “antes muerto que confiando en ese par de locos” y le lanzó una mirada venenosa a Hermione, quien, no le cabía la menor duda, había informado a los gemelos sobre su reticencia a productos no preparados por él. Hermione le sonrió y continuó con sus funciones de presentadora.
- El siguiente regalo, –dijo levitando otro paquete- no va a ser tan gracioso, pero estoy segura de que le encontraras gran utilidad. De parte de los de siempre, es decir... de los clásicos de cada año. ¡Muchas felicidades Draco, esperamos que te ayude a patear unos cuantos traseros en le ministerio! –y suavemente levitó el paquete hacia Draco, quien lo desenvolvió rapidamente, y no escondió su sorpresa y deleite ante el regalo.
- ¡Madre Morgana! ¡Es una copia de del Codice de Derecho Mágico Vinculante de Burdock Muldoon! ¿De dónde habéis sacado esto? Ni siquiera en la biblioteca de Malfoy Manor había un ejemplar de esto. –preguntó asombrado ante el antiguo volumen que sostenía en sus manos.
- Si te lo contamos no te lo vas a creer, de verdad. – respondió Terry desde su asiento- Quedamos un día con calma y te lo explicamos. ¡Pero guárdalo bien! Un libro así no sólo es valioso sino que de seguro te será terriblemente útil.
Draco acarició con cuidado la suave piel del pesado libro, y lo volvió a envolver con cuidado. Llamó a Winky y le pidió que depositara el valioso regalo sobre la mesa de su despacho, la elfina asintió contenta de ser encomendada en una importante tarea y se desapareció con un suave “plop”.
- Muy bien, después de este presente tan serio, veamos que más hay por aquí para el chico del cumpleaños. –continuó la bruja sonriente por ver a su amigo tan complacido, había valido realmente la pena todo el jaleo para conseguir el dichoso libro- A ver, a ver... De parte de los mismos admiradores tuyos tenemos este paquete –dijo la bruja levitando una paquete redondo envuelto en brillante papel rojo- ¡Para que disfrutes de decadentes noches, muchas felicidades!
Draco recibió el paquete y lo abrió de forma suspicaz. Conocía a sus amigos de sobra para saber que si el libro había sido el paquete serio, ahora tocaba el paquete “de coña”, lo que era sinónimo de alto contenido sexual o erótico. Sólo viendo el tejido del contenido ya le hizo reír. Para que todos pudieran ver bien el conjunto que la caja contenía, sacó una de las piezas: un sombrero vaquero de piel y se lo colocó en la cabeza, causando risas y silbidos. Seguidamente mostró unos boxers parte de lycra marrón, parte de ante del mismo color, y un pequeño chaleco también de ante marrón, más para hacer bonito que para cubrirlo. Las risas escalaron de nivel y los gemelos Weasley aullaron causando aún más carcajadas. Draco se puso el chaleco por encima de la camisa y los boxers los dejó sobre sus piernas.
- Bueno, ¡al menos no es otro vibrador! –exclamó poniéndose de pie y paseándose aguantándose los bóxer sobre la cadera. Sus invitados rieron a gusto, por tomarse el asunto con tan buen humor, y delante de los murmullos interrogantes sobre ¿vibradores? añadió- Cualquiera diría que hago colección o algo así, prácticamente cae uno al año, con lo cual debo tener como una docena.
- Naahh... Este año pensamos que sería buena idea comprarte algo que te hiciera conjunto con aquel látigo que te compramos el año pasado en la India. – explicó Terry-
- Y si te lo pones todo con unas botas camperas, –añadió Dean prácticamente llorando de la risa- por lo que más quieras, ¡haz fotos!
- ¡Controla a tu marido Neville! – replicó Draco riendo también- Está pidiendo poder ver mis increíbles posaderas enfundadas en cuero.
Dean rió a gusto, a la vez que le decía a Neville con pequeños besos que el único trasero que realmente quería ver era el suyo. Draco se hizo el ofendido ante el comentario, y Neville lo tranquilizó diciendo que si él estaba dispuesto, Dean y él mismo estarían encantados en echarle una ojeada a su trasero. Silbidos y exclamaciones se mezclaron con las risas, hasta que Hermione decidió poner algo de orden.
- Ya vale niños, dejad ya de pervertir mentes inocentes con proposiciones indecentes. –comenzó diciendo la bruja- Vamos Draco, siéntate de nuevo como un buen chico que aún quedan regalos por abrir. ¡Draco! –exclamó viendo como su amigo hacía caso omiso de sus palabras- Deja de contonearte como una bailarina de striptease y siéntate de una vez.
Draco murmuró un “aguafiestas” y a regañadientes volvió a su asiento guardando las tres prendas en su caja. Harry, en cambio, respiró aliviado. Ver a Draco con semejante modelito estaba haciendo estragos en su libido, y la conversación sobre el trasero de Draco no ayudaba demasiado. Por no decir nada sobre el instinto asesino que estaba sintiendo en dirección a Dean y Neville, por más que supiera que todo había sido una broma entre amigos. Si hubiera podido, hubiera gruñido de forma posesiva agarrando a Draco de la cintura y llevándoselo corriendo hacia la cama más próxima.
- Quedan aún dos paquetes, –iba diciendo Hermione- pero me ha dicho un pajarito que van en pack, así que... ¡Para Draco! ¡Con mucho cariño de tus reencontrados amigos! ¡Esperamos que las disfrutes!
Dos paquetes bastante grandes fueron levitados a su regazo. Desenvolvió el papel de pequeños dragones de colores y abrió la primera de las cajas. Los ojos se abrieron aun más, la cara de sorpresa inigualable, y la boca en forma de “o”.
- ¡Oh dios mío! Son... son... ¡Oh joder! ¡Son perfectas! –consiguió decir mostrando un par de botas de caña alta manufacturadas con piel de dragón. Las escamas eran gris metálico, y en conjunto daban una imagen impresionante.
- Son de Ironbelly Ucraniano. – le dijo Harry con una sonrisa cálida en el rostro. Demasiado cálida para el control de Draco, quien humedeciéndose los labios susurró un tenue gracias, que prácticamente hizo saltar a Harry del asiento.
- Son las ventajas de tener un especialista en dragones en la familia. – explicó Bill, desviando la atención de todos sobre Harry- Se tiene acceso de primera mano a cualquier producto.
- Abre el otro paquete Draco, ya verás como también te gusta. –añadió Charlie con un guiño-
Draco obedeció de inmediato, con los ojos brillantes como un niño con zapatos nuevos, literalmente en su caso. Con zapatos nuevos, y por lo que Draco estaba viendo, también con una preciosa, maravillosa, fantástica chaqueta de piel de Ironbelly Ucraniano.
No lo pudo evitar, se desabrochó las botas que llevaba puestas y se calzó las nuevas. Se alzó de un salto y se puso la chaqueta, de largo tipo casaca y paseándose por el salón pidió la opinión de los presentes. Ante lo cual todos alabaron el regalo, y lo bien que le quedaba. De hecho, fue opinión general que Draco debería conservar el nuevo conjunto por el resto de la velada, ya que prácticamente parecía estar hecho para el modelo que vestía esa noche.
Con los regalos ya abiertos, y los ánimos por las nubes se decidió que era hora de salir a tomar algo. Tras varias consideraciones, se decidió que lo mejor era ir a tomar unas copas algún bar nocturno en el mismo Londres, y siendo la hora que era iba a ser mejor pensar en algún garito de los albergaba Knockturn Alley. La noche terminaría en una de las discotecas mágicas más famosas de toda la vieja Europa: Invocatio, situada en Praga, para la cual Draco y Hermione ya tenían preparados los flyers que hacían a la vez de portkey.
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Autor:
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Fandom: Harry Potter
Personaje/Pairing: Harry/Draco
Prompt: #058 Cena, por la cena más detallada que haya escrito hasta el momento.
Rating: PG
Resumen: Alguien me dijo una vez que no había nada más grande en el mundo que amar y ser corrspondido. Yo le repondí que quizás recuperar un amor perdido.
Advertencias:
Notas de Autor: Dedicado a
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La comida del día treinta de agosto fue todo un éxito, para Draco no había duda de ello, siempre que el objetivo hubiera sido unir de forma definitiva a ambos grupos de magos y brujas, claro está. A partir de ese día, no era raro escuchar a Adriana hablando por wiz-phone con Padma o que Ginny y Leire quedaran para ir de compras. Incluso Harry y Víktor planeaban negocios en común, no por nada eran los dos mejores buscadores de Europa aunque jugaran en ligas diferentes y sólo se enfrentaran en los mundiales. Por poner algunos ejemplos...
Draco por su parte mantenía buenas relaciones con todos, quedaba a menudo con los gemelos Weasley. Había salido alguna vez a tomar algo con Kingsley y Bill, pasaba a visitar a Percy, Penélope, y todos los demás que trabajaban en el Ministerio cada vez que iba por asuntos de trabajo. Quedaba para ver los partidos de la liga de Quidditch del Reino Unido en casa Ron con todos los demás, e incluso había asistido a alguno de los partidos de Harry cuando se le había hecho imposible encontrar alguna excusa ante la mirada suplicante de éste.
La vida seguía su curso, los días pasaban placidamente y Draco sentía que a pesar de todos los cambios que se estaban produciendo en su vida, se le hacía más fácil de lo que había imaginado. Seguía teniendo los mismos sentimientos respecto a Harry, pero por primera vez desde que se conocieron con once años de edad podía decir que Harry y él eran amigos. Amigos con sentimientos él uno para con el otro, amigos que se deseaban, pero amigos al fin y al cabo. Y no era una situación difícil de llevar, todo lo contrario, a pesar de lo que él sentía y del más que obvio interés de Harry por él, ambos parecían estar contentos con el ritmo al que iban las cosas, en un avance lento pero seguro y continuo. Hasta tal punto llegaba la comodidad que finalmente parecía haberse alcanzado entre ambos magos que incluso habían llegado a quedar alguna vez ellos solos para tomar un café o ir a comprar algo.
Por eso, no fue raro que el día que Hermione se puso de parto -un 18 de octubre por la tarde en la misma cafetería en la que Harry había rogado estar lejos cuando el evento sucediera- una semana antes de salir de cuentas, la primera persona a la que Harry llamó en pleno ataque de nervios fuera a Draco. Quien como mejor pudo le indicó qué y cómo proceder y se encargó en avisar al resto de los interesados, entre ellos el padre de la futura criatura.
Al día siguiente Draco se encontró en la situación más extraña desde que Harry había vuelto a entrar de nuevo en la órbita de su vida. Ahí estaba él, pasando por Diagon Alley, buscando un regalo adecuado para Hermione y la recién nacida Calipso, junto con su hija y Harry Potter, quien también buscaba algo para regalarle a Hermione, los dos enzarzados en una acalorada discusión sobre las mejores escobas del momento.
¡Merlín bendito! Pensó Draco girándose y viendo a Harry y su hija hablando y riendo animadamente, Que los dioses se apiaden de mí, porque me parece que estoy perdido. Harry lo miró en ese momento y le dirigió una sonrisa que puso a Draco todo tibio y sus piernas por poco no lo dejaron caer al suelo. Total e irremediablemente perdido.
Tan inundado estaba Draco con sus emociones, y el giro que su vida estaba dando casi sin darse él cuenta de ello, que cuando Hermione le preguntó durante la cena de Samhein, mientras le daba el pecho a su hija, qué había pensado hacer para su próximo cumpleaños, Draco se la quedó mirando con la boca abierta.
- ¡Oh dios mío! –y comenzó a reír, tapándose el rostro de la vergüenza- ¿¡Te puedes creer que se me había pasado totalmente de la cabeza!? ¡Cumplo treinta años de aquí a doce días!
Hermione le sonrió y se ofreció a ayudarle en todo lo que necesitara planificar.
- La treintena es un momento especial, tiene que ser celebrada con especial cuidado. –le instruyó, cambiando a Calipso de pecho- Yo te ayudo a prepararlo todo –y delante de la mirada sorprendida de Draco, continuó- ¡No me he vuelto inútil de golpe por tener que cuidar a mi hija! Y se me cae la casa encima si no hago nada. Me gusta estar de baja para pasar más tiempo con Cali, pero tengo la sensación que los días pasan y lo único que hago es dormir, comer, limpiar, y dar de mamar.
- Pues nada, me paso por tu casa y me ayudas a organizar mi cumpleaños, de todas maneras no quiero nada muy gordo, sólo amigos, y a poder ser en mi propia casa.
- Claro, tú no te preocupes. Será perfecto, -Hermione se cubrió de nuevo, abrochándose la camisa mientras Draco sostenía a Calipso.- Así, dámela que ya la aguanto yo y tú pásame mi bloc de notas que está en el bolso. Tengo montones de ideas de sitios donde podríamos ir.
El 11 de noviembre llegó antes de que pudieran darse cuenta, y como le comentó Harry a Charlie durante esa semana: “Casi nos pilla el dragón por las garras”. Si no hubiera sido porque los demás si que eran conscientes del inminente trigésimo cumpleaños de Draco, éste se hubiera quedado sin regalos, porque no todos los regalos son tan simple de conseguir como señalar a dedo un objeto en un tienda y listos.
Harry se levantó esa mañana terriblemente emocionado y nervioso. No sólo celebrarían el cumpleaños del hombre al que quería esa misma noche, sino que además iba a poder visitar por primera vez su casa. Draco y él estaban cada vez más próximos, y se desenvolvían con comodidad el uno con el otro, pero había varias barreras que ninguno de los dos había sobrepasado aún. Por un lado, ninguno de ellos había estado en la casa del otro, casi como si trataran de proteger sus respectivos remansos de paz, el lugar al que iban a lamer sus heridas en caso de salir algo mal. Por otro, su relación seguía en el ámbito puramente platónico, y seguían avanzando siempre dentro de los límites de la amistad. Por eso ese día era especial.
Hoy vamos a romper una de esas barreras, se dijo Harry corriendo de camino a la playa, y ¿quién sabe? Puede que sea un buen augurio y el resto de miedos que nos separan caigan también próximamente.
Después de sus ejercicios, de volar como un loco por la playa, estando previamente bajo un hechizo desilusionador, y de nadar durante un rato, se encontraba mucho más tranquilo. Seguramente debido en parte al entumecimiento causado por el agua glacial de A' Mhuir en Tuath a esas alturas del año. Una ducha y una comida no muy pesada, ya que como no paraba de recordarse esa noche seguramente comería como para alimentar a una banshee furiosa, así que era mejor no pasarse.
Hermione le había dicho que podía pasarse sobre media tarde, que en sí la fiesta no comenzaría hasta las ocho, la hora establecida para la cena, pero que ella estaría allí preparando cosas durante todo el día y podía ir a ayudar si quería. Obviamente no iba a perder la oportunidad de pasar más tiempo cerca de Draco, así que después de una breve siesta, comenzó a vestirse para la ocasión.
Se enfundó en unos bóxers negros, se puso desodorante suficiente como para hacer que legiones de brujas lo siguieran y decidió que no se iba a afeitar. Le gustaba como le quedaba esa media barba con aire desenfadado y algo rebelde. Un pantalón de vestir negro, y una camisa de igual color.
Se miró en el espejo. ¿Camisa por fuera o se la ponía por dentro del pantalón? Si llevara tejanos no lo dudaría, pero con pantalones de traje... Miró su colección de cinturones y escogió uno negro de piel, todo liso, teniendo como único adorno la hebilla en forma de serpiente labrada en planta que se abría y cerraba sólo ante las palabras correctas pronunciadas en parsel. Caminó descalzo hacia el armario zapatero y escogió unas botas camperas de piel de Colacuerno Húngaro. Sonrió pensando que ojala dichas botas estuvieran hechas con la piel de la dragona a la que se enfrentó durante el Torneo de los Tres Magos, ¡oh como le gustaría poder mirarlas y sonreír malicioso en venganza por el mal rato que le hizo pasar!
Calcetines negros, para no romper la tónica en la que iba, y botas calzadas. Tal como se había vestido, lo único que le quedaba para rematar el atuendo era una chaqueta de piel de Hébrido Negro que le regaló un MacFusty con el que estuvo liado. Su reloj de titanio, cadena de mithril, y un par de anillos y la cartera con dinero: unas cuantas libras y galeones y su MagicCard. Sólo le faltaba llamar a Charlie para confirmar que tenía el regalo para Draco listo y que no se olvidaría de llevarlo.
Una vez todo ya arreglado, y con la seguridad que el pedido que habían hecho había llegado a tiempo, se sentó en su cama mirando un pequeño paquete sobre su mesita de noche. Le había costado encontrarlo pero después de que Dobby buscara durante días en todas sus propiedades, por fin volvía a tenerlo ante él.
Abrió la caja y cogió con cuidado el pequeño relicario. Era una botellita de color verde esmeralda con una delicada filigrana en plata, pero lo importante no era su apariencia, por más bella que fuera, sino su función. Parecía mentira como avanzaba la magia, desde los primeros pensaderos, de aparatoso tamaño, a estos pequeños y tremendamente caros de nueva generación. El relicario era nuevo, lo había comprado hacía unos días, pero su contenido databa de hacía diez años. Era el regalo que le había estado preparando a Draco para su vigésimo aniversario. Memorias de los momentos más significativos de su relación, de la que tuvieron hacía años, del primer beso, de la primera vez que se acostaron juntos o que se dijeron “te quiero”, memorias de la guerra, memorias de su vida en común... Pequeños retazos de su pasado, vistos a modo de video-clip. Harry ahora había añadido las de su ruptura, porque aunque dolorosa fue un importante acontecimiento en la vida de ambos, y momentos de su reencuentro y de su nueva amistad.
Quizás pronto, pensó Harry esperanzado, pueda añadir la memoria de tú y yo volviendo a estar juntos. Y me gustaría poder regalarte esto hoy, sería adecuado después de una década de espera... Pero no sé si me veré con fuerzas suficiente.
Aún así, en un impulso repentino, guardó el relicario en la caja, lo empequeñeció y se lo guardó en la chaqueta.
Puede que con el valor que provoca el exceso de alcohol me atreva a dártelo. Y con esas palabras se apareció en el punto más próximo a la casa de Draco que le era familiar y desde donde pretendía coger un taxi hasta la actual residencia de los Malfoy.
En casa de los Malfoy el día había empezado bien temprano. Draco se había levantado a las siete de la mañana, y había dejado dormir a Elora por consideración. A las ocho de la mañana unas musicales campanadas anunciaban la llegada de un visitante vía red flú, a los pocos segundos Hermione, con la pequeña Calipso sujeta a su cuerpo en una especie de bolsa canguro, llegaban al recibidor de Draco gracias a la chimenea de transporte que tenía habilitada en dicha sala
Ambos habían desayunado al tiempo que hacían un programa de las tareas por hacer y se las repartían ente él, Hermione, Winky y Elora, quien había bajado en cuanto había escuchado las campanadas de la red flú.
Decorar el salón y el comedor, arreglar el jardín y prepararlo por si la velada se alargaba allí fuera, agrandar la mesa y duplicar las sillas del comedor para poder albergar a veintiocho persona, eran algunas de las cosas que se tenían que hacer. Además de preparar todos los platos de la cena, comprar algunas viandas de última hora, preparar refrigerios para los invitados que llegaran pronto, e incluso para las visitas que más que probablemente recibiría el día siguiente de parte de algunos conocidos y amigos no tan próximos.
Hermione había venido ya preparada con su ropa para la fiesta, y planeaba quedarse con la pequeña en casa de Draco hasta que esta hubiera tenido su última toma y se hubiera dormido. Llevándola entonces a casa de sus padres dónde se quedaría hasta que la pasaran a recoger bien entrada la noche. Draco por su parte había acordado con Neville y Dean que Elora se quedaría a dormir en casa de ellos, al cuidado de la abuela y los tíos de Neville. Y a pesar de la inicial reticencia de no estar a medianoche para ser la primera en felicitarle por su cumpleaños, finalmente su hija acabó cediendo tras la promesa de una comida donde ella escogiera al día siguiente, el día propiamente de su aniversario.
El día les pasó a una velocidad trepidante, había tanto por hacer... Aún así a las cinco la tarde, justo a cuando Hermione se preparaba un té, Winky vigilaba el horno y dejaba emplatadas raciones del menú, Elora jugueteaba en el sofá con Calipso, y Draco corría por el jardín con el pobre Willow, que se sentía algo abandonado desde la llegada de la pequeña gata, se escuchó sonar el timbre de la puerta principal.
- Ya voy yo Winky. –le dijo Hermione a la elfina- Tú mejor sigue con los platos que se te da mejor que a mí.
Hermione abrió la puerta y se encontró con un sonriente Harry, vestido para matar según su opinión, portando un paquete proveniente de una pastelería, un bolsa con una botella de vino y el surtido de tes que le había comprado a Draco meses antes y que aún no había encontrado la ocasión adecuada para entregárselo.
- ¡Harry! Que bien que llegues pronto, así mientras Draco se arregla y lleva a Elora a casa de Neville tu nos echarás una mano. –le saludó risueña- Venga, ven conmigo a la cocina que estoy haciendo té y así dejas estas cosas.
La cocina de Draco era una estancia grande y espaciosa, con todas las modernidades de la técnica muggles y mágica combinadas, una isla central con taburetes y una vitrocerámica enteramente muggle, una cocina clásicamente mágica preparada para ser usada por un elfo doméstico en la zona más alejada de la puerta acristalada que daba al jardín y junto a dicha puerta, una mesa redonda con sillas para varias personas. Harry lo observó todo apreciativamente y saludo a Winky, quien iba refunfuñando porque una vez más el amo Draco no la había dejado cocinar.
- Deja las cosas sobre la mesa, –le dijo la bruja retirando la tetera del fuego- Draco está en el jardín, ¿por qué no vas a decirle que tiene ya un invitado en casa? Y dile también que el té ya está listo, yo voy a ver que hacen Elora y Cali.
Harry fue hacia la puerta de la cocina que daba al jardín y sonrió maravillado ante la imagen de Draco en unos tejanos viejos y una sudadera jugando con su perro, persiguiéndose mutuamente.
- ¿Tú manera de mantenerte en forma? –preguntó apoyándose en el canto de la puerta corredera. Draco lo miró sorprendido, paró su carrera y se dirigió hacia él sonriéndole.
- Más manteniéndolo a él en forma, que si no se pondrá tan gordo como esa que descansa allí. –le respondió señalando hacia una gata que dormía placidamente en un cojín.
- Así que esa en la insigne Miut que te llena la ropa de pelos... –respondió devolviéndole la sonrisa.
- Sí, y mejor no te acerques demasiado a ella vestido como vas todo de negro –le comentó con una mirada de arriba abajo por el cuerpo de Harry. Y casi parafraseando los pensamientos de Hermione, tuvo que reconocer que Harry estaba impresionante. Lo que sólo le dejaba la opción de ponerse algo espectacular- Pero entremos, que descortés por mi parte recibirte aquí afuera, ¿te ha ofrecido Hermione un té? Hay café también, si te apetece más.
Algo después, con los estómagos calmados con el té y unas galletas, Harry y Draco hicieron lo propio que cada anfitrión e invitado debían hacer en ocasiones como esas. Harry le entregó el vino y el surtido de tes, y un postre de chocolate que había traído para esa misma noche y que estaba seguro de que le gustaría mucho. Draco no lo puso en duda en ningún momento, Harry lo conocía muy bien, prueba de ello era el Chianti y la caja de tes de Fortune & Mason, y tras agradecerle el detalle, añadiendo educadamente que no tenía porqué haberse molestado, procedió a darle un tour por la casa.
La casa, con dos pisos, sótano y buhardilla, era francamente grande para sólo vivir en ella Draco y Elora, sin contar con Winky y las mascotas. En la planta baja se podía encontrar el recibidor, la cocina, un amplio comedor y una sala de estar también bastante grande y muy hogareña, además de un cuarto de baño completo y el jardín, Suficientemente grande para albergar una pequeña caseta, un porche con unas sillas y una mesa y una pequeña piscina. En el piso superior en cambio se podían encontrar los dormitorios, el de Elora, el de Draco y uno para invitados, un despacho biblioteca, un cuarto de baño grande y equipado con bañera y ducha, y otro agregado al dormitorio tipo suite de Draco. Toda la casa estaba decorada con un gusto excelente, en tonos naturales que en conjunto con el suelo de parquet cubierto en varias zonas con alfombras formaba una imagen cálida y entrañable. Se podía imaginar a Draco perfectamente feliz en esa casa con su hija, su perro, su gata y una refunfuñona elfina. Se podía imaginar a él mismo pasando tiempo en esa casa y sintiéndose a gusto. Y sobretodo se podía imaginar a Draco en esa enorme cama suya con funda nórdica de color rojo oscuro, totalmente desnudo, estirado en ella de forma sugestiva, prácticamente ofreciéndosele. Harry tuvo incluso que toser para esconder el gemido que dicha visión le había causado. Draco sólo sonrió y continuó mostrándole el resto de la casa.
Cuando Draco se retiró para ducharse y vestirse para esa noche, Hermione, Harry y Winky se dedicaron a decorar el jardín con numerosas velas flotantes, esferas con luciérnagas mágicas y varias antorchas iluminando el porche. El resultado era realmente bonito, tal como dio a entender Elora tras salir al jardín y pronunciar un elocuente “wuuaaau...” lleno de admiración.
Mientras, en el piso superior, Draco Malfoy tenia un verdadero dilema sobre que ponerse. Tenía claro que vistiendo Harry de negro, esa opción quedaba descartada. Tenía que destacar y sobretodo contrastar con Harry. No sabía exactamente por qué, pero no le importaba demasiado. El marrón le quedaba bien pero no era color para una ocasión como esa, y lo mismo con los azules o los verdes, con los que se sentía un poco planta si vestía íntegramente de ese color. Sí quitaba los negros y la ropa de sport, le quedaban sólo los tonos grises. Grises oscuros quedaban descartados por parecerse demasiado al negro, no. Lo que necesitaba para esa noche era poder brillar. Una sonrisa apareció en su rostro al caer en la cuenta de que tenía el atuendo perfecto para esa noche. El año anterior se había comprado un traje gris perla para una función benéfica a la que él y Eduard habían sido invitados, y no se lo había vuelto a poner porque esa misma noche había roto con Caladan, el último mago con el que había estado saliendo, y simplemente le había cogido manía al traje.
Vestido sólo aún con la toalla de haberse secado después de la ducha, rebuscó en el armario hasta encontrar el traje. Lo sacó y tras quitarle la protección lo desplegó sobre la cama. Era tal como lo recordaba, de seda natural de polillas carnívoras de Bengala, suave al tacto, con una caída increíble pero terriblemente resistente y tupido. Meticuloso como era hasta la médula, buscó unos boxers también de color gris y unos calcetines del mismo color. Se deslizó dentro de los pantalones del traje y empezó a buscar una camisa que le quedara bien.
Mmmm... Tenía una de rayón color gris nacarado... Se dijo repasando con la mirada su gran surtido de camisas,, ¡Sí! Aquí está.
Se puso la camisa, abrochándose los botones con lentitud. Se miró en el espejo. Definitivamente por fuera le quedaba mejor. Los zapatos iban a ser un problema, tendría que conformarse con unos en negro, porqué en gris lo que tenía era todo de verano. Tenía unas botas blancas pero no estaba muy convencido...
Se paró frente el espejo de nuevo, en una mano las botas blancas, en la otra unos zapatos negros. Las botas blancas tenían la suela en gris, así que al final se decidió por ellas.
Total, pensó calzándoselas, después de esta noche quedarán grises como mínimo.
En el cuarto de baño se peinó el cabello, dejándolo que se acabara de secar, y con un poco de gel fijador en las manos de despeinó el pelo. Dejándolo de forma desenfada y espontánea, con unos mechones, algo más largos que el resto del cabello, cayéndole sobre los ojos. Un poco polvo de hadas irisado para darle brillo al pelo y a la mirada, la colonia y ya estaba listo.
Cogió la americana del traje y bajó hacia el salón para llevarse a Elora a casa de Neville y Dean.
Harry había estado cuidando a la pequeña Calipso, a la que tenía firmemente protegida en su regazo, y charlaba con Elora, mientras Draco se arreglaba. Hermione se había ido también a vestirse después de aburrirse de esperar a que Draco regresara.
Debería saberlo ya, pensó Harry, mientras escuchaba a Elora explicarle lo mucho que odiaba sus lecciones de latín y francés, Draco puede tardar horas en estar listo si considera que la ocasión es especial. Y el día de su cumpleaños es claramente especial.
Entre el alboroto de la voz de Elora contándole una u otra cosa, y su preocupación por que no se le cayera el bebé que sujetaba en sus manos, no escucharon los pasos de Draco bajando la escalera, quien sonrió estupidamente al ver a Harry sentado cómodamente en su sofá junto a su hija.
- ¡Papa! ¡Estás guapísimo! –gritó Elora al verlo aparecer a espaldas de Harry. Draco sonrió a su hija y agradeció el cumplido
Harry se giró con precaución. Ante semejante opinión por parte de Elora, no le cabía duda que Draco debía estar demoledor, aún así no se esperaba que casi se le cayera la pobre Calipso de las manos. No tenía palabras para describir la impresión que Draco daba. Parecía... ¿brillar? El traje gris claro le daba una imagen serena, elegante, incluso algo etérea. Sabía que debía decir algo, o como mínimo cerrar la boca y tratar de borrar la expresión de pez fuera del agua que seguramente se le había quedado, pero no se veía con capacidad de decir nada que no fuera un monosílabo.
- ¿Verdad que está muy guapo, Harry? –le preguntó Elora mirándolo apremiante.
Harry tragó saliva con fuerza varias veces, y recuperando un poco la compostura consiguió elaborar una frase completa.
- Sí que lo está. – y la sonrisa de satisfacción en el rostro de Draco, fue lo único que le hizo falta para poder continuar- De verdad Draco, estás increíble.
Draco tenía la sensación estar hinchándose de la mera satisfacción de recibir un halago de Harry. Y antes de darse cuanta de lo que decía, le estaba devolviendo el cumplido, halagándolo por su elección de ropa y por como acentuaba su atractivo. Lógicamente una vez que se dio cuenta de las palabras que habían salido de su boca deseó desaparecer de la faz de la tierra. Pero como no era una opción factible, decidió tomar la opción más parecido y dando un par de palmadas le anunció Elora que era hora de irse ya, ante lo que se marchó rápidamente del salón seguido de una Elora quejándose de que era aún muy pronto para marcharse.
Así, Harry se encontró solo en el salón con la única compañía de una criatura de apenas un mes de vida, y una cara de estupefacción digna de ser retratada.
¿Acaba de decirme Draco que me encuentra atractivo? Se preguntó con una mezcla de sorpresa y felicidad.
No es que no se lo hubiera imaginado, estaba claro que ambos se deseaban, pero una cosa era saberlo y otra muy diferente que el objeto de sus afecciones reconociera en voz alta que le parecía atractivo. Con esa misma expresión de complacencia lo encontró Hermione cuando bajó vestida con un conjunto de pantalón y blusón color negro y el cabello fijado para que los rizos le quedaran marcados, y durante minutos se estuvo riendo de él y de Draco, una vez que Harry le explicara lo que había pasado, y lo increíblemente guapo que Draco iba.
Cuando Draco regresó, lo hizo acompañado de Neville y Dean, y mientras dejaba a sus invitados en el salón él y Winky sirvieron los aperitivos en el jardín y encendieron un par de Setas del Diablo, que producían una gran cantidad de energía, que caldeó el ambiente y lo dejó a una agradable temperatura para poder estar al aire libre sin necesidad de chaquetas ni abrigos. Pronto el resto de invitados fueron apareciéndose o llegando vía flú, y Draco se encargó como buen anfitrión de saludar a cada uno de ellos, de agradecerles que hubieran venido y en caso de ser necesario, agradecerle por los detalles traídos, y mostrarles la casa a todos. Mientras tanto el resto de invitados disfrutaba del aperitivo servido en el jardín.
Frituras variadas orientales, canapés de paté, olivada, salmón o caviar; nagiri y maki sushi, y un variado surtido de quesos y embutidos, todo acompañado de cóctel de champagne o en caso de preferirlo, de cerveza. A todos los invitados se les pasó unas tarjetas para que escogieran qué dos platos del menú planeado preferían, y entre alabanzas y preguntas sobre alguno de los próximos manjares se dirigieron hacia el comedor donde una enorme mesa bellamente decorada con rosas blancas, violetas, y hiedra los recibió. Cada comensal se sentó en sus lugares asignados y los primeros platos fueron servidos, a escoger entre una ensalada de otoño con vinagreta de níscalos o un milhojas de patata con panceta y trufas, servido con un suave vino rosado del Languedoc, región francesa en la que Draco tenía una villa en Narbona. Mientras los últimos invitados terminaban su primer plato, Draco tranquilizó a Ronald Weasley, asegurándole que el siguiente plato sería más sustancioso y que en caso de tener más hambre, siempre podía repetir o probar otro de los platos.
- Tienes que perdonar a nuestro querido Ronnie, Draco. –dijo George ante la cara de satisfacción de Ron ante la idea de poder comer de los tres siguientes platos- Mamá aún no sabe como pasó, pero nació con un gran estomago en lugar del resto de órganos normales. Damas y caballeros, saluden a Ronald a-que-hora-comemos Weasley, el primer estómago andante del planeta.
Las risas sonaron por todo el comedor, y Ron enrojeció de forma alarmante hasta que Lavander lo besó y volvió a su tonalidad habitual. La conversación continuó de forma animada y los segundos platos fueron servidos. A escoger entre mero con uvas blancas confitadas al vino, magret de pato al chocolate negro y triángulos de pasta rellenos de queso de cabra y rucula con salsa de nueces, todo debidamente servido con vino blanco o tinto del Priorat. La comida estaba deliciosa y las copas de vino eran llenadas y vaciadas a cada vez a mayor velocidad. Para cuando la mayor parte de comensales terminaron su plato, Ronald Weasley había devorado uno de cada tipo y ya preguntaba que había de postre ante la cara de asombro de Draco. El sorbete de limón ayudó a bajar el exceso de comida, dejando el camino libre para el fondant de chocolate negro con una guarnición de frutas del bosque, junto con las numerosas botellas de cava brut nature. Botellas que siguieron saliendo junto con los cafés, tes y demás infusiones que los invitados desearan.
Se desplazaron al salón, repartiéndose entre varios de los sofás, butacas, sillas, puffs, e incluso algunos, como en el caso de Harry, que decidieron estirarse en la alfombra con varios cojines, una copa de cava en la mano y la cabeza reposando en el sofá.
Los diferentes pasteles encargados para la ocasión fueron el siguiente postre. Desde un bizcocho de nata y trufa, con fruta caramelizada y perlitas plateadas formando un dragón y un 30, pasando por la tarta casera made in Molly Weasley de queso y arándanos, además de varias tartas sacher encargadas por Sígrid, hasta el brownie extra denso traído por Harry llamado “delirium tremens”. Todos satisfechos, con las barrigas llenas y la risa tonta, decidieron iniciar una ronda de copas y más tes o cafés, según el gusto, hasta llegar a la media noche, hora en la que Draco tendría que apagar sus treinta hadas de luz. Para los fumadores, varias visitas al jardín fueron requeridas, puesto que “dentro de casa está prohibido fumar” fueron las exactas palabras de Draco dichas en tono seco, sorprendiendo a algunos, hasta que la explicación salió a la luz.
- Es que en una ocasión, en este mismo salón montamos un gran fumada. –Comenzó a explicar Anthony entre risas, a pesar del ceño fruncido de Draco- Y acabamos quemando con las chinas una alfombra que Draco había recuperado del patrimonio Malfoy hacía apenas dos semanas.
- ¡Pilló un cabreo! –exclamó Terry riéndose- Y nos echó a todos de casa vapuleándonos con la dichosa alfombra que no sabemos cómo pero acabó en llamas.
La media noche se aproximaba, y las copas de cava fueron llenadas de nuevo para hacer el brindis ceremonial. Una a una las campanadas fueron sonando, y con el resonar de la doceava, las copas fueron alzadas.
- Por Draco, por su feliz trigésimo regalo de vida. –exclamaron veintisiete voces a coro mientras Draco permanecía en silencio pero con la copa alzada- Que los dioses bendigan tu senda, y la salud, fortuna y felicidad jamás abandonen tu techo. ¡Por Draco! –uno a uno, cada invitado fue repitiendo la última exclamación bebiendo un sorbo de sus copa, Draco en respuesta bebía en respuesta con cada uno de ellos. Su copa, obviamente tuvo que ser llenada varias veces, y al finalizar todos los brindis Draco se tapó el rostro con las manos y comenzó a reír tontamente.
- ¡Oh Merlín!- rió sentándose en el reposa brazos de una de las butacas- Creo que me estoy mareando...
- Vamos, vamos compañero –comenzó Víktor sosteniendo en una mano su copa, pero en su caso llena de vodka- Aún queda mucha noche por beber.- Draco sólo emitió un gemido frustrado, y murmuró algo sobre doparse a base de té, pero antes de que pudiera llegar a la cocina Hermione se le tiró encima en un afectuoso abrazo gritando por el camino “¡felicidades!”.
Y con esa señal, la ronda de abrazos, besos, palmaditas a la espalda y apretones de mano se abrió, y todos fueron felicitándole de forma más personal, comentándole lo bonita que era su casa, lo deliciosa que había estado la cena, o simplemente preguntándole donde estaban el resto de bebidas.
Harry esperó pacientemente a que todos hubieran pasado ya por los brazos de Draco para ir él a felicitarle, debatiéndose entre un neutral apretón de manos, unas palmaditas algo más cordiales, o abrazarlo arriesgándose así a perder el control al sentir a Draco tan cerca.
Se acercó hacia Draco, quien continuaba sentado en el mismo reposa brazos. Draco alzó el rostro, la mirada fija en la suya y los labios entreabiertos, Harry casi podía jurar que Draco le estaba invitando a besarle. Juntó todo el autocontrol del que fue capaz y simplemente se limitó a acariciarle el cabello susurrándole su felicitación y sus mejores deseos. En medio de las animadas y escandalosas conversaciones que giraban alrededor de ellos era casi un milagro que hubiera escuchado algo de sus palabras, y aún así Draco se levantó y con una sonrisa en los labios se acercó más a él susurrándole al oído “gracias”. A Harry todo el cuerpo le tembló y se tuvo que sentar en el mismo lugar que previamente había ocupado Draco para evitar caerse al suelo.
Draco por su parte se sentía lleno de energía de golpe, el mareo se le había pasado, alcohol había entrado en su sistema y se sentía tremendamente feliz.
La noche aún es joven, pensó mirando hacia sus espaldas y sonriendo al observar la expresión de sorpresa de Harry.
- ¡Venga! Traedme esas hadas de una vez. –exclamó en el centro del salón. Fred Weasley empezó a aplaudir y lanzar exclamaciones mientras su hermano mayor Bill levitaba una esfera llena de pequeñas luces azules y apagaba todas las luces de la casa en un rápido movimiento de varita y un simple “Dulak”.
- Cuando estés listo. –le dijo el mayor del clan Weasley.
- Ahora más que nunca, –respondió Draco, la varita en su mano y poniéndose en posición de ataque añadió- Suéltalas.
La esfera transparente que contenía a las hadas, treinta hadas para ser exactos, se desvaneció y antes de que éstas pudieran comenzar a volar libremente Draco exclamó “¡Ventus!” en dirección a la masa luminosa. Una ráfaga de viento envolvió a las hadas y por unos segundos la habitación quedó a oscuras. Draco sonrió satisfecho, era rápido, lo sabía, y se alegraba tremendamente de no tener que perseguir a alguna de las hadas por toda la casa hasta darle alcance. A los pocos segundos empezaron a escucharse una risas musicales, las hadas encendieron de nuevo su fuego mágico en una explosión de luz azulada y polvo de hadas que cayó sobre todos los invitados dejándoles un brillos azulado sobre la ropa, aplaudiendo todos en respuesta contentos. Con su función realizada, las hadas dieron un par de vueltas por la sala sin parar de reír, deseando amor y felicidad para todos y se marcharon por el jardín.
- Shirak. –dijo Draco, y las luces de la casa volvieron a encenderse.
- ¡Es la hora de los regalos! –exclamaron varias voces a la vez.
- ¡Y de más bebida! –exclamaron otras soltando alegres carcajadas. Botellas de cava, licores, refrescos y cervezas aparecieron en las dos mesitas del salón para regocijo de aquellos que sentían ya el gaznate seco.
Hermione se levantó se su asiento, con una copa de cava en una mano y la varita en la otra, la sonrisa adornando su rostro que brillaba no tanto por el polvo de hadas sino por lo alegre que se sentía.
- Tenéis razón, ya va siendo hora de que el chico del cumpleaños abra sus regalos. Draco, ven a sentarte aquí en el sofá. – dijo la bruja señalando el lugar que había estado ella ocupando. Draco obedeció y se sirvió otra copa de cava y un trozo del “delirium tremens” que Harry había traído. Hermione hizo un movimiento de varita y varios paquetes aparecieron justo a sus pies, en el centro del salón. – Bien, bien... Veamos cual será el primer regalo... – y diciendo eso levitó uno de los paquetes hasta la altura de sus manos, inspeccionó la tarjeta y haciéndoselo llegar a Draco exclamó -¡De parte de Fred, George, Kathy y Lee! ¡Te desean que lo disfrutes de forma placentera!
Draco desenvolvió el paquete mientras el resto de invitados reían y trataban de sonsacarle a los gemelos y parejas de que se trataba el regalo, y el resto de hermanos Weasley se contenían la risa. Draco terminó de desenvolver el paquete y abrió un bonito estuche de madera, el interior del cual estaba lleno de frasquitos de varias pociones de colores. Cogió una de color rosa fuxia y leyó la etiqueta.
- Poción amplificadora de orgasmos... – Una expresión de sorpresa se plasmó en su rostro, los demás invitados comenzaron a reír mientras Draco continuaba leyendo los nombres de todas las pociones- Lubricante con base de pomada curadora, Loción de hipersensibilidad, Erección duradera e instantánea, Relajante muscular, Multiplicador de orgasmos, Elasticidad muscular máxima, Agrandador de pene, Garganta profunda... – y así continuó nombrando cada pequeño frasquito- ¿Agrandador de pechos? ¿Para que diablos quiero yo un agrandador de pechos?
Más risas fueron soltadas, y divertido George le contestó que la poción venía el pack y no habían caído en quitarla, pero que siempre la podía probar para ver que pasaba, ante lo cual Fred añadió que en hombres también funcionaba pero no con efectos tan superlativos como en el caso de las mujeres.
- Prefiero no preguntar como es que sabes que funciona en hombres. –murmuró Draco guardando dicha poción en el estuche, Fred miró a Lee y ambos se pusieron a reír como locos. A Ron casi se le cae la copa de la mano al llegar a la misma conclusión que el resto de presente.
- ¡Fred! ¿Cómo se te ocurre probar semejante cosa? – exclamó todo rojo.
- Tenemos que testar todos nuestros productos Ron, en ambos sexos. –respondió Fred, ante lo que Kathy murmuró algo sobre sentirse conejillo de indias- Así que tu tranquilo Draco, no hay nada en la caja que no haya sido probado por nosotros y que no de óptimos resultados.
- Nos han dicho que eres muy meticuloso en tus pociones, sobretodo en las de uso más íntimo. –añadió George lanzándole un guiño a Hermione- Así que puedes estar tranquilo, este set de pociones fue preparado por nosotros mismos, estas en buenas manos.
Draco gruñó algo sobre “antes muerto que confiando en ese par de locos” y le lanzó una mirada venenosa a Hermione, quien, no le cabía la menor duda, había informado a los gemelos sobre su reticencia a productos no preparados por él. Hermione le sonrió y continuó con sus funciones de presentadora.
- El siguiente regalo, –dijo levitando otro paquete- no va a ser tan gracioso, pero estoy segura de que le encontraras gran utilidad. De parte de los de siempre, es decir... de los clásicos de cada año. ¡Muchas felicidades Draco, esperamos que te ayude a patear unos cuantos traseros en le ministerio! –y suavemente levitó el paquete hacia Draco, quien lo desenvolvió rapidamente, y no escondió su sorpresa y deleite ante el regalo.
- ¡Madre Morgana! ¡Es una copia de del Codice de Derecho Mágico Vinculante de Burdock Muldoon! ¿De dónde habéis sacado esto? Ni siquiera en la biblioteca de Malfoy Manor había un ejemplar de esto. –preguntó asombrado ante el antiguo volumen que sostenía en sus manos.
- Si te lo contamos no te lo vas a creer, de verdad. – respondió Terry desde su asiento- Quedamos un día con calma y te lo explicamos. ¡Pero guárdalo bien! Un libro así no sólo es valioso sino que de seguro te será terriblemente útil.
Draco acarició con cuidado la suave piel del pesado libro, y lo volvió a envolver con cuidado. Llamó a Winky y le pidió que depositara el valioso regalo sobre la mesa de su despacho, la elfina asintió contenta de ser encomendada en una importante tarea y se desapareció con un suave “plop”.
- Muy bien, después de este presente tan serio, veamos que más hay por aquí para el chico del cumpleaños. –continuó la bruja sonriente por ver a su amigo tan complacido, había valido realmente la pena todo el jaleo para conseguir el dichoso libro- A ver, a ver... De parte de los mismos admiradores tuyos tenemos este paquete –dijo la bruja levitando una paquete redondo envuelto en brillante papel rojo- ¡Para que disfrutes de decadentes noches, muchas felicidades!
Draco recibió el paquete y lo abrió de forma suspicaz. Conocía a sus amigos de sobra para saber que si el libro había sido el paquete serio, ahora tocaba el paquete “de coña”, lo que era sinónimo de alto contenido sexual o erótico. Sólo viendo el tejido del contenido ya le hizo reír. Para que todos pudieran ver bien el conjunto que la caja contenía, sacó una de las piezas: un sombrero vaquero de piel y se lo colocó en la cabeza, causando risas y silbidos. Seguidamente mostró unos boxers parte de lycra marrón, parte de ante del mismo color, y un pequeño chaleco también de ante marrón, más para hacer bonito que para cubrirlo. Las risas escalaron de nivel y los gemelos Weasley aullaron causando aún más carcajadas. Draco se puso el chaleco por encima de la camisa y los boxers los dejó sobre sus piernas.
- Bueno, ¡al menos no es otro vibrador! –exclamó poniéndose de pie y paseándose aguantándose los bóxer sobre la cadera. Sus invitados rieron a gusto, por tomarse el asunto con tan buen humor, y delante de los murmullos interrogantes sobre ¿vibradores? añadió- Cualquiera diría que hago colección o algo así, prácticamente cae uno al año, con lo cual debo tener como una docena.
- Naahh... Este año pensamos que sería buena idea comprarte algo que te hiciera conjunto con aquel látigo que te compramos el año pasado en la India. – explicó Terry-
- Y si te lo pones todo con unas botas camperas, –añadió Dean prácticamente llorando de la risa- por lo que más quieras, ¡haz fotos!
- ¡Controla a tu marido Neville! – replicó Draco riendo también- Está pidiendo poder ver mis increíbles posaderas enfundadas en cuero.
Dean rió a gusto, a la vez que le decía a Neville con pequeños besos que el único trasero que realmente quería ver era el suyo. Draco se hizo el ofendido ante el comentario, y Neville lo tranquilizó diciendo que si él estaba dispuesto, Dean y él mismo estarían encantados en echarle una ojeada a su trasero. Silbidos y exclamaciones se mezclaron con las risas, hasta que Hermione decidió poner algo de orden.
- Ya vale niños, dejad ya de pervertir mentes inocentes con proposiciones indecentes. –comenzó diciendo la bruja- Vamos Draco, siéntate de nuevo como un buen chico que aún quedan regalos por abrir. ¡Draco! –exclamó viendo como su amigo hacía caso omiso de sus palabras- Deja de contonearte como una bailarina de striptease y siéntate de una vez.
Draco murmuró un “aguafiestas” y a regañadientes volvió a su asiento guardando las tres prendas en su caja. Harry, en cambio, respiró aliviado. Ver a Draco con semejante modelito estaba haciendo estragos en su libido, y la conversación sobre el trasero de Draco no ayudaba demasiado. Por no decir nada sobre el instinto asesino que estaba sintiendo en dirección a Dean y Neville, por más que supiera que todo había sido una broma entre amigos. Si hubiera podido, hubiera gruñido de forma posesiva agarrando a Draco de la cintura y llevándoselo corriendo hacia la cama más próxima.
- Quedan aún dos paquetes, –iba diciendo Hermione- pero me ha dicho un pajarito que van en pack, así que... ¡Para Draco! ¡Con mucho cariño de tus reencontrados amigos! ¡Esperamos que las disfrutes!
Dos paquetes bastante grandes fueron levitados a su regazo. Desenvolvió el papel de pequeños dragones de colores y abrió la primera de las cajas. Los ojos se abrieron aun más, la cara de sorpresa inigualable, y la boca en forma de “o”.
- ¡Oh dios mío! Son... son... ¡Oh joder! ¡Son perfectas! –consiguió decir mostrando un par de botas de caña alta manufacturadas con piel de dragón. Las escamas eran gris metálico, y en conjunto daban una imagen impresionante.
- Son de Ironbelly Ucraniano. – le dijo Harry con una sonrisa cálida en el rostro. Demasiado cálida para el control de Draco, quien humedeciéndose los labios susurró un tenue gracias, que prácticamente hizo saltar a Harry del asiento.
- Son las ventajas de tener un especialista en dragones en la familia. – explicó Bill, desviando la atención de todos sobre Harry- Se tiene acceso de primera mano a cualquier producto.
- Abre el otro paquete Draco, ya verás como también te gusta. –añadió Charlie con un guiño-
Draco obedeció de inmediato, con los ojos brillantes como un niño con zapatos nuevos, literalmente en su caso. Con zapatos nuevos, y por lo que Draco estaba viendo, también con una preciosa, maravillosa, fantástica chaqueta de piel de Ironbelly Ucraniano.
No lo pudo evitar, se desabrochó las botas que llevaba puestas y se calzó las nuevas. Se alzó de un salto y se puso la chaqueta, de largo tipo casaca y paseándose por el salón pidió la opinión de los presentes. Ante lo cual todos alabaron el regalo, y lo bien que le quedaba. De hecho, fue opinión general que Draco debería conservar el nuevo conjunto por el resto de la velada, ya que prácticamente parecía estar hecho para el modelo que vestía esa noche.
Con los regalos ya abiertos, y los ánimos por las nubes se decidió que era hora de salir a tomar algo. Tras varias consideraciones, se decidió que lo mejor era ir a tomar unas copas algún bar nocturno en el mismo Londres, y siendo la hora que era iba a ser mejor pensar en algún garito de los albergaba Knockturn Alley. La noche terminaría en una de las discotecas mágicas más famosas de toda la vieja Europa: Invocatio, situada en Praga, para la cual Draco y Hermione ya tenían preparados los flyers que hacían a la vez de portkey.
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