duare: (boyd evil inocent green)
[personal profile] duare
Título: Un Break My Heart #4a
Autor: [livejournal.com profile] duare
Fandom: Harry Potter
Personaje/Pairing: Harry/Draco
Prompt: #004 Interiores, por el viaje interno de los personajes hacia sus motivaciones.
Rating: PG
Resumen: Alguien me dijo una vez que no había nada más grande en el mundo que amar y ser corrspondido. Yo le repondí que quizás recuperar un amor perdido.
Advertencias:
Notas de Autor:Dedicado a [livejournal.com profile] gaia_naturae, por su 22 cumpleaños. Beteado a por [livejournal.com profile] aviss. Lo he terminado de escribir más de un año después de publicar las tres primeras partes, colgado en internet por primera vez para [livejournal.com profile] fanfic100_es, así que es inédito hasta el momento. Sólo lo habían leído la chica del cumpleaños, aunque en una versión más chapucera, y la beta (obviamente)
Total Palabras: 15.838 entre parte y b del capítulo 4

Anteriores: Capítulo 1, Capítulo 2, Capítulo 3




UN-BREAK MY HEART


4. Life is so cruel without you


Desaparecerse de esa sala era una de las cosas más difíciles que Draco había hecho en toda su vida. Sabía que era lo correcto, pero una parte de él le gritaba que dejara de ser por una vez en la vida el Draco Malfoy perfecto que todos esperaban que fuera y se dejara llevar. Aunque luego se estampara con la realidad, al menos tendría otra noche con Harry para recordar durante los años venideros.
Pasó por casa primero y se sentó en el sofá de la sala con su recién adquirida gata en el regazo, una pequeña minina que Eli había encontrado abandonada en la calle. Dejó que la sensación de acariciar el pelaje del animal lo tranquilizara. Un vez que consiguió recomponerse lo suficiente se apareció en casa de Neville y Dean, en la mansión Longbottom, donde pasó el resto del día aparentando una calma que realmente no sentía. Y cuando por fin se marcharon Draco se sentía internamente drenado así que preparó un par de ensaladas para cenar y Winky hizo un par de tortillas, al tiempo que se quejaba porque el señor Draco no la dejaba hacer bien su trabajo y quería interferir siempre.
La cena fue tranquila aunque algo silenciosa por parte de Draco, cosa que Elora aprovechó para relatar con todo lujo de detalles todo lo que había hecho en casa de Dean y Neville y todas las bromas que Kabul y ella habían gastado al resto de la familia Longbottom. Pronto fue la hora de irse a dormir de Elora, que una vez más protestó sobre la sinrazón de irse a dormir tan pronto estando en vacaciones.

-Porque toda señorita que se precie necesita sus ocho horas de sueño para estar bella, ¡así que ala, a dormir! –le iba diciendo mientras iban subiendo ambos la escalera,- Además, mañana vendrá la Sra. Fitch Patrick a quedarse contigo y le he dicho que debes repasar tu latín. Y nada de quejas, bastante estás ganduleando ya este verano. -justo cuando estaban ya arriba Draco escuchó como la red flú central se encendía y alguien intentaba comunicarse con él – Voy a ver quien es, y lávate los dientes, a fondo, o te saldrán caries –medio gritó bajando las escaleras.

Aceleró el paso hasta llegar a la sala para encontrarse a la cabeza de Hermione entre las llamas, con una expresión preocupada. Ver a su mejor amiga allí bajó totalmente sus defensas, la máscara cayó al suelo y sólo pudo sentarse frente al fuego mientras Hermione le preguntaba preocupada si estaba bien.


Lejos de allí, en una casa en la costa oeste de Escocia, Harry Potter despertaba. Había pasado el resto del día durmiendo, intentando de alguna manera olvidar los eventos del fin de semana, y se había masturbado por segunda vez pensando en Draco en menos de 24 horas. Se sentía fatal y lo peor es que no sabía exactamente por qué. Suponía que en parte era por las palabras de Draco. Le habían hecho despertar esa vocecilla interna que todos tenemos y que se encarga de recordarnos cuando la hemos cagado. También sentía la frustración recorrerle el cuerpo, estaba seguro de desear a Draco como hacía tiempo que no deseaba a nadie, lo que ya no tenía claro era si sólo lo deseaba o había algo más.
Ciertamente, no se imaginaba teniendo una noche de sexo loco con Draco para separarse una vez hubieran acabado, como solía hacer con sus amantes esporádicos.
¿Quiere eso decir que quiero algo más con Draco? Se preguntó sorprendido.

-Necesito una ducha –murmuró levantándose de la cama, camino al baño de su propia habitación.

El agua caliente relajó todos sus músculos eliminando parte del estrés y tensión que había acumulado en los últimos días, fruto de los celos y la tensión sexual no completada.
Se puso unos cómodos pantalones de pijama de algodón y una camiseta ancha de tirantes del mismo tejido. Caminó descalzó hacia la cocina dónde Dobby le había dejado hechos sobre la mesa un par de sándwich.
Que los dioses se lo paguen, pensó. Realmente no sabía que sería de él sin el pequeño elfo preparándole comida y manteniendo la casa limpia. Si no fuera por Dobby estaba seguro que se saltaría gran parte de las comidas a las horas normales.
Meneó la cabeza pensando en lo desastre que era para algunas cosas. Sacó una cerveza de la nevera y la abrió de camino al salón.
Se estiró en la alfombra, y recostado contra el sofá frente al fuego, tomó un largo trago.
Calsberg, de botella verde, se dijo a sí mismo mirando la cerveza. Y por asociaciones estúpidas de ideas acabó pensando en Draco. En lo bien que se había sentido tener de nuevo a Draco junto a su cuerpo, lo perfecto que se había sido el beso, y los terribles celos que había tenido imaginando a Draco con otra persona.
Se perdió en sus pensamientos, realmente no sabía lo que le estaba pasando. O sinceramente, no estaba seguro de querer saber que le estaba pasando.


Mientras Draco acostaba a Elora y se aseguraba de que se hubiera lavado los dientes y la cara correctamente, Hermione se aparecía en la sala de la familia Malfoy.
Con sólo ver la cara de su amigo a través del fuego ya supo que algo había pasado, y estaba cien por cien segura que ese algo se llamaba Harry Potter. Cuando volviera a ver a Harry, si es que no pasaban de nuevo dos años hasta la próxima visita, pensaba estirarle de la orejas y pegarle unos cuantos gritos hasta que se quedara satisfecha. ¿Sería posible que acabara de aparecer de nuevo en la vida de Draco y ya la estuviese desmontando de nuevo?
Draco bajó al poco encontrándose a su amiga picoteando olivas y queso.

- ¿Qué no has cenado? –preguntó alzando una ceja y mirándola divertido.

- ¡Ja ja ja! Sí que he cenado, pero he visto el tarro de olivas y ha sido como un impulso irrefrenable, antojos supongo... –respondió con una luminosa sonrisa- Y ahora siéntate a mi lado y cuéntame que ha pasado.

Y así lo hizo Draco, los dos sentados en los taburetes de la cocina mientras Draco le explicaba los sucesos del fin de semana. Cómo poco a poco Harry y él habían conseguido hablar e interactuar sin problemas, cómo la tensión sexual entre ambos era como una constante, los celos de Harry, cómo él había provocando dichos celos, y el beso. Un beso que le había sabido a días pasados y que aún así había disfrutado hasta casi dejarse llevar.
Casi sin que lo notara, las lágrimas empañaron sus ojos. Frustración y dolor, la extraña mezcla que Harry hacía crecer en él.

-¿Qué voy a hacer Hermione? Las negociaciones han terminado, ya no hay razón para que lo vuelva a ver, y de hecho una parte de mi no quiere volver a verlo jamás, porqué ver a Harry me mata por dentro. Pero... Pero hay otra parte que ansía tenerlo cerca, que ansía sentir de nuevo ese cosquilleo por todo el cuerpo sólo porque Harry me esté mirando. Me voy a volver loco... –concluyó escondiendo el rostro entre sus manos.


Harry seguía frente al hogar, se había comido los dos sándwich y la cerveza llegaba también a su fin.
Dejó caer hacia atrás la cabeza, recostándola en le sofá y cerró los ojos.
Su mente voló diez años atrás, recordando cómo era la vida con Draco, cuando todos salían juntos y compartía su vida con el chico del que se había enamorado a los 17 años.
Draco había sido su primer amor, todo lo anterior sólo habían sido estúpidos flirteos adolescentes, pero a Draco lo había querido de verdad. Recordaba como en su sexto curso el joven Malfoy había cambiado de bando, no abiertamente al principio, pero Dumbledore, Snape y él lo sabían, y por extensión sus amigos.
De los tres fue Hermione la primera en tratar de llevarse bien con Draco, sesiones interminables de estudio en la biblioteca por las noches consiguieron que entre ambos se forjara una profunda amistad que había perdurado por los años. Para él en cambio fue más difícil llevarse bien con el joven Malfoy. No que Draco siguiera antagonizándole a todas horas, pero para él y Ron se había convertido en una costumbre pelearse, sospechar y pensar siempre lo peor de Draco Malfoy. Simplemente no entendía porque un niño rico de papá iba a cambiar de bando. De acuerdo que su padre estaba preso en Azkaban y los Malfoy habían perdido parte del prestigio y poder de antaño, pero... Simplemente era mucho más fácil sospechar que todo era un plan para obtener información. La verdad cayó sobre todos el día que encontraron a Draco después de horas de búsqueda en las afueras de Hogsmeade. Había sido un sábado primaveral típico de salida al pueblo pero a la hora de la cena Draco seguía ausente y la alarma saltó cuando un alumno de séptimo de Slytherin dijo que quizás sólo había recibido lo que se merecían aquellos que daban la espalda a los suyos.
Terriblemente malherido, tuvo que pasar días en la enfermería hasta estar recuperado del todo.
Ese fue el principio de todo, Harry sabía que su estúpido complejo de héroe haría que se sintiera culpable por lo que le había pasado al joven Slytherin y sobretodo por no haber hecho caso de Hermione, que se pasó todo el día diciendo que deberían echarle un ojo a Draco porque no era seguro que estuviera solo.
¿Pero que iba a saber él? Era sólo un chico de 16 años, cansado de confiar en la gente que se dedicaba a esconderle la verdad. Era lógico que recelara de Malfoy, lo raro hubiera sido no hacerlo.
De todas formas, a partir de aquel ataque Malfoy pasó a ser más que aquel repelente y odioso compañero de curso.
Fueron dos cosas las que desencadenaron el giro de sentimientos hacia Draco.
Una fue escuchar de sus propios labios sus razones para cambiar de bando, razones que expuso claramente en el gran comedor frente a la mesa de su casa, y cómo les advirtió que si intentaban la más mínima acción de nuevo en su contra pagarían las consecuencias, seguía siendo el hijo de su padre y quedó claramente patente en el peligroso tono implícito.
La segunda fue la noche que escuchó una conversación entre Draco y Blaise.
Recordaba que en aquella época había sufrido de largas horas insomnio y dedicaba esas horas a pasear por el castillo bajo su capa de invisibilidad y el mapa del merodeador en mano. Esa noche en particular observó el puntito de Draco Malfoy largo rato solo en la Torre de Astronomía, se dijo a sí mismo que sólo iba a asegurarse de que nada malo le pasara, al fin y al cabo, se sentiría fatal si después de la anterior paliza y de plantar cara todos sus compañeros de casa le volvía a pasar algo pudiendo haberlo evitado.
Estuvo varios minutos observando a su compañero de clase con detenimiento, algo que no había hecho nunca antes y le sorprendió ver lo perdido que parecía.
Con el tiempo Harry llegaría a entender el porqué de ese estado pero en aquellos momentos fue algo que lo dejó fuera de lugar. No estaba acostumbrado a ver a Draco Malfoy como alguien vulnerable, con problemas como el resto del mundo, es decir, como un ser humano normal y corriente. Para él, Malfoy sólo era el insufrible bastardo que le hacía la vida imposible en clase. Sus meditaciones de aquella noche fueron cortadas por la llegada de Blaise Zabini. No pudo evitar tensarse, ¿qué si Zabini atacaba a Draco? Tendría que salir y ayudarle y ya puestos explicar el porqué de su presencia. Pero nada de eso pasó, para su sorpresa lo que presenció fue el final de una relación.
Harry cerró los ojos y vio ante él aquella escena que tanto caos formó en su interior años atrás.


-Draco... –pronunció Blaise acercándose con cuida a la ventana en la que el otro mago estaba sentado.

-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar planeando alguna manera de matarme? ¿O quizás es lo que has venido a hacer? –atacó Draco furioso, como si le doliera pensar que eso fuera verdad.

-No seas idiota, fue cosa de los de séptimo, no nos dijeron nada a ninguno de los de sexto, supongo que sabían que no lo habríamos permitido. –respondió con seriedad y algo contrariado.

-¿A qué has venido Blaise? – la pregunta era directa, tanto como la mirada que le lanzó Draco. Una mirada penetrante, traspasando al otro mago hasta el tuétano, o eso le pareció a Harry.

-¿Acaso no es obvio? Draco, tenemos, no... Necesitamos hablar –fue la respuesta de Blaise y Harry juraría que la voz era casi suplicante.

-¿Hablar? No tenemos nada que hablar, yo he tomado mi decisión y por lo que he visto tú has tomado la tuya, no hay nada más que hablar. O estas conmigo, o estás contra mi. –el tono era duro, tanto que incluso Harry se sintió mal por el otro mago. No sabía bien que se traían entre los dos pero estaba claro que se llevaban bien y que el cambio de bando de Draco iba a romper esa amistad.

-¿Así de simple? O estoy contigo o estoy en tu contra... ¡Maldito seas Draco! No es tan fácil... No todos tenemos las fuerzas para cambiar de bando, no todos queremos hacerlo. ¿Realmente crees en toda esa basura de la igualdad, el amor y la paz en el mundo? –el tono de voz de Blaise se alzaba cada vez más y cogía notas entre divertidas y exasperadas- Por favor, dame algo de crédito, he dormido contigo desde hace mucho, así que con el cuento a otro.

- Me da igual lo que pienses Blaise, pero las cosas están así. ¿Tan difícil es creer que no quiero un mundo lleno de sangre, odio y muerte? Porqué eso es lo que será, Blaise. –Draco se levantó, la ira se hacía patente tanto en su tono como en su porte.- Un mundo donde gente como mi padre esté al mando, dónde nos arrastremos ante un ser que se cree superior a todos cuando lo único que tiene es un terrible complejo de inferioridad por ser un media sangre. Pues bien, yo no quiero vivir en un mundo así, he crecido en él Blaise, tú lo sabes mejor que nadie, y si hay algo que esté en mi mano para evitarlo, simplemente lo haré, lo demás me da igual.

-Entonces... ¿Esto es todo? –preguntó Zabini dubitativo, con voz temblorosa.

-Lo he pensado mucho Blaise, y no hay manera de que lo nuestro pueda continuar estando en bandos diferentes. Son demasiadas diferencias... Y mejor ahora, que no un día en el campo de batalla. –las palabras retumbaban en la mente de Harry, ¿lo nuestro? Pensó perplejo.

-Merlín, Draco... – susurró Blaise acercándose a Draco- ¿Por qué tiene que ser así? Ojala todo esto no pasara y tú yo simplemente pudiéramos ser felices... Sé que no sientes lo mismo por mí, al menos no con la misma intensidad, pero siempre pensé que...

Draco se acercó e impidió que Blaise continuara con la frase besándolo con suavidad.

-Adiós Blaise... Cuídate, por favor... Mantente a salvo, y sobretodo no te cruces en mi camino en el día final, no podría soportarlo –y con esas palabras se fue. Harry pudo ver la tristeza en los finos rasgos de Malfoy y no pudo evitar sentirse mal. Más aún cuando escuchó el suave llanto de Blaise Zabini.


A partir de aquella noche, a finales de sexto curso, Harry cambió su comportamiento hacia Draco, no es que se llevara bien con él, pero tampoco lo molestaba. Simplemente se mantenía en silencio cuando Hermione los juntaba a todos para estudiar para los NEWTS y observaba como Draco y Hermione hablaban, o como Ron insultaba a Draco y este se defendía con sus ácidos comentarios, etc.
Malfoy se había convertido en una extraño acertijo, un misterio fascinante, en parte entendía las razones del Slytherin para cambiar de bando, en parte no. Estaba seguro que había mucho más detrás de las palabras que cruzó con Zabini. Y también estaba la cuestión sobre la aparente homosexualidad de Draco Malfoy.
Durante el verano no paró de darle vueltas a todo. Harry sonrió al recordar lo frustrado que se había sentido sin saber por qué.
Supongo en esos momentos ya me gustaba, sólo que ni siquiera lo sabía, pensó recordando aquellos días. Días largos y tediosos en casa de sus tíos, deseando marcharse a la mínima oportunidad.
Para él las relaciones homosexuales nunca habían sido un choque mental, al menos no desde la particular charla sobre “abejas y flores” que le dio Sirius en su cuarto curso, tan particular que en cierto punto pasó a ser sobre “mariposones y juncos”. Pero simplemente no había tenido tiempo para plantearse sus preferencias. Oh, ciertamente le gustó Cho en su día, y puede que incluso las Patil le parecieran atractivas, pero nunca había pasado de ahí la cosa.
Y no ayudó en nada a su calma mental que le empezaran a aparecer imágenes de hombres en la mente mientras se masturbaba en la ducha, o por la noche en la cama o...
¡Merlín! Creo que no he cambiado mucho desde la adolescencia, pensó divertido aligerando así los ánimos.
Para cuando empezó séptimo curso Harry tenía ya una idea más clara sobre sus gustos de cama, no había dejado de encontrar a las chicas guapas ni atrayentes, pero eran los de su propio sexo los que conseguían hacerle tocar el cielo en silenciosas noches, en la soledad de su cama. Y aquel no sé qué que había arraigado en él desde que vio a Malfoy besando a Zabini fue creciendo hasta explotar en un furioso beso al joven Slytherin en una de las sesiones de entrenamiento que Dumbledore había programado para ambos. Un beso en el que expuso su ansía y deseo, sus ganas de conocer aquello que sólo había soñado. Un beso al que Draco respondió con un fuerte empujón, para seguidamente besarlo de nuevo.
A partir de ese día empezó lo que al principio fue una turbulenta relación, pero que poco a poco se fue asentando. Dándose mutuamente tiempo para conocerse y descubrir que a aparte del sexo, tenía mucho más en común hasta el punto de conseguir sobrevivir a una guerra, a los celos, a las dudas, a los miedos, al rechazo y la incomprensión.
Y cuando la calma llegó, cuando por fin tuvieron sus vidas establecidas, cuando por fin pensó que podrían ser felices algo pasó. Algo cambió dentro de él. Y lo tiró todo por la borda. Abandonó sin mirar atras a la única persona en el mundo a la que había querido de verdad y con la que había sido realmente feliz.
¿Por qué? Esa era la única cosa que pasaba por su mente. ¿Por qué lo hizo? ¿En qué demonios pensaba al abandonar lo que siempre había querido de esa manera? Una parte de él se arrepentía de haberlo hecho, la otra pensaba que sus vivencias de los últimos años y no tenía claro que hubiera podido renunciar a todo eso. Pero, ¿realmente era cuestión de renunciar? ¿Por qué pensó que Draco le impediría alcanzar sus sueños? Y de ser cierto, ¿realmente había valido la pena?
La confusión martilleaba la cabeza de Harry como la peor de las resacas, y un dolor intermitente como unos fuertes zumbidos golpeaba sus sienes.
Finalmente el cansancio y el agotamiento mental de tanto darle vueltas a lo mismo lo vencieron y la poción anti-dolor pudo hacerle efecto permitiéndole dormirse de nuevo, cayendo en un profundo estado de inconciencia donde no había nada, una absoluta y pacifica nada.


Desde aquel día Harry deambuló por el mundo como si estuviera dormido, reaccionando a las cosas pero sin estar en cada sitio con todos sus sentidos. Su mente, lejos de toda realidad, seguía tratando de explicarse el porqué de su nuevo interés por Draco o si este era realmente nuevo o una rebrotada, por decirlo de alguna manera, de los antiguos sentimientos que había sentido por el otro mago en el pasado.
Con la temporada de Quidditch terminada y su contrato ya firmado las vacaciones se solían llenar de eventos sociales para Harry. Fiestas, reuniones, espectáculos, etc. El mundo del deporte y de la farándula solían entrecruzarse con frecuencia, sobretodo tratándose de atractivos magos y hermosas brujas. Los días pasaron en una interminable sucesión de eventos que para Harry carecían de sentido. Tomar unas cervezas con los ex-compañeros, salir con los nuevos para conocerse mejor antes de la pretemporada, aparecer en algún acto social junto a una despampanante bruja... Incluso las clásicas cervezas con el grupito de colegas de siempre le parecían insustanciales. Había algo que seguía faltando, algo que no acaba de estar en su lugar, y no había manera de conseguir poner el dedo en ello, o simplemente prefería no saberlo.
Despertarse de madrugada en algún hotel junto a un cuerpo distante le acaba provocando un nudo en el estomago.

Esto no es lo que quiero... – palabras susurradas en la oscuridad de un cuarto anónimo acariciando las sabanas frías. La silenciosa pregunta vibrando en el ambiente, ¿qué es lo que busco? La respuesta, sin embargo, continuaba siéndole esquiva.
Las dudas, la incertidumbre de no saber lo que a uno le pasa acaba haciendo estragos en la salud. Se sentía drenado, cargando un peso sobre él sin saber de que se trataba. Incluso el Niño que Vivió, el paladín del bien, tenía un limite, y simplemente estaba llegando a éste.
Necesito que alguien ponga algo de orden en mi cabeza, acabó reconociendo, necesito a Hermione.

Y así, en poco más de una mes y medio Hermione Granger, Boot de casada, se encontró de nuevo con la inesperada visita de su viejo amigo Harry Potter.

-¡Harry! Que sorpresa verte de nuevo, es bueno que esta vez no hayas tardado dos años en volver –señaló la bruja jovialmente en broma- Invítame a tomar algo mientras me cuentas lo que te pasa, ¿vale? He desayunado hace una hora pero vuelvo a estar muerta de hambre.

-¿Por qué piensas que he venido a contarte algo? Puede que simplemente me apetezca ver a mi guapísima y embarazadísima amiga –interpuso Harry con la sonrisa bailándole en el rostro ante la expresión incrédula de Hermione. –Vale, vale, tú ganas. ¿Un café y una pasta servirán como soborno para que me prestes por unos minutos tus oídos?

-Convierte el café en un capuchino con mocha y la pasta en un sándwich doble y soy toda tuya –le fue diciendo la bruja mientras cogía su bolso y su túnica exterior.

Chocoa era una cafetería-crepería muy cercana al nuevo edificio del Ministerio de magia en pleno Londres muggle. Lo cual fue todo un alivio para Harry, al menos así podría mantener una conversación tranquila sin ser flasheado por estúpidos paparazzis.

-Imagínate las portadas de las revistas del corazón si entrara a tomar algo en Diagon Alley con una bruja embarazada –comentó con algo de irritación, ante lo cual Hermione simplemente rió divertida.

-Eso sería gracioso, ya veo los titulares: “Harry Potter: El Niño que vivió Para Marcar un Gol, todos los secretos sobre al futura paternidad del soltero de oro”. ¡Ja ja ja! Lástima que sepa con total certeza la paternidad de mi hijo, Terry yo gozamos de una intensa y muy activa vida sexual, así que no tengo tiempo para andar con amantes. Lo siento Harry, otra vez será –añadió guiñándole un ojo.

-Realmente no necesitaba saber eso. –masculló Harry entre dientes visualizando sin querer la “intensa y muy activa vida sexual” de su amiga.

Con un enorme sándwich doble de queso, jamón york, tomate, lechuga y mayonesa, mucha mayonesa, y un capuchino con mocha grande Hermione mantenía una sonrisa de felicidad ante la expectativa de la comida. Harry la miraba anonadado, ¿cómo podía entrar tanta comida en un cuerpo tan pequeño? Aunque después su vista recayó en la barriga de ocho meses de Hermione y la cosa ya no parecía tan imposible. Él por su parte sorbió su café largo, sin azúcar ni sacarina y continuó observando a la su amiga comer con deleite.

-Bien, cuenta, cuenta. No te quedes ahí encantado. Soy mujer, así que perfectamente capaz de comer y escuchar a la vez y aún me sobra capacidad para mucho más –apuntilló Hermione entre bocado y bocado.

-El exceso de humildad nunca había sido una de tus cualidades, –le comentó algo sorprendido y también curioso por saber que más cambios se habrían producido en su vieja amiga en estos años.

-Oh bueno, los malos hábitos se acaban pegando, y digamos que tengo un amigo con el ego del Everest. –le explicó sonriente- ¡¡Y ahora centrémonos, cuenta, cuenta!! –añadió en plan conspiratorio.

-No sé por donde empezar. –inició Harry dubitativo- Ni siquiera sé cómo explicar lo que me pasa. Me siento perdido. No sé lo que quiero y... bueno, sí que sé lo que quiero, pero no sé si lo quiero de verdad o es sólo un capricho. Supongo que se me junta todo, Hermione. Mi futuro... Yo, ¿te he contado que quiero dejar el Quidditch en unas pocas temporadas? – la bruja simplemente asintió- No sé, supongo que te planteas las cosas de manera diferente cuando sabes que tu futuro empieza a dar una curva diferente. Asentar la cabeza como se suele decir. Sólo que francamente no me veo con mujer e hijos.

-Marido e hijos sería quizás más apropiado, ¿no?

-Sí, supongo que sí. Pero... Se siente todo tan vacío. No lo entiendo... O quizás sea yo el que está vacío. Es como si tuviera la sensación de que falta algo. –acabó reconociendo meneando ausente el café frío.

-¿Y qué es lo que buscas Harry? –la pregunta directa sorprendió a Harry, sobretodo porque era el eco de sus propios pensamientos.

-No lo sé...

-¿Seguro? Porque me parece muy curioso que todo este replanteamiento de tu vida, toda esta “búsqueda” –añadió haciendo unas comillas con las manos- te haya surgido justo en el momento en que cierto amigo mío ha vuelto a aparecer en tu vida, ¿no crees? –la mirada de la bruja fija en él, sin darle posibilidad de escapar al escrutinio.

-Puede ser... –las palabras escaparon de él sin darse cuenta-. De acuerdo, ver a Draco de nuevo me ha hecho pensar en muchas cosas. ¡Joder! Desde que lo vi en su despacho que no he dejado de pensar en él, de pensar y pensar y pensar, hasta darme dolor de cabeza. –reconoció exasperado.

-Debe ser la falta de practica, obviamente, –fue el comentario bañado de sorna.

-¡Hermione! Estoy aquí abriéndote mi corazón y tú riéndote de mi.

-Vamos, vamos. No te pongas sensible. Era todo una broma. Dime, ¿cómo te has sentido viéndole de nuevo? Supongo que ya no has tenido la estúpida necesidad de huir de él.

-No, para nada... Más bien al contrario. –añadió dubitativo- No me lo puedo sacar de la cabeza, por más que lo intento. No hago más que pensar y recordar todo lo que ha pasado entre los dos, y me frustra no poder recordar ninguna razón válida para acabar lo que teníamos.- terminó reconociendo, la mirada perdida, y un tumulto de emociones agolpándose en su cabeza.

-Sí, eso es una cosa que a mi también me gustaría saber...- añadió la bruja.- Respóndeme a esto, en el momento de dejarlo, ¿aún lo querías?

-Sí. –la respuesta clara, sin dar lugar a dudas. Hermione sólo asintió como si esperara escuchar exactamente eso.

-Y en todo este tiempo, ¿has vuelto a sentir algo parecido a lo que tuviste con Draco por alguien más? –continuó insistiendo Hermione. No pensaba dejar escapar a Harry esta vez, había tenido mucho tiempo para pensar sobre el asunto y quería ver si había o no llegado a la conclusión correcta.

-Yo... Creo, creo que no. –reconoció pensativo- A veces al principio de empezar algo creía que sí, que podría llegar a querer a esa persona, pero enseguida volvía la sensación de insatisfacción, de no querer ligarme a nadie. Mi prioridad ha sido mi carrera así que tampoco me he preocupado, de he hecho he preferido no atarme a nadie.

-¿Te estás escuchando? Atarte a alguien... Harry mantener una relación de pareja es compartir, es compromiso sí pero no como si te ataras una piedra al cuello, cada uno puede seguir su vida, sólo hay que llegar a un acuerdo. Y pongamos como ejemplo que salieras con algún jugador o jugadora de Quidditch, hubieras tenido libertas de sobras para vivir tu carrera al máximo, así que ¿por qué no llegó a funcionar? Sé sincero contigo mismo, Harry.

Harry continuaba removiendo pensativo el café, como si este le fuera a dar la respuesta de todos sus males. No podía negar que las palabras de Hermione tenían sentido, ¿por qué entonces había seguido empujando fuera de su vida a todos los que se habían acercado a él?
¿Había dejado a Draco por eso? Por miedo a que se hubiera acercado demasiado, miedo a que hubiera calado demasiado hondo en él, dándole así la capacidad de hacerle daño.
¿Se resumía todo a su miedo al dolor? Dolor a la perdida... Miedo a la perdida...
Y de ser así, ¿tanto le había afectado la muerte de Sirius? Porque por más que racionalizara el asunto esta era la única solución más o menos lógica que le encontraba. Sería entonces posible que la perdida de su padrino le hubiera causado ese temor a querer a alguien tanto, a depender de alguien de tal manera que el dolor de la posible perdida le impulsara a cortar los lazos antes de que estos llegaran a arraigar demasiado. O aún peor, ¿podría ser que su infancia carente de todo cariño le hubiera llevado a cerrarse a toda posibilidad de dar y recibir afecto? ¿Podría haberle llevado a crear de forma inconsciente mecanismo de autoprotección, barreras prácticamente inexpugnables, ante la posibilidad de ser herido pero también de ser plenamente feliz?

Hermione observó a Harry atentamente, notando las diferentes expresiones que iban pasando por el rostro de su amigo. Creía poder saber lo que estaba pensando Harry porque en cierto modo era un reflejo de sus propias conclusiones. Conocía a Harry desde los once años, lo había visto crecer y sobretodo lo había visto pasar por situaciones por las que ninguna persona de su edad debería. Siempre pensó que la muerte de Sirius había marcado a Harry más de lo que nadie podía llegar a imaginar y era obvio que una infancia negligente y desprovista de cariño como la de Harry tenían que dejar huella de alguna manera. Así que cuando Harry terminó su relación con Draco sin motivo aparente con su desconcertante comportamiento posterior, algo hizo clic en la mente de Hermione. Había una conexión entre ambos hechos, estaba segura, una conexión de la cual Harry había estado totalmente ignorante hasta este momento.

Enterrando el rostro entre sus manos Harry dejó escapar un largo suspiro.
-Merlín Hermione... Me siento tan perdido, tanto como...

-Como hace quince años, cuando murió Sirius, ¿verdad? Pero ahora tienes ya treinta años Harry, eres un adulto con una vida establecida y un gran profesional, no un adolescente con el peso del mundo sobre sus hombros. Y creo que va siendo hora de que hagas las paces con tu pasado, todos lo hemos hecho ya, sólo que tú eres quien más tiene con qué lidiar. Pero aún así, aún así Harry, si quieres que tu vida deje de dar tumbos, si quieres ser plenamente feliz es tiempo de olvidar tus miedos, afrontarlos y vencerlos y aprender a abrirte de nuevo a la gente que te quiere, arriesgándote a que te hagan daño sí, pero con la puerta abierta a ganar mucho más de lo podrías imaginar. –le aseguró con una sonrisa tranquilizadora posando sus manos en su barriga de embarazada como prueba de ello.

Harry la miró expectante, con vehemencia, como si esperara que Hermione le fuere ha facilitar una formula mágica para solucionar sus problemas, dudas y dolores de cabeza es una chasquido de dedos. Pero Hermione simplemente le sonrió cálidamente, mostrándole que pasara lo que pasara si él quería ella iba a estar junto a él. Y tuvo que preguntarse cómo había sobrevivido los últimos años sin su amiga junto a él, sin su capacidad de racionalizar y analizar las cosas. Envidiaba a Terry por tener como esposa a una mujer tan maravillosa como Hermione.

Es un cabrón con suerte, pensó algo más animado. Y sus pensamientos volaron rápidamente al otro hombre en la vida de Hermione: Draco. Y lo envidió por haber tenido a su lado a la mujer frente a él en todo ese tiempo, ayudándole en los buenos y malos momentos. Sacudió la cabeza para alejar sus pensamientos de ese derrotero y volver al punto en discusión.

Sí, tiene toda la razón. Ya va siendo hora de dejar de tener miedo por cosas que no lo merecen. Estos últimos diez años he vivido temiendo al dolor, evitando el daño emocional y lo único que he conseguido es negarme a ser feliz. Supongo que ahora es el momento adecuado para ir haciendo cambios, como diría Trelawney: “los hados se han confabulado para colocarme en esta encrucijada. No existen las casualidades, sólo lo inevitable.”

-Supongo que tienes razón, para variar. –añadió con un guiño- No sé cómo he podido sobrevivir sin ti todo este tiempo.

-¡Menudas preguntas Harry! ¿No has visto lo caótica que es tu vida? Pues ese es el resultado de la falta de mis buenos consejos –le respondió sonriente con la manos sobre su vientre-. Así que más te vale no volverte a distanciar tanto.

-¡Vale, vale! –contestó entre risas-. Pero que sepas que soy de los pocos individuos que aún viven de una rara especie en peligro de extinción bautizada como “solterus licenciosus” por Seamus. Pobre... Creo que aún no se ha recuperado del shock de haberse casado.

-¡Oh Merlín! ¡Seamus! Hace siglos que no lo veo, ni a él ni... ¡Bufff! Hay tanta gente a la que hace tanto que no veo, de los Weasley por ejemplo sólo veo a los que trabajan en el Ministerio. Y a Ron me lo crucé con Lavander hace unos meses en Diagon Alley. –concluyó con la mirada perdida, Harry tuvo la impresión que su amiga recordaba días pasados, cuando el gran grupo de amigos que una vez fueron quedaban semanalmente para salir, charlar, etc. Y no pudo evitar que la espinita de la culpa le pinchara a su consciencia.

-Ya... Sabes, estos días he estado pensando en esto, en le grupo de antes. Lo pasábamos bien, ¿verdad? Y nos fuimos alejando por mi culpa, porque me comporté como un cretino con Draco y no fui capaz de actuar como una persona civilizada en su presencia, no pude hacer como tú y Ron. ¿Por qué Hermione? ¿Por qué no pude hacer como vosotros, por qué no pude seguir saliendo sólo como amigos con él al igual que vosotros?

-Es diferente Harry. –y ante la mirada interrogante de Harry la joven añadió- Ron y yo éramos amigos antes de ser pareja, desde los once años. Nos dimos nuestra oportunidad juntos pero descubrimos que no funcionábamos en ese sentido, supongo que era necesario sino siempre nos hubiera quedado la duda. Pero tú y Draco nunca estuvisteis en esa situación.

-Cierto, lo mío con Draco fue más bien una atracción irrefrenable. –admitió pensativo.

-Sí, definitivamente entre Draco y tú siempre había habido un fuerte torrente de emociones, simplemente las transmutasteis, ¿no? Pasasteis de moleros a palos y mataros a golpes a mataros a...

-¡Hermione! –interrumpió riendo- No hace falta ser tan bruta. Pero supongo que tienes razón, de nuevo. Aunque al final nos acabamos queriendo, al principio fue más que nada atracción. Pensándolo con distancia... Creo que esa fue una de las causas con las que justifiqué para separarme de él...

-¿Perdón? –preguntó su amiga frunciendo el ceño.

-Pues que sólo era atracción y... No me mires así, ya sé que no lo era pero mi mente puede ser muy traicionera, sobretodo cuando se trata de engañarme a mi mismo. Así que aunque en mi fuero más interno sabía que realmente lo quería, por fuera no paraba de pensar y de repetirme que empezamos sólo por el sexo. Y entonces mezclaba ideas sobre que yo sólo había estado con Draco, y claro, si sólo era atracción, ¿valía la pena limitarme a estar con una sola persona en toda mi vida?

-Creo que nunca había escuchado nada más estúpido en mis treinta años de vida. A ver si lo he entendido bien. Te convenciste a ti mismo de que como empezaste con Draco sólo por atracción física, aún sabiendo en algún remoto rincón de ti que había mucho más, eso te llevó a considerar que de continuar así sólo habrías tenido sexo con él y te frustraste de alguna manera, ¿no? Por que claro, que aburrido debe ser tener que follar toda la vida con Draco Malfoy, ¿verdad? Y todo porque en el fondo, muy en el fondo tienes una especie de trauma infantil y te impide ligarte a alguien... Lo he entendido bien, ¿verdad?

-Eeeh... ¿Si? –se atrevió reconocer a Harry avergonzado de sí mismo por lo incoherente que sonaban sus acciones al ser expuestas de manera fría y racional- Vale, sé que suena como una gilipollada, ¡pero tenía veinte años joder! A esa edad todos cometemos errores y metemos la pata, y además acababa de salir de la puta guerra –añadió con amargura-. Tampoco se me puede exigir que estuviera cien por cien en mis cabales, ¿no? –preguntó mirando a su amiga, casi pidiéndole su aprobación.

-Sí, Harry todos comeremos errores, y no sólo a los veinte años. Siento haberlo dicho de esa manera, no quería que te pusieras a la defensiva, sólo estaba puntualizando un hecho pero me he pasado. Perdóname. –y con una sonrisa le acarició la mano a modo de disculpa.

-No pasa nada, perdóname tú a mi... Es sólo que estoy nervioso, agobiado, vamos: no en mi mejor momento.

-Ya lo veo ya... Se te ve tenso –añadió Hermione observando el rostro de su amigo- Deberías relajarte un poco Harry, supongo que cuando empiece de nuevo la temporada de Quidditch estarás mejor pero creo que te vendría bien salir con los amigos y tomarte una pintas, ¿no te parece?

Harry la miró sorprendido por unos segundos y empezó a reír a carcajadas. Hermione no cabía en sí de indignación. Ahí estaba ella, intentando animar y consolar a su amigo, amigo al que no veía con frecuencia y que sólo la venía a ver cuando le interesaba a él, y éste se reía de ella sin ningún tipo de tacto. Con lo sensible que estaba ella ahora que se encontraba en estado. ¡Hombres!

Harry finalmente se percató del enfado de su amiga entre carcajada y carcajada e intentó justificarse como buenamente pudo.

-¡Oh Mione! No te enfades, es sólo que has sonado justo como Ron y Seamus, que lo arreglan todo con unas cervezas en el bar. Pero supongo que sí que tienes razón, me iría bien la distracción, y los amigos están para eso, ¿no? -miró a Hermione calmando su ataque de risa, el problema era que sonaba tan hilarante escuchar a Hermione parafraseando la panacea de todos los males de Ron y Seamus- ¿Sabes? Me gustaría que todos volviéramos a salir juntos, como antes, ¿no sería genial?

-Estaría bien quedar algún día, -contestó con cierta prudencia- para recordar viejos tiempos y ponernos al día de todo. Hace años y años que no nos vemos algunos. Pero no sé si será buena idea Harry. O al menos no hasta que hables primero con Draco, más que nada porque de golpe puede ser una situación un poco violenta.

-Supongo que tienes razón... Quizás debería hacerle una visita y hablar con él -dijo más para él mismo que para su amiga-. Eso estaría bien, hay algunas cosas que debería dejar claras... Y luego podría hablar con Dean y Neville, así seguro que no se negaría y...

-¡¡Ey, ey, ey!! Para el carro Harry. Dale tiempo, deja que lo que tenga que pasar pase, que las cosas sigan su curso sin forzarlas. Primero habla con Draco, ¿vale? Pero te lo advierto Harry James Potter, si vuelves a hacerle daño, si lo vuelves a tratar como hace diez años te corto los atributos de los que todo el mundo habla tanto en esas horribles revistas del corazón.

-Vale, vale, de acuerdo. -Respondió incomodo. Ciertamente la imagen de una muy seria Hermione Boot amenazándolo con caparlo era realmente aterradora, así que puso su mejor sonrisa de no haber roto nunca un plato y trago saliva nervioso.

Siguiente

This account has disabled anonymous posting.
If you don't have an account you can create one now.
HTML doesn't work in the subject.
More info about formatting

Profile

duare: (Default)
duare

August 2012

S M T W T F S
   1234
5 67891011
12131415161718
1920 2122232425
262728293031 

Most Popular Tags

Style Credit

Expand Cut Tags

No cut tags
Page generated Jul. 6th, 2025 12:16 am
Powered by Dreamwidth Studios