duare: (absenta)
duare ([personal profile] duare) wrote2006-12-04 06:47 pm

FIC: Un-Break My Heart #8

Título: Un Break My Heart #8
Autor: [livejournal.com profile] duare
Fandom: Harry Potter
Personaje/Pairing: Harry/Draco
Prompt: #072 Fijado/reparado/arreglado, por la segunda oportunidad que Harry y Draco le dan a su relación..
Rating: R
Resumen: Alguien me dijo una vez que no había nada más grande en el mundo que amar y ser corrspondido. Yo le repondí que quizás recuperar un amor perdido.
Advertencias:
Notas de Autor: Dedicado a [livejournal.com profile] gaia_naturae, por su 22 cumpleaños. Beteado a por [livejournal.com profile] aviss. Lo he terminado de escribir más de un año después de publicar las tres primeras partes, colgado en internet por primera vez para [livejournal.com profile] fanfic100_es, así que es inédito hasta el momento. Sólo lo habían leído la chica del cumpleaños, aunque en una versión más chapucera, y la beta (obviamente)
Total Palabras: 8.013

Anteriores: Capítulo 1, Capítulo 2, Capítulo 3, Capítulo 4a, Capítulo 4b, Capítulo 5, Capítulo 6, Capítulo 7




UN-BREAK MY HEART


8. Say you’ll love me again



El Marsella era un bar viejo y de aspecto bastante normal de puertas afueras, algo oscuro y lúgubre en conjunto como el resto de locales alrededor. Pero una vez se entraba se tenía la sensación era de haber dado un salto en el tiempo y haber cruzado justo la puerta de un café bohemio del parís del siglo XIX. Las luces, los colores, las risas, la música y la extraña combinación entre el olor a alcohol, personas, tabaco y otras hierbas embotaban rápidamente los sentidos. Y cuando los visitantes creían que ya estaban totalmente inmersos en el ambiente, una copa de una brillante bebida amarilla verdosa llena entre un cuarto y la mitad les era servida. El secreto mejor guardado del Marsella: la absenta, con receta propia de la familia desde 1235, por más que los muggles insistan en que no fue inventada hasta el siglo XVIII.

El grupo de amigos consiguió abrirse paso entre el gentío que había en el bar, daba igual que fuera viernes, el Marsella estaba lleno cualquier día de la semana. Y encontrando un pequeño rincón con una mesa y cuatro sillas libres, dejaron que Hermione se sentara y dejaron en las demás los abrigos, chaquetas, capas, sombreros y bolsos.

- ¿Veintiocho copas? –preguntó Harry, alzando la voz para intentar hacerse escuchar.

- Veintisiete –respondió Hermione desde su silla-. Es mejor que yo no beba de esto estando dando el pecho.

Minutos después Harry aparecía levitando veintisiete copas de absenta, un azucarero lleno de terrones de azucar, veintisiete botellas de agua, y una copa con alguna bebida rojiza que depositó frente a Hermione.

- Para ti guapa, -le dijo con un guiño- sirope de cereza con agua gasificada. –la bruja en respuesta le sonrió contenta.

Tomarse la absenta era más una ritual que un simple acto, que requería de un espacio para prepararlo y de su tiempo para estar listo. Como mejor pudieron se fueron repartiendo entre la pequeña mesa y una estrecha barra en la pared contigua a ellos.
Harry y Draco terminaron el uno junto al otro en la barra, más varios de sus amigos. El calor, el alcohol, y el deseo mutuo patente en todos sus gestos, y en la forma de moverse cuando ambos cuerpos prácticamente se rozaban continuamente debido al poco espacio.
Mojar el terrón de azúcar en la absenta, los más golosos gastarían uno entero sólo para lamerlo como si fuera un caramelo, colocar el terrón sobre una cucharilla apoyada encima de la copa, justo en el centro. Un suave Inccendio para prender el azúcar empapado de alcohol dejando que se fundiera al tiempo que lentamente se añadía un fino chorro de agua a presión sobre el azúcar ardiendo, deshaciéndolo, diluyéndolo, volviendo blanquecina la bebida y enturbiando la brillante transparencia.
Enturbiada, como la mirada de Draco al observa al hombre junto a él preparando las copas de ambos y lamiéndose de los dedos el resto de azúcar. Y Draco deseó ser dedos para poder ser acariciados por esa lengua. Se sentía intoxicado, y no por el alcohol ni por la Artemisia absinthium, sino por la presencia de Harry, quemándolo con cada roce de hombros, brazos o piernas, matándolo con la mirada cargada de deseo y algo más difícil de descifrar, y devolviéndole la vida con cada sonrisa o cada suave caricia en sus manos.

Esta noche voy a cavar mi propia tumba, se dijo a sí mismo, bebiendo de su copa, saboreando el anisado sabor de la bebida.

Un par de horas más tarde, cuando la mayoría ya había terminado su copa, algunos incluso una segunda, y las ganas de salir de fiesta habían saltado por los cielos, la comitiva salió del pequeño local. Hermione y Terry se despidieron alegando que para ellos ya era hora de volver a casa, que la velada había sido fantástica pero que sus instintos de padres primerizos les estaban matando. Aquellos con hijos asintieron comprensivos, y tras una ronda de besos y abrazos, más felicitaciones de nuevo para Draco se desaparecieron hacía la casa de los padres de Hermione.
El resto compañeros miraron expectantes a Draco, y este muy sonriente sacó las invitaciones-Portkey para todos.

- ¿Entrada gratuitas incluso para la sala VIP? –preguntó sorprendido Charlie, quien trabajando más cerca de Praga que los demás sabía mejor lo difícil que era conseguir unos pases como esos- Draco amigo mío, tú y yo vamos a llevarnos muy bien a partir de ahora.

- No es nada, de verdad, ventajas de ser el abogado del propietario. –respondió con un guiño- Y ahora coged cada uno vuestra entrada, y con la punta de vuestras varitas en el centro del circulo de invocación decid claramente “invocatio”, no las perdáis porque sirven de portkey de vuelta al mismo punto donde son activadas, sólo tendréis que decir “invocatio reversa”, simple, ¿verdad? Venga todos, a la de tres, ¿de acuerdo? –veinticinco cabezas asintieron- Uno, dos y tres.

Veintiséis “invocatios” fueron pronunciados, la sensación de ser engullidos por el estomago los sorprendió tanto con la cantidad de alcohol en sangre, que cuando todos aterrizaron a las puertas de un edificio de construcción gótica, que más parecía una iglesia que una discoteca, la mayoría estaban riendo descontroladamente.

- ¡Oh tío! Pensaba que del tirón me iba a quedar del revés, con todas las tripas fuera. – exclamó Seamus- Que mal rollo...

La cola para poder entrar era larga, lógico teniendo en cuenta que magos y brujas de toda Europa venían a disfrutar del ambiente oscuro, íntimo, de libertad absoluta con la música a todo volumen. Pero no era problema, como les dijo Draco, ellos no tenían que hacerla, de hecho no entraban tampoco por esa puerta. No se equivocaba, a los pocos minutos estaban ya dentro del local, chaquetas y bolsos en guardarropía y la música vibrando en sus oídos.
La extraña combinación del techno más indrustrial, gothic rock y gothic metal retumbando por todas las salas del local, la oscuridad sólo rota por focos de color rojo intenso y pulsantes luces color sangre latiendo al ritmo de un corazón acelerado.

Draco pronto se encontró en medio de una de las pistas de baile, con un gintonic en una mano, y un cigarro en la otra. No le solía gustar el tabaco, pero en ocasiones como esa, cuando la adrenalina y el alcohol eran bombados por su cuerpo en lugar de sangre, el piti era como encender una bengala. Fuegos artificiales tras sus parpados y el amargo sabor de la tónica en su boca. La música fluyendo por su cuerpo, dejándose llevar, perdiendo el control sobre sí mismo sólo para entregárselo al ritmo de la bacanal a su alrededor. Junto a él, Sígrid y Adriana bailando también como si les dependiera la vida de ello. Divisó a unos cuantos más del grupo a su alrededor, otros en la barra aún pidiendo, y unos pocos más sentados en un reservado, charlando y bebiendo. Harry se encontraba en ese último grupo, aunque más pendiente de la pista de baile que de la conversación.

- ¡Vamos a hacer que el gran hombre haga auto combustión por exceso celos! –le gritó Sígrid al oído para hacerse escuchar.

Desde su asiento, con su whisky con hielo en la mano, Harry observa a Draco en la pista bailando. Resaltaba como una luz en la oscuridad entre tanto cuerpo enfundado en negro y tanta cabellera negra, roja o azul eléctrico. Los movimientos ondulantes, las caderas al ritmo de la música en un enredo de piernas y brazos con la bruja junto a Draco.

- Una de las amigas lesbianas de Draco... –murmuró molesto, quien parecía estar tomándose demasiadas confianzas con Draco. Demasiadas era un termino que se quedó corto cuando la bruja deslizó sus manos por la espalda de Draco, y éste, sólo con el cubata en la mano la agarró por la cintura, y comenzó a decirle vaya uno a saber qué.

Aquello no era bailar, aquello era sexo en vertical, y si la pareja de la dichosa bruja no aparecía pronto y se llevaba a su descontrolada novia él mismo la pensaba separar de Draco. A patadas si hacía falta. La sangre le hervía de celos y deseo. En numerosas ocasiones en el pasado se había encontrado en la misma situación, observando a Draco bailar en la pista, con media discoteca bebiendo los vientos por él y algún o alguna afortunada bailando con ese prodigio de hombre. La diferencia era que en dichas anteriores ocasiones Harry sabía que al terminar la noche el que se llevaba a Draco a la cama y lo hacía suyo era él. Que a pesar de todo el juego y flirteo que Draco realizara era a él a quien pertenecía. Ahora en cambio no había tal seguridad... Draco no se giraría en ningún momento y bailaría sólo para él mirándolo directamente a los ojos y le susurraría a distancia que se acercara.

En la pista Draco aún bailando con Sígrid, sentía la mirada de Harry clavada sobre él. Una presencia casi física, una aura de deseo dirigida íntegramente a él desde el otro lado de la sala.

¿Qué sentido tenía que ambos se negaran lo que estaba claro que deseaban más que nada? No estaba seguro si era el alcohol hablando en él, pero no le importaba. Estaba seguro de desear a Harry, de quererlo incluso, ¿por qué entonces sufrir la dolorosa agonía de no actuar en consecuencia? Porque eso era lo que era, una lenta agonía que los estaba matando lentamente. No era sólo deseo lo que Harry parecía emanar, no. Había también celos, y frustración, y tristeza y un dolor tan profundo que equiparaba al suyo. ¿Tan malo sería dejarse llevar? Dejarse llevar y permitir que esa oscura obsesión que Harry parecía producir en él tomara las riendas de su cuerpo. Sólo quería volver a sentir, ni que fuera una vez más... Sentir todo el fuego y la pasión que sabía que Harry podía provocarle.
Se terminó el gintónic de un largo trago mirando a Harry directamente, separándose lentamente del cuerpo de Sígrid, ésta le dijo algo que el ruido de la música enmascaró. Pero no le dio importancia, en esos momentos no le importaba nada excepto el mago que lo tenía prácticamente en trance por la intensa mirada a la que estaba siendo sometido. Se pasó la mano por el cabello y sin despegar la mirada de Harry se entregó al frenesí de la machacadora música que parecía estrangularse en un doloroso gemido, o quizás era un gemido de placer... No podía estar seguro de ello, y no le importaba en absoluto.
Continuó bailando, y bailando, y bailando, hasta que el dolor de los pies y el calor asfixiante de la sala no fueron más que un recuerdo lejano. Las canciones iban y venían pero el seguí allí, con su cuerpo convulsionando al ritmo enloquecedor. Encendió otro bengala, esta vez con la intención de servir de llamada. Aspiró el humo, de consistencia más espesa inundándole los pulmones, y lo expulsó por la boca, labios medio entreabiertos, que susurraron en el ensordecedor caos de la sala una única palabra. La pelota estaba en el campo de Harry, lo que pasara, si es que pasaba algo, a partir de ese punto dependía del otro mago.

Harry Potter había observado toda la escena. Había observado a Draco bailar con todo el mundo y con nadie en concreto, lo había visto retorcerse de placer con la música fluyendo libre por sus venas. Lo había visto todo, porque en ningún momento había dejado de mirarlo, no importaba que trataran de hablarle, o que quisieran llevarlo a bailar, o que numerosos magos y brujas se le acercaran tratando de llamar su atención. Nada de eso existía en esos momentos para Harry, sólo estaban él, la música y Draco, quien parecía pedir a gritos que lo devorara. La luz del cigarro fijó su atención en esos labios que le eran una adicción a la que llevaba demasiado tiempo sin acercarse, y la silenciosas súplica no fue pronunciada en vano. Él la escuchó fuerte y clara, y ante la sorpresa de sus compañeros de mesa se levantó al instante y se dirigió hacia la pista, rumbo fijo en Draco, con su tercer whisky con hielo en mano.

- Has tardado. –fue lo primero que le gritó Draco al oído, pegando su cuerpo al suyo.

- Haberme llamado antes.- fue su respuesta, dejando caer su mano libre en la cadera de Draco.

Ojos fijos los unos en los otros, tratando de leer si lo que estaban a punto de hacer estaba bien, si ambos estaban de acuerdo. Harry juraría que leía un sí en los ojos de Draco, pero hasta que éste no se humedeció los labios con la lengua y respiró prácticamente sobre los suyos no aceptó por positivas todas las señales que Draco le mandaba. Desapareció el vaso que aún sostenía y con una mano en la nunca de Draco y otra en su cadera lo besó finalmente.
Draco se pegó al cuerpo de Harry, una mano agarrando a Harry por la espalda, los nudillos blancos de la fuerza con la que estaba cogiendo la camisa, y la otra enredada en el rebelde cabello de su compañero.

¡Oh como habían deseado ambos que este momento llegara! Cuántas noches de insomnio, cuantos momentos de triste autocomplacencia en la soledad de sus camas con amargas lágrimas en los ojos. Y cuánto tiempo perdido...

La música continuaba sonando de forma ininterrumpida, y las intermitentes luces parecían ralentizar sus movimientos en una extraña parodia de los autómatas inferi. Bocas hambrientas, labios viejos conocidos saludándose de nuevo, y manos recorriendo el cuerpo contiguo, ambos con miedo a despertar y descubrir que todo había sido sólo un sueño. Pero no lo era. La firme y sudorosa carne, los cuerpos amoldándose, y el dolor de los besos bruscos y desesperados daban fe de ello. Era todo real, eran ellos dos, ambos juntos por fin después de tantos años, de tanto dolor y lágrimas derramadas, de tanto deambular insensible a los demás.
No había marcha atrás, los dos lo sabían, al diablo ser sensatos. Esa noche se consumirían vivos, y quizás al día siguiente lo que quedara de ellos lidiaría con las consecuencias de sus actos.

En un firme movimiento Draco se encontró de espaldas a Harry, las manos de éste firmes como garfios en su cadera y su boca besándole el cuello y susurrándole al oído. Palabras que apenas podía escuchar pero que sentía claramente pues eran las mismas que morían en su boca. Palabras que hablaban de deseo y pasión, de dos cuerpos fundiéndose en una sublimación espiritual; palabras que hablaban de arrepentimiento y perdón, de los pecados cometidos y la súplica por ser expiado de ellos; palabras que hablaban de dolor y culpa, de un joven inseguro y del dolor que esas inseguridades habían causado a otros; y quizás, sólo quizás palabras de amor.
La tensión acumulándose en cada terminación nerviosa, la sangre bombeada furiosa por los excitados cuerpos, y el placer de sentir una erección rozándose con su cuerpo a sus espaldas.

-¡Oh dioses! ¡Harry sí! –exclamación incoherente fruto de la perdida de control, la mente consciente diluyéndose en un mar verde de vagas ideas enturbiadas por la pasión y el efecto del alcohol y ciertas plantas. Aún así, si Harry le hubiera dicho de follárselo justo ahí, en medio de la masa de cuerpos anónimos un firme “sí, quiero” hubiera sido la respuesta.

La erección de Harry ahora ya presa firmemente entre sus glúteos, convirtiendo a la ropa en la barrera más odiada, golpeándole rítmicamente al son de la música. Una de sus manos aún enredada a sus espaldas en el cabello de Harry, la otras siendo guiada entre ambos cuerpos, para tocar la viva prueba de lo mucho que Harry quería lo que estaba pasando. Un gemido brotó de la garganta de Draco, hacía tantos años que no tocaba ese pene, ni si quiera a través de los negros pantalones de Harry, y a pesar de los años ningún otro se había sentido igual de bien, casi como si sus manos hubieran sido hechas expresamente para acariciarlo, como si fueran las dos mitades de una naranja. Volvió el rostro hacia Harry y atrapó sus labios en un beso suplicante que terminó en un susurro.

- Llévame contigo... –Harry tembló ante las palabras y el efecto que el cálido aliento y los labios tibios y húmedos tenían en él al rozar su oído. El significado de esa súplica patente en la mirada de Draco.

Con un brazo apresando la cintura de Draco con firmeza, Harry sacó de un bolsillo su entrada poniéndola enfrente de ambos. Draco la sostuvo por un extremo mientras Harry simplemente se limitó a tocar con sus dedos el circulo de invocación del flyer al tiempo que susurraba “invocatio reversa”. Draco cerró los ojos tratando inútilmente de mitigar la sensación de vértigo que el viaje en portkey le estaba causando. A los pocos segundos sintió sus pies tocar suelo de nuevo, pero antes de que pudiera abrir los ojos siquiera, sintió su cuerpo desapareciendo en un sonoro crack.
Cuando por fin sintió que el mundo había dejado de dar vueltas a su alrededor, Draco aflojó el agarre a Harry, la única forma en la que había podido realizar todo el desplazamiento sin caer al suelo, y abrió los ojos. La camisa negra de Harry fue lo primero que vio, su frente aún reposando en la mejilla de Harry, y se permitió aspirar el olor de su compañero. Olía a humo, alcohol y sudor, pero sobretodo olía a Harry.
Miró con curiosidad a su alrededor, se hallaba en una rústica sala de estar, caldeada con un fuego y decorada para dar una imagen hogareña y de confort. Sus contemplaciones sin embargo, fueron detenidas ante el ataque al que la boca de Harry lo estaba sometiendo. Besos profundos y agresivos, besos húmedos y desesperados, besos que trataban de recuperar el tiempo y que prácticamente sin darse cuenta de ello lo fueron seduciendo hasta el dormitorio.
Suavemente fue empujado de espaldas hacia la gran cama, sus brazos enredados en el cuello y espalda de Harry, obligándolo a tumbarse con él, sobre él, de donde estaba seguro jamás debería haber salido. Contrariedad en cambio se dibujó en su rostro al apartarse Harry con cuidado. La mirada fija en su rostro, en sus labios para ser exactos, y la expresión de deseo apenas contenido, y aún así, ahí estaba Harry Potter medio tumbado sobre él, sosteniéndose con un brazo y acariciándole el cabello con la otra mano.

- ¿Qué pasa? –preguntó con el ceño fruncido. La mirada de Harry le estaba poniendo nervioso. Se leían tantos sentimientos en esos ojos verdes...

- No quiero hacer esto si estas borracho, no quiero que mañana no recuerdes nada o que lo recuerdes vagamente. No quiero aprovecharme de ti Draco, bastante daño te he hecho ya en una vida como para hacerte ahora esto. –palabras pronunciados con un deje de tristeza y amor.

Que los dioses me amparen, pensó Draco, pero me quiere, me quiere, ¡me quiere! Y no hay manera en el mundo que me vaya a negar esto.

- Pues ponme un suave “sobrietus”, -le replicó algo exasperado pero sin dejar de sonreír- que me despeje la mente pero que no borre del todo los efectos físicos, lo hiciste cientos de veces en el pasado. ¡Pero por todos los dioses Harry, ni se te ocurra parar ahora!

Harry le devolvió la sonrisa, una sonrisa que como su mirada parecía estar cargada de adoración y que estaba causando estragos en Draco. Sin dejar de acariciarle el cabello, aproximó sus labios a la sien de Draco, le besó con suavidad y comenzó a murmurar varias palabras en latín de las que Draco no fue del todo consciente. Una sensación como de frescor invadió a Draco, como si alguien hubiera abierto una ventana y aire fresco hubiera entrado por ella, notó sus sentidos dejar de estar enturbiados y también cierta relajación en todos sus músculos, su estomago dejó de rugir furioso, y todo el sudor y olor a discoteca parecía haber desaparecido de su cuerpo y ropa.

- ¿Qué me has hecho? –preguntó con los ojos cerrados, deleitándose en la sensación de bienestar ahora que el mundo había dejado de dar vueltas. –Eso ha sido más que un simple sobrietus.

- Lo sé. –respondió Harry besando su cuello y acariciando uno de sus brazos-. Mañana no tendrás resaca, ni te dolerán los pies, no olerás a humo y humanidad. ¿Te encuentras mejor ahora? ¿Estás seguro de...?

Draco observó como el nerviosismo parecía estar creciendo por momentos en Harry. La duda y la incertidumbre de que él sólo estuviera ahí debido al enturbiamiento temporal de su mente, y no porque realmente lo quisiera se leía claramente en Harry. Draco no pudo evitar sonreír, si esas preocupaciones eran sinceras podía estar seguro de que le importaba, de que no iba a ser un simple diversión de una noche.

- ¡Al diablo con todo! ¡Y al diablo contigo Harry Potter! –exclamó desesperado por sentir a Harry de nuevo sobre él, dentro de él, en todas partes de su cuerpo y frustrado por no obtener lo que quería- Sólo bésame, bésame hasta que nada más tenga importancia y mañana ya encararé esto como mejor pueda. Pero por Merlín el piadoso, Harry, esto me está matando. Sólo bésame y haz que me olvide de todo.

Hambre y pasión se desataron en Harry, y con un gruñido desesperado descendió hacia Draco, en un huracán de besos y caricias, en un fuego abrasador de pequeños mordiscos y manos habilidosas eliminando cualquier barrera entre los cuerpos de ambos. Diez años eran demasiado tiempo como para tomarse las cosas con calma, más aún cuando no había promesa de tener el resto de sus vidas para disfrutarse mutuamente de nuevo. Quizás esa noche sería lo único que conseguiría y Harry estaba dispuesto a darlo todo de él para hacerle entender a Draco con cada beso, con cada caricia, con cada empuje que lo sentía, que jamás volvería a hacerle daño de forma consciente y que por favor le diera la oportunidad de demostrarle que le quería y podía hacerle feliz.


La noche pasó en un borroso recuerdo de sensaciones. Draco jamás se había sentido tan vivo como en ese momento, cuando todo su cuerpo se entregaba sin restricciones al placer que Harry era capaz de provocarle. Placer que el paso de los años y el dolor vivido hacía que fuera apreciado desde todas las facetas posibles. Placer que se vivía con más intensidad ante la inseguridad del futuro y de lo que el nuevo día traería, ante lo efímero que se sentía.
Esa persona junto a su cuerpo, ese cuerpo que lo estaba enloqueciendo, ese loco que le susurraba palabras al oído, ese poeta que lo estaba amando... Todos y cada uno de ellos eran Harry. Y era perfecto, jamás debería haber dejado de ser Harry, y si de él dependiera nunca más volvería a haber otra persona en ese lugar. Harry era todo lo que siempre había querido, y lo que siempre querría a pesar de quizás no volverlo a tener.

Pocas horas después el sol se alzaba brillante en el cielo. Los primeros rayos de luz débiles y tenues no despertaron a los durmientes, pero conforme la noche se dejaba cada vez más atrás, la luz se intensificó, la penumbra desapareció del todo, y directamente sobre el rostro de Draco caían uno cálidos rayos de sol. Cálidos y luminosos.
Molestamente luminosos. Draco gimió en descontento aún estando medio dormido. ¿Quién había sido el idiota de dejar las persianas subidas? La pregunta le extrañó porque en su casa Winky se encargaba cada noche de bajar las de toda la casa. Lo cual significaba que no estaba en casa.
Poco a poco fue regresando del mundo de los sueños, empapándose de las sensaciones que le producía el ambiente. Las sabanas de la cama en la que dormía se sentían diferentes a las de casa, estas eran de tejido más grueso, así como el nórdico que lo cubría era mucho más pesado que el suyo propio. Estuviera done estuviera seguro que era más al norte. Lo siguiente en sentir, y que hizo que su corazón se detuviera y sus ojos se abrieran de golpe en sorpresa fue cierto movimiento a sus espaldas, y un cuerpo que si bien había estado junto al suyo, ahora se enganchó aún más. Sintió un brazo apresarlo por la cintura, un pecho fuerte y musculoso contra su espalda y un rostro refugiándose de la luz en el hueco de su cuello.

Había dormido fuera de casa, había pasado la noche con otra persona y dicha persona estaba justo a sus espaldas. Comenzó a girarse lentamente, con cuidado de no despertar a su compañero de cama y se encontró ante un rostro atractivo, medio escondido por un rebelde cabello negro. Harry... Se había acostado con Harry, de eso no le cabía la menor duda, no sólo por ser consciente del estado de desnudez de ambos, sino sobretodo por lo sensible y porque negarlo, algo dolorido, que sentía su trasero.
La noche anterior comenzó a hacerse clara en su mente. Recordaba la cena de vigilia de su aniversario, recordaba las risas, la buena compañía y los regalos. Recordaba salir a tomar algo y terminar de fiesta, pero sobretodo recordaba a Harry. Harry apoyado en el canto de la puerta de su jardín mirándolo divertido, Harry observando con interés su dormitorio, Harry mirándolo apreciativamente mientras modelaba algunos de sus regalos, Harry junto a él en el Marsella preparándole su copa transmitiéndole su deseo, Harry en Invocatio comiéndolo con la mirada, Harry bailando junto a él, sus cuerpos quemándose, el deseo mutuo imposible de contener por más tiempo. Harry llevándoselo a su casa... Porque suponía que debía ser su casa, quizás incluso esa casa en Montrose de la que tan bien le había hablado. Harry llevándole hacia su cama, Harry preocupándose de que no estuviera actuando sólo como respuesta a su intoxicado estado.

Maldito, mil veces maldito. –pensó sintiendo como el enfado crecía en su interior- Ni siquiera me ha dejado la posibilidad de que todo esto haya sido un error porque estábamos ambos borrachos, o de alegar que no recuerdo nada. ¿Por qué has tenido que volver a mi vida Harry James Potter?

Harry sintió como el cálido cuerpo al que estaba abrazado se daba lentamente la vuelta. Él, como respuesta se pegó más aún a la fuente de ese calor que desde el primer esbozo de consciencia lo había estado llamando. Estaba en la cama con alguien, con una persona que por primera vez en años realmente pertenecía a su cama. Se sentía tan bien tener a Draco junto a él. Pero todo lo bueno se acaba, y el relajado cuerpo comenzaba a no estar tan relajado, de hecho parecía estar acumulando cada vez más y más tensiones por momentos. Supuso que hacerse el dormido no iba a servirle de nada. Era un Gryffindor de corazón, y como tal debía afrontar las cosas con valor.
Abrió los ojos lentamente, la furiosa mirada de Draco frente a él lo previno de tratar de hacer bromas o de soltar algún apelativo demasiado cariñoso o íntimo.
Reunió todo el coraje que fue capaz y preguntó aquello que había estado temiendo toda la noche.

- Te arrepientes de esto, ¿verdad?- su voz triste y derrotada, pero no había otra forma de describir como se sentía.

- Sí... no... ¡No lo sé, joder! –gritó Draco furioso, separándose de Harry y saliendo de la cama tratando de encontrar su ropa- Mi vida era totalmente tranquila. Tenía mi trabajo, mi hija, mis amigos, mi casa e incluso un perro y un gato. ¡Y entonces vuelves a aparecer tú! ¡Tú, joder Harry! La persona que más daño me ha hecho y lo desmontas todo de nuevo. Me había costado años recuperarme de nuestra ruptura, ¡años! Si no hubiera sido por la aparición de Elora en mi vida no sé cómo habría sobrevivido. ¿Y crees que puedes volver y hacer como si nada hubiera pasado? ¡Pues te equivocas! ¿Me oyes? Las cosas no son tan fáciles y no todo el mundo está dispuesto a saltar al son de tu voz.

Harry había temido algo así, aunque tenía que reconocer que la desnudez de Draco frente a él dificultaba la tarea de estar atento a lo que éste decía. Aún así se levantó, y poniéndose de rodillas en la cama comenzó el discurso que durante semanas había ido pensando. Todo aquello que creía necesario que Draco supiera, todo lo que por su propia salud mental necesitaba decirle a Draco. En parte palabras que ya habían sido pronunciadas la noche anterior pero que no sonaban igual en el ardor de la noche.
Una súplica, un lamento, una historia de amor inacabada. Un cuento sobre un chico inseguro, que había pasado por demasiado y con miedo a querer en demasía, miedo al dolor y la perdida. Y como a veces aquello que más miedo nos da es lo que en realidad más queremos, y justo cuando lo tenemos en nuestras manos no sabemos que hacer con ello. Una historia de unos sentimientos dormidos, y de cómo al despertar habían renacido de nuevo.
Un canto a la esperanza y mil promesas esperándole. Pero sólo si quedaba con él.

Sólo si quedaba con él. Si se quedaba con Harry... Harry, de rodillas en su cama, desnudo, con una expresión mezcla del dolor a perder de nuevo y mezcla de la expectante esperanza de ganar lo que siempre había querido. Harry con los ojos brillantes de lágrimas que caían libremente. Hacía tanto que no veía a Harry llorar... Y realmente tenía tantos motivos para hacerlo, y sin embargo sólo lo había visto derrumbarse en dos ocasiones: la noche que finalmente barrió a Voldemort de la faz de la tierra, y el día que lo sacaron a él de la mazmorra en la que Voldemort y sus Death Eater, incluido su padre, lo habían encarcelado y torturado casi hasta la muerte.
Harry sólo lloraba cuando llegaba al límite de su resistencia psíquica, cuando todo lo que guardaba y guardaba durante meses e incluso años sobrepasaba el vaso de su aguante. Verlo de nuevo así tan vulnerable, era casi como si el destino hubiera querido jugar con ellos a un extraño quid pro quo. El día que Harry lo dejó había roto él en lágrimas, y el día que se volvían a encontrar, a encontrar de verdad, era Harry quien lloraba. Lágrimas amargas de frustración. Y lo mataba verlo así... Ver al hombre al que quería derrumbándose frente a él.


Se acercó dubitativo hacia Harry, no había sido justo con sus palabras, lo sabía de sobra. De hecho la mayoría de esas dudas ya las había superado hacía tiempo, si no no hubiera sido capaz de pasar los últimos meses con Harry a su lado como amigo. Era sólo que la sorpresa de despertarse junto a Harry le había puesto a la defensiva, e instintivamente había sacado las uñas para defenderse.

- Lo siento... –susurró, acariciando las mejillas húmedas de Harry, sorprendiéndose una vez más ante el tacto de la barba que llevaba, tan diferente al Harry imberbe que él recordaba- No ha sido justo por mi parte, es sólo que me ha sido todo muy de golpe ...

- No pasa nada, es normal y era algo de esperar... De verdad, no te preocupes –le respondió Harry acariciando a su vez su mano-. ¿Por qué no te das una ducha bien caliente y te relajas? Yo prepararé algo para desayunar, total son solo las... ¡Diez de la mañana! –exclamó mirando a un reloj en una de las mesillas de noche- Sólo hemos dormido cuatro horas, con razón estás tan irritable. –trató de bromear con un guiño.- Mira, esa de ahí es la puerta del baño, tomate todo el tiempo que necesites...

- Gracias...-le devolvió en respuesta aún con prudencia, le gustaría acercarse a Harry y dejarse abrazar por esos fuertes brazos pero Harry tenía razón. La ducha le iría bien y tendría tiempo de pensar a solas. Se encaminó tal como estaba hacia la puerta del cuarto de baño, cuando de pronto Harry lo detuvo con la mano.

- Espera un momento. –le dijo saltando de la cama y rebuscando en los bolsillos de la chaqueta que había llevado la noche anterior sacó un pequeña cajita, la abrió por unos segundos y tras murmurar unas palabras un fino hilo plateado surgió de la sien de Harry camino a la cajita. La cerró de nuevo y se la entregó.- Toma, es mi regalo de cumpleaños, algo más personal de mi parte, sólo que no estaba seguro de poder dártelo. Ahora creo que es buen momento...

Con esas palabras le tendió la pequeña caja forrada de terciopelo verde y con un rápido beso en la mejilla salió corriendo del dormitorio, dejándolo solo, desconcertado y con una mano tocándose sorprendido la zona donde Harry acaba de plantarle un beso. Sacudió la cabeza y se encaminó de nuevo hacia el baño.

Harry corría por su sala de estar sin saber muy bien qué hacer.

Vamos Harry, se decía a sí mismo, ahora ya no hay marcha atrás. Has tenido a Draco de nuevo en la cama y ya no va haber forma de poder vivir el resto de mis días sin él.

Sólo esperaba que haberle dado el relicario a Draco hubiera sido una buena idea. Pero quería que Draco viera que sus intenciones eran serias, que de verdad le quería y quería estar con él. En ese pequeño frasquito quizás estaba la mejor oportunidad de que Draco viera como se sentía... Era un pensadero de nueva generación, no el mismo que había comprado hacía diez años, en estos nuevos modelos las memorias guardadas podían contener, si así lo deseaba el mago, los sentimientos y emociones que sentía en cada uno de esos momentos inmortalizados en el tiempo. Si Draco veía lo que él había guardado sentiría sus mismas emociones al revivir las nuevas memorias.

Alea jacta est... De nada servía preocuparse ahora.

Corrió hacia el segundo cuarto de baño de la casa, el que no estaba asociado a su dormitorio, y se pegó una ducha prácticamente instantánea. Se vistió con un pantalón corto de algodón, y una camiseta sin mangas y se dirigió hacia la cocina, indicándole a Dobby que se tomara el día libre. Pensaba prepararle él mismo el mejor desayuno posible a Draco, y esperando que saliera de la ducha más relajado, sabía que un nutritivo desayuno en su cocina les sentaría bien al cuerpo. Miró por las ventanas de dicha estancia y apreció una vez más las maravillosas vistas de su casa. Ventanas por doquier que mostraban la costa y el paisaje verde escocés, esa era la razón por la que se había enamorado de esa casa.


En otra estancia de la casa Draco trataba de calmarse y borrar los rastros de llanto de su rostro, agua caliente cayendo sobre su cabeza y resbalando por el resto de su cuerpo. El regalo de Harry, ese pequeño relicario de inocente aspecto, contenía las memorias de algunos de los momentos más importantes de su vida. Desde la paliza que le dieron en su sexto curso, a su ruptura con Blaise. Su primer beso con Harry, la primera vez que Harry y él se acostaron juntos, la primera vez que ambos se dijeron lo que sentían el uno por el otro. Momentos horribles de la guerra y las formas en las que los sobrellevaron. El final de la guerra, la felicidad y las fiestas para celebrar la nueva libertad que todo el mundo mágico sentía. La compra de su antiguo piso y pequeños momentos vividos allí. Su último día juntos... Aquella última y grandiosa vez en la que Harry le hizo el amor en repetidas ocasiones, de formas varias y tortuosas... Y la discusión... Aquella horrible discusión que había empezado por el motivo más estúpido imaginable y que los había llevado a estar separados durante diez años.
Las memorias que seguían eran diferentes, seguía viendo las cosas como en tercera persona pero de fondo podía sentir las emociones de Harry en cada instante.
Los nervios por volverlo a ver, las dudas que su aparición provocaban en su vida. Una vida que había decidido ya previamente cambiar y que la entrada de él sólo hacía que ese cambio cogiera más fuerza. Sus conversaciones con Hermione y tras muchas divagaciones y luchas internas la conclusión final que haberse vuelto a enamorar otra vez, totalmente de nuevo, de él. De ese nuevo él al que Draco miraba con respeto y admiración.
Era extraño verse desde el punto de vista de Harry, de Harry o de otra persona en general. Ver situaciones en las que él también había estado pero sintiendo cosas diferentes era incluso algo perturbador.
De todas esas nuevas memorias, incluyendo la de la noche anterior que Harry había guardado antes de entregarle el regalo, lo que más le había sorprendido era la firme idea de que a los veinte años no era merecedor de una persona como Draco, que a pesar del daño que le había hecho, Draco era un hombre ejemplar, y él se había sentido tan perdido... En cambio ahora se veía capaz de intentar hacerse merecedor de Draco y estaba dispuesto a darlo todo de él, a luchar y esforzarse en todo lo posible si Draco le daba una nueva oportunidad. La oportunidad de hacerle feliz.

Undo this hurt you caused
When you walked out the door
And walked outta my life
Un-cry these tears
I cried so many nights
Un-break my heart

Lágrimas silenciosas volvían a caer por sus mejillas confundiéndose con el agua de la ducha. ¿Qué iba a hacer? Si bien era cierto que Harry le había hecho daño en el pasado, era eso precisamente: pasado. ¿Se veía capaz de dejar el pasado atrás y darle una nueva oportunidad a Harry? ¿Debía negarse a él mismo y a Harry la posibilidad de ser felices a causa al miedo al pasado, al miedo a volver a sufrir? ¿No era eso egoísta? ¿No era de hecho lo mismo que Harry había hecho de joven?
Si todo había empezado por esa misma razón quizás iba siendo hora de hacerla añicos de una vez por todas y poder vivir en paz.


Take back that sad word good-bye
Bring back the joy to my life


Cerró el agua de la ducha y se secó con una toalla. Miró por el cuarto de baño y asomando la cabeza por la puerta trató de buscar su ropa por el dormitorio de Harry. Ni rastro... Su salvación apareció en forma de bata colgada en la puerta del lavabo. Era obviamente de Harry puesto que le iba algo grande, pero no le importaba demasiado. Culpa de su anfitrión por no dejarle nada de ropa. El suelo no estaba frío, el parquet se notaba cálido bajo sus pies y tras atarse la bata, una por cierto muy bonita bata forrada de algodón por dentro pero con raso negro por fuera, salió en busca de Harry.
Y a Harry Potter encontró, con el más informal atuendo, trasteando en la cocina, y canturreando suavemente “I feel good”. Sonrió divertido, Harry se veía terriblemente comestible, más aún con ese olor a té, pan tostado, huevos, bacón y pancakes, mmmm...

- Whoa-oa-oa! I feel good, I knew that I would, now. I feel good, I knew that I would, now. So good, so good, I got you- Sus caderas moviéndose suavemente al son de la melodía, los firmes brazos dándole la vuelta a los pancakes y al bacón al ritmo de la canción. - When I hold you in my arms. I know that I can't do no wrong, and when I hold you in my arms, my love won't do you no harm.


¡Oh Merlín! Al Diablo con todo, ya hablaremos más tarde, pensó Draco acercándose a Harry por la espalda.

Lo primero que Harry sintió fue un par de brazos cogiéndole de la cadera, unos labios besándole el cuello y murmurando “Mmmm... Estoy hambriento...” Y lo siguiente fue una erección frotándose contra su trasero y unas manos obligándolo a moverse, alejándolo de los fogones. En ningún momento aquellos labios abandonaron su cuello, ni dejaron de susurrarle cosas sin sentido al oído, palabras de esperanza y planes sucios para un futuro inmediato.
Empujado de golpe contra una pared, Draco prácticamente encima de él, con sus labios ahora sobre los suyos impidiéndole decir nada, impidiéndole pedir una respuesta antes de continuar con algo más. Pero entonces Draco se desabrochó la bata y sintió piel tersa contra a su cuerpo, Draco estaba totalmente desnudo ante él y exigía rendición total. Un fuerte empujón más y se encontró de cara la pared, la manos de Draco colándose entre su ropa, y su cuello mordisqueado suavemente.
La primera señal verdaderamente alarmante llegó al sentir un unos dedos acariciando su perineo y todo el valle entre sus glúteos. Y finalmente un solitario e intrépido dedo tanteando su ano.

Puede que me hayan tocado el culo, e incluso algún que otro dedo me haya penetrado durante estos años sin Draco, pensó Harry tratando de calmarse, pero no me han vuelto a follar, con toda la propiedad de la palabra, desde aquella última vez con Draco.

Ciertamente la idea de volver a tener sexo de esa manera con Draco era atrayente, pero no contra una pared y con el aire violento que Draco estaba desprendiendo. Porque de ser así le iba a doler como mil infiernos.

- Draco... Draco por favor para un momento... Vamos Draco, tenemos que hablar y... – la boca demandante de Draco interrumpió sus palabras. Draco parecía estar dispuesto a obtener su premio en ese mismo momento sino no tomaba medidas más drásticas. -¡Draco! –gritó dándose la vuelta, al fin y al cabo seguía siendo más fuerte que su compañero. Cogió a Draco por las muñecas y apoyando su frente en la de Draco continuó. – No sé que te ha entrado, pero de verdad que me gusta, aunque quizás sería buena idea hablar antes, ¿no crees? Además que me veo en la necesidad de informarte que desde la última vez que me hiciste el amor en la ducha, hace ya tantos años, no he vuelto a hacer esto... de esta manera... quiero decir que...

- ¿En serio? –preguntó Draco sorprendido.

- Sí bueno... Una cosa es tener sexo con alguien y otra cosa muy diferente es darle a ese alguien control total. –murmuró Harry rehuyendo la mirada de Draco.

- Ey... No tienes porque avergonzarte, -le respondió Draco con usa sonrisa, deshaciendo el agarre de sus muñecas y acariciando el pecho de Harry por sobre la ropa- no todos somos igual en el sexo, como estoy seguro de que sabes perfectamente. Apaga el fuego y ven conmigo. Hablar ya lo haremos más tarde. Lo importante está ya claro, sólo nos queda perfilar los detalles de cómo vamos a hacer esto.

Harry obedeció, y pasándole un brazo por la cintura preguntó.

- ¿Así qué es lo que vamos a hacer? ¿Desvirgar de nuevo mi trasero? –el buen humor brillando en sus ojos ahora que parecía que Draco no iba a irse a ningún lado.

- Sí, eso también, aunque me refería más a lo de volver a darnos una oportunidad. -y con un guiño Draco añadió- Más que nada porque sobre lo de darle un repaso a tus posadera, no hay discusión que valga Harry Potter. Tu culo es mío, y por lo que parece nunca ha dejado de serlo.

La cama los recibió de nuevo, y lo último que Draco escuchó antes de volver a tomar el control, fue un suave “todo lo que soy es tuyo”.


Un par de horas más tarde Draco había proclamado su dominio sobre Harry y Harry le había devuelto amablemente a su vez el favor, adorando de nuevo con lentitud y reverencia el cuerpo de Draco. Tras una ducha rápida y el completo desayuno que Harry había preparado previamente, ambos magos paseaban por la playa.
Draco vestía un grueso jersey de lana y unos pantalones de pana, ambas piezas de Harry por lo que habían sido necesarios un par de hechizos para ajustarle la talla, Harry por su parte llevaba un jersey muy similar y unos vaqueros. Se sentía tan bien el estar los dos así, paseando tranquilamente el uno junto al otro, hablando sobre ellos, sobre su futuro juntos, sobre planes y decisiones por tomar.
Se sentía tan bien llevar de nuevo ropa de Harry, era una de esas cosas que Draco más adoraba en una relación, esas pequeñas confianzas que hacían todo un mundo.

Hablando sobre su relación, ambos coincidían en su deseo de retomar las cosas sin prisas. Tenían el resto de sus vidas para estar juntos. No hacía falta apresurar nada, aún sabiendo ambos que la necesidad de estar juntos el máximo posible iba a ser fuerte. Puede que hubieran cambiado en todos esos años, pero en gran parte eran las mismas persona que hacía diez años así que mucho del camino que otras parejas debían recorrer en su caso ya estaba andado. Aún así había varios escollos por superar, algunos más difíciles que otros, pero todos necesarios de vadear si querían llegar a buen puerto.

- ¿Tienes que irte ya?- preguntó Harry, abrazando de nuevo a Draco y besándole suavemente.

- Sí, es pasado ya mediodía, y le prometí a Elora comer con ella en el restaurante que ella eligiera. - respondió devolviendo el abrazo.

- Lo entiendo, aunque preferiría que no tuvieras que irte... ¿Se lo vas a decir? –preguntó con precaución.

- Me gustaría, aún así me parece que esperaré un poco... Aunque si me pregunta no la voy a engañar.- Harry lo miró curioso y Draco en respuesta añadió- Tengo una hija suspicaz a más no poder, a veces da miedo de las cosas que es capaz de ver.

Harry rió en respuesta y lo besó de nuevo. No se cansaba de besar a Draco, era imposible de resistir la tentación de esos labios que siempre le habían parecido perfectos. De hecho se sorprendía de de haber podido vivir sin ellos... Pero ya no más. Ya no más estar sin Draco, no más vagabundear, no más miedos ni más dolor, y sobretodo, no más mirar hacia el pasado. Ahora estaban en el presente, y lo iban a vivir día a día con la mirada hacia delante. Todo pasaba por una razón, y si él había necesitado ese tiempo para darse cuenta de lo que realmente quería lo único que el podía hacer era asentir agradecido y no desaprovechar esa nueva oportunidad de ser feliz con la persona a la que quería.

- Te quiero. –susurró Harry sobre los labios de Draco. Éste en respuesta enredó sus manos en su desordenado cabello y lo besó con loca pasión.

- Oh dioses, yo también Harry... –respondió al separarse de Harry. Sacó su varita, y acariciando el rostro de Harry, continuó- Te llamaré más tarde, ¿de acuerdo? Y quedamos para mañana si puede ser, una comida o algo...

Harry asintió en repuesta y volvió a besarle.

- ¿Me quieres?- preguntó nervioso, le había costado decirlo, y moría de ganas por escuchar esas dos palabras salir de esos labios que eran su perdición. Draco sonrió separándose de él un par de pasos.

- Te quiero Harry Potter, no lo dudes nunca. Ahora y siempre, más que nunca... – y con un “crack” se desapareció en busca de su hija, dejando a un sonriente Harry solo en la playa.

Manteniendo la misma sonrisa de felicidad en el rostro, Harry saltó por los aires en un grito de victoria como jamás había emitido por más Voldemorts que matara o más snitchs doradas que cazara. Su premio era mucho mejor.
Harry Potter había atrapado, de nuevo y esta vez para siempre, a la snitch más preciada: Draco Malfoy.
Finalmente, punto de partido.

FIN

[identity profile] gaia-naturae.livejournal.com 2006-12-10 12:41 pm (UTC)(link)
Ohhh!!! Eres malaa! Anoche ante un chocolate (que me ha sentado bastante peor de lo que parecía esta mañana) dije que casi me habías hecho llorar con Un-Break, porque a mi era muy dificl hacerme llorar...pero acabo de releerlo de un tirón y aquí estoy, con las candelas colgando (y no sólo por el resfriado, por cierto, te informo de que ya no me queda voz) y las gafas salpicadas de gotitas.

Ni siquiera los maullidos lastimeros de Cayden me han separado del ordenador. Y nada, sólo me queda darte las gracias otra vez por el reglo más bonito que me han hecho nunca, y que jolin! Es una mierda vivir en ciudades distintas, porque no hace ni cuatro horas que te has ido y ya te echo de menos!! Pero bueno, en breve estaréis por aquí otra vez con ganas de fiesta y de comenzar el año con el mejor pie posible, así que nada...me voy a ver si recojo un poco el desbarajuste de casa.

Un beso fuerte y que las musas te inspiren para nuestro pequeño tummies, que ya anda un poco más encaminado!!!

[identity profile] duare.livejournal.com 2006-12-13 08:50 pm (UTC)(link)
Bueno, me alegra que después de todo lo que he tardado alfinal el regalo te haya gustado. Aunque tu fuiste la primera en leerlo, claro que estaba sin corregir y quedaba algo afeado, ahora está más pulidito, y me siento bastante orgullosa del resultado^^ Es la cosa más larga que he escrito (ever!!) y le tengo cariño. Así que me alegra mucho que te haya gustado y de haber sido capaz de emocionarte un poquito, aunque espero que no sólo haya habido lágrimas... Me gusta más hacer reír a la gente... Tendré que ir escribiendo la siguiente parte de Stanford Bitch^^

Besitos!!!

(Anonymous) 2007-01-19 01:01 am (UTC)(link)
me encanto la historia, es la primera vez que he deseado destrozar a Harry, es que se porto muy mal pero a media que fue pasando la historia lo perdone de nuevo, hace mucho que no leia de esta pareja pero valio la pena es un fic precioso y aunque prefiera a Harry con Sev en esta historia Draco y Harry son el uno para el otro

Besos

[identity profile] duare.livejournal.com 2007-04-16 11:12 pm (UTC)(link)
Uops! Se me había pasado este comment^^ Sorry, no suelo tardar tanto en contestar comentarios aquí en lj.

Es curioso que todas (sorry ni no perteneces al género femenino, no has dejado nombre ni nick ni nada y suelo generalizar XDDD Solemos ser más féminas que hombre en el mundo del slash^^) digáis que odiáis a Harry, cuando es con quien más identificada me siento yo. Y aunque esto es ficción, obviously, pero he de reconocer que algunas de las cosas que suceden las he sacado de mis vivencias... Supongo que es por eso que me es imposible odiarlo...

Pues nada, me alegra que te haya valido la pena, que te haya gustado el fic, y sólo espero que no te quedes aquí sino que busques por la red otros Harry/Draco que leer^^

Besos y gracias por comentar!