FIC "19 años y una semana después" Harry Potter #028 niños
Pareja/Personaje: Harry, Draco, Albus Potter, Scorpius Malfoy, Minerva McGonagall
Genero: general, humor, no sé… me ha salido así
Clasificación: PG13, más que nada por alguna leve insinuación a algo sexual
Avisos: SPOILERS DH!!!! INCLUYENDO EL EPILOGO!!!!! NO LEÁIS SI NO OS HABÉIS LÍDO EL LIBRO PREVIAMENTE
Disclaimer: Jo es una mujer con suerte, no sólo escribe bien, sino que ha creado unos personajes capaz de inspirarnos a escribir sobre ellos.
Palabras: 4226, ahí queda el flashfic…
Beta:
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Nota: escrito para
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Promt: #028 Niños
The Big damn table!!
Un vaso de scotch, sólo tres hielos sin remover gracias, son esos simples requisitos Harry Potter conseguía por fin relajarse después de una semana caótica.
El departamento de Law and Enforcement había tenido más trabajo de lo normal, mayormente debido a los nuevos reclutas acabados de salir de la academia, quienes tenían la molesta manía de querer convertirse en héroes condecorados en su primera patrulla. Le tocaba quedarse con Lily durante dos semanas seguidas, y no es que se quejara, ya que Ginny estaba de en un viaje de trabajo, y aunque tener a su pequeña con él más a menudo era algo que le encantaba, también tenía que reconocer que no entendía como lo hacía Ginny…
Debido a su trabajo, en el que se veía obligada a viajar a menudo, el acuerdo al que habían llegado marcaba que cuando se encontrara ella en su residencia habitual, se quedaba con los niños durante la semana y Harry se los quedaba los fines de semana, pero a cambio Harry se los tenía que quedar siempre que Ginny estuviera de viaje, lo que era normalmente un mínimo de una semana al mes. Y aunque Harry adoraba a sus hijos, tenía que reconocer que trabajar y cuidar de los críos era agotador… En especial cuando Lily no paraba de quejarse por ser la única que aún no estaba en Hogwarts… De nada servía que tratara de explicarle que hasta el año de su onceavo cumpleaños no se podía asistir a Hogwarts. No, su hija había pasado una semana de rabietas y pataletas, hasta conseguir poner a Molly, Kreacher y Winky en un estado de nervios que rozaba el colapso.
A todo esto se sumaba el hecho de que echaba de menos a Albus una barbaridad. Se había acostumbrado ya a que James pasara más tiempo en Hogwarts que en su propia casa, pero ahora tenía que pasar lo mismo con Albus.
Y Albus es un niño tan reservado, se dijo Harry. No es como James, con su apabullante personalidad, no. Albus es más reticente a abrirse a los demás, siempre preocupándose por si el resto de niños lo ven como a él mismo o como al hijo de Harry Potter.
Aún así parecía que todo iba bien, Harry había recibido una carta de su hijo la misma noche de su llegada a Hogwarts, y por lo visto, Albus estaba encantado de haber sido sorteado en Slytherin, donde según él había hecho el mejor amigo del mundo. No es que dudase de la capacidad de Albus para hacer buenos amigos, pero le preocupaba que alguno de sus compañeros se estuviera aprovechando de él. Al fin y al cabo eran slytherins…
Como Albus… Quizás sería ya hora de dejar atrás viejos prejuicios… Snape era Slytherin y jugó un papel importante en la guerra, ¿no? Se dijo a él mismo. Y si hubieran sorteado al viejo Albus unos cuantos años más tarde hubiera ido a parar de cabeza a Slytherin también, después de todo lo que había descubierto sobre su mentor, eso era algo que tenía muy claro.
Se recostó tranquilamente en el sofá, dejando caer la cabeza hacia atrás al tiempo que apreciaba el sabor ahumado del scotch. Tenía la intención de pasar una noche de viernes de lo más calmada. Sólo él, su scotch, el fuego del hogar y una película. Una de las áreas de trabajo de Hermione era la adaptación ciertas tecnologías muggles a la vida cuotidiana de los magos, y Harry era una gran adepto a usar el reproductor de DVD como método para relajarse.
Repasaba mentalmente la lista de DVD’s que tenía cuando escuchó el más que conocido sonido de una lechuza picoteando el vidrio de una ventana. Se incorporó y se tapó el rostro con las manos, exclamando un quejido lastimoso.
- ¡Oh por favor! Es viernes por la noche, por Merlín, Morgana y sus malas artes… ¿No puede uno ni tener una noche tranquila a la semana? –continuó quejándose de camino a la ventana donde una impaciente lechuza lo esperaba. –Como sea otro de esos estúpidos reclutas convencido de que haber atrapado al nuevo señor oscuro de turno, juro que lo pongo de patitas en la calle.
La lechuza que lo aguardaba, sin embargo, no provenía de la jefatura de aurores. Era una lechuza parda con el escudo de armas de Hogwarts. La preocupación lo embargó, no temía por James, aunque sabía que era más que capaz de meterse en algún lío, sino por Albus. Estaba seguro de que algo malo le habría pasado. Seguro que alguno de sus compañeros de casa le había hecho algo en venganza por ser hijo del famoso Harry Potter. Maldijo una vez más su nombre y su fama. Que él tuviera que lidiar con los problemas que contraía ser una figura pública (aún en su pesar) era una cosa, que sus hijos tuvieran que pasar por eso simplemente por ser sus niños, era algo que no pensaba permitir.
La carta la había escrito Minerva, no obstante su tono era impersonal puesto que lo hacía como Directora de Hogwarts, y aunque no explicaba qué había sucedido, al menos descartaba el hecho de que le hubiera sucedido algo grave a Albus. La frase “el comportamiento imperdonable del joven Potter” señalaba más a una de las acostumbradas salidas de tono de James que a algún problema con Albus.
Respiró tranquilo. Minerva no expulsaría a James por más tonterías que hiciera, estaba seguro de ello. Al fin y al cabo si no expulsaron a George y Fred cuando ambos eran el terror del colegio, no había nada que James pudiera hacer que sobrepasara lo que George y el difunto Fred llegaron a liar juntos. Aún así, esta vez la tenía haber hecho gorda para que Minerva reclamara su inmediata presencia en el colegio.
Cogió una de las túnicas que tenía en el colgador de la entrada y se la puso tal cual, por encima de la ropa de estar por casa. No es como si tuviera que ir de etiqueta. Pasó ambas manos por los varios bolsillos de túnica y pantalones comprobando que lo llevara todo: varita, cartera, teléfono y llaves. Uno, dos, tres y se apareció en las puertas de Hogwarts, fuera de la barrera mágica que protegía el lugar.
El frío del norte de Escocia lo cogió por sorpresa, al fin y al cabo, en el sur donde él vivía aún sin hacer calor, el tiempo era aún moderado. Maldijo internamente a James y a su estúpido comportamiento de Gryffindor atolondrado. En parte le recordaba a él cuando estaba en el colegio, pero como mínimo Hermione, Ron y él siempre habían tenido razones más que justificadas para saltárselas reglas. James en cambio… Tratar de colarse en el dormitorio de sus compañeras de casa, o tomar fotos de diferentes jugadores y jugadoras de quidditch en las duchas, no eran cosas de vital importancia…
Vamos, ni comparación con rescatar
Una vez ya en la entrada, uno de los elfos domésticos del colegio lo acompañó hasta el despacho de la directora (como si yo no supiera el camino de sobra, pensó con sorna) dejándolo justo delante de la puerta de entrada. Llamó y esperó en vano una respuesta.
Harry se rascó la cabeza. No pensaba quedarse esperando ahí en la puerta, tenía frío y estaba cansado, si entraba en el despacho de la directora sin su explícito permiso era culpa de Minerva por no estar ahí cuando había sido ella misma la que lo había hecho llamar.
Abrió la puerta con firmeza y entró decidido a sentarse en una de esas cómodas butacas y descansar tranquilamente cerca del fuego hasta que Minerva llegara.
¡Que me parta un rallo si tengo que pasar una incomodidad más por culpa de las trastadas de James! Pensó malhumorado, dejándose caer en uno de los mullidos sofás.
Sólo entonces, cuando se estaba planteando llamar a un elfo doméstico para que le sirviera un té, recayó en la figura que descansaba tranquilamente en una gran butaca orejera que estaba justo de espaladas a la puerta encarando al cálido hogar.
- Buenas noches Potter – pronunció el otro mago con ese tono de voz lánguido, como si hiciera un gran esfuerzo al comunicarse con aquellos que no le eran dignos- Veo que no he sido el único en ser molestado en una noche de viernes.
¡Merlín, Morgana y Mordred! Un poco de piedad para un pobre auror, pensó Harry emitiendo un suspiro exasperado. ¡Malfoy! De todas las personas con las que me podía encontrar, tenía que ser Malfoy obviamente, estaba claro… Yo y mi mala suerte…
No era para menos, sentado justo ahora en diagonal a él estaba Draco Malfoy, a quien apenas había visto en la última década y a quien en la última semana había ya visto dos veces.
- Malfoy… -saludó en respuesta- Mira, sea lo que sea que haya hecho James, de verdad que no es nada personal. James es así con todo el mundo... En especial con aquellos que por algún motivo le entran por el ojo –murmuró entre diente-. No es un mal chico, sólo… Digamos que está muy despierto en algunos aspectos, diría que es un mujeriego pero…
- No hace distinciones, digámoslo así –respondió Malfoy arqueando una de sus elegantes, y seguramente depiladas, cejas, el tono sobrio abandonado por uno mucho más… ¿entretenido? Pensó Harry- O algo parecido he oído por parte de Etienne Zabini. Ya sabes, capitán del equipo de Quidditch de Ravenclaw.
Harry sólo gruñó y se tapo el rostro. Iba a matar a James. De verdad que lo iba a hacer, sería hijo suyo y lo querría mucho pero lo mataba. Recordaba que lo de las fotos de Quidditch había sido en especial con Ravenclaw, ¡pero nadie le habían dicho que el principal objetivo de James había sido el hijo de Blaise Zabini! Ohhh… No sólo iba a matarlo sino que antes lo iba a escuchar hasta que le dolieran los oídos.
Se quedó mirando a Malfoy sin saber bien que más decir, no al menos hasta que Minerva llegara y explicara que había pasado. Se sorprendió a él mismo ante el pensamiento de que había algo en Malfoy fuera de lugar… No terminaba de saber qué era pero algo en él le decía que Malfoy estaba diferente. Decidió observarlo con detenimiento, si había algo que Harry odiaba era quedarse con la duda de algo.
Malfoy llevaba un atuendo algo más informal que el domingo anterior. No iba vestido de riguroso negro para empezar, sino con un pantalón gris de tweed, camisa blanca y un suéter que estaba seguro que sería de algún tejido tremendamente caro, delicadísimo y snob, de esos que Giny siempre había tratado que él llevara. La mano que reposaba en uno de los brazos de la butaca mostraba una impecable manicura. El rostro perfectamente rasurado, no que Harry creyera que necesitara mucho afeitado…
Con un rubio como ese y una piel tan clarita seguro que no le sale apenas barba, pensó pasándose la mano por la mandíbula, notando la incipiente barba que sería eliminada al día siguiente en cuento pasara por el baño. Odiaba ser tan moreno de cabello. Un pelo negro como el suyo, tan rebelde, comportaba una barba con el odioso efecto de “sombra de las 5 de la tarde”.
Miró de nuevo a Malfoy, esta vez con los ojos entrecerrados… Era algo sobre el cabello… La última vez que lo había visto… ¡Oh!
- ¡Malfoy! ¿Qué le ha pasado a tu pelo? ¡Ya no estás medio calvo! –exclamó Harry sorprendido por no haberse dado cuenta antes de algo tan evidente, señalando una y otra vez hacia la cabeza de Malfoy.
-¡Oh por el amor de Circe, Potter! ¿Nunca te han dicho que es de mala educación señalar? –respondió en respuesta aludido, claramente molesto.
Harry se encogió de hombros.
-¿Qué puedo decir? No tuve unos padres devotos que me enseñaran ese tipo de cosas.-Respondió en una media sonrisa, hacía ya tiempo que había llegado a la conclusión de que ciertas cosas era mejor tomárselas con sentido del humor- Pero eso no tiene nada que ver con tu ir y venir de pelo.
Malfoy cruzó las piernas y apoyó la cabeza en uno de sus brazos, la mirada fija en fuego.
-Supongo que no vas a dejar de insistir hasta tener una respuesta, ¿verdad Potter? Siempre metiendo las narices donde no te importa.
- Venga Malfoy, reconoce que si en una semana me vieras primero medio calvo y luego normal, serías el primero en reírte de mí con esa ácida lengua tuya.
-¿Mi ácida lengua, Potter? No tenía ni idea de que mi lengua te perturbara tanto… - replicó Malfoy con una media sonrisa bailándole en los labios.
-¿Eh…? –Fue lo único que pudo decir Harry, totalmente perdido ante ese comentario-.
-Nada Potter, nada. Y para que lo sepas, la falta de pelo que sufría el domingo era absolutamente culpa de Pansy. Zorra despiadada… Sólo porque le robé uno de sus escoltas…
-Oh… -Harry no pensaba decir nada ante eso, cada matrimonio era un mundo, y él no era ciertamente nadie para decir nada.
-Tan elocuente como siempre, ¿no Potter? ¿O es acaso cosa del divorcio? –añadió Malfoy con una sonrisa algo sarcástica.
-¡Que te jodan, Malfoy! – Respondió Harry furioso- Mejor divorciado que no en una farsa de matrimonio como el tuyo.
-¿Farsa? Pansy y yo somos la pareja perfecta, buenos amigos desde niños, apenas hace falta que nos digamos las cosas, nos leemos perfectamente, tanto que es imposible que nos mintamos por más que lo intentemos. –Y mirando fijamente a Harry, añadió- Incluso tenemos el mismo gusto en hombres: a los dos nos gustan altos, morenos y con un toque autoritario, en especial en la cama…
Harry se quedó perplejo, sin saber que decir antes ese comentario. No es como si se hubiera planteado alguna vez la vida sexual del matrimonio Malfoy, ya fuera juntos o por separado. Su mente, lo quisiera él o no, empezó a visualizar ciertas imágenes, en espacial de Malfoy con otros hombres… Morenos, altos… ¿Con autoridad? Una parte recóndita de su cerebro, esa parte maliciosa que nunca sabemos con qué te puede salir, le recordó a Harry que él era jefe del Departamento de Aurores, sin contar con el propio Ministro de Magia no había nadie con más autoridad que él en El Reino Unido mágico… No al menos de forma individual.
¿Qué diablos? ¿Qué me importa a mí si a Malfoy le gustan los hombres de tal o cual manera? Pensó Harry sacudiendo la cabeza. Tosió un poco para aclarar su garganta, que curiosamente se había quedado seca de pronto.
De fondo escuchó a Malfoy reír, una risa diferente a las que tenía asociadas con Malfoy, no era sarcástica ni maliciosa, no realmente. Le sorprendió, de alguna manera oírlo reír como a una persona normal y corriente. Lo hacía parecer más humano, más real… Menos como el recuerdo del chico estúpido que lo acompañó en sus años de estudiante y más como las veces en las que lo había visto llorar o lo había sentido aterrorizado agarrándose de su cintura, tratando ambos de huir de una muerte segura.
Afortunadamente para Harry, ese fue el preciso momento en el que Minerva McGonnagall, directora de Hogwarts, entró de nuevo en su despacho.
-Caballeros. –saludó con una simple inclinación de cabeza. El rostro serio, surcado por arrugas marcando un rictus de preocupación y de molestia.
Tras ella, dos pequeñas figuras, ambas caminando juntas, las cabezas inclinadas para estar más cerca el uno del otro, murmurando conspiratoriamente. Una cubierta de una reluciente cabellera rubia algo despeinada, la otra con una especie de mata de pelo negro. Dos uniformes, ambos slytherin.
Draco Malfoy meneó la cabeza, que su hijo se juntara con un Potter claramente explicaba que lo hubieran llamado a esas horas de la noche.
Harry Potter por su parte se alzó sorprendido.
-¡Albus! ¿Qué… qué ha pasado? ¿Estás bien? –preguntó en un torrente de palabras que salieron atolondradamente de su boca.
-¡Silencio! –Exclamó Minerva-. En todos mis años de profesora y como directora en este colegio, no me había encontrado nunca con dos estudiantes de primero que intentaran entrar de noche, sin permiso, en el despacho de un profesor, para apropiarse de sustancias a las cuales claramente tienen el acceso prohibido. Me siento profundamente avergonzada por el comportamiento de estos dos jóvenes, totalmente irresponsables y que me hace plantearme que clase de educación han recibido hasta el momento- concluyó con una mirada acusadora, tanto a Harry como Malfoy-.
Harry no sabía que decir, de todos los escenarios posibles, no se le había pasado por la cabeza que Albus pudiera haber cometido alguna infracción. Y aunque parte de él deseaba poder culpar al hijo de Malfoy, sabía a la perfección que aunque reservado, Albus tenía en él un carácter que en ocasiones podía ser peor que James y Lily juntos.
- Scorpius Abrahaxas Malfoy, ¿no tienes nada que decir? –preguntó Malfoy clavándole una directa mirada a su hijo, éste como respuesta sólo inclinó la cabeza y miró al suelo.
- ¡No es lo que parece papá! –Exclamó Albus de pronto- No queríamos hacer nada malo, de verdad, sólo… ¡Au! ¡Cory no me pegues! No ves que no sirve de nada que nos callemos, no me mires así, sabes que es verdad –y arreándole como respuesta un pequeño golpe en el hombro, en pago por el codazo en el costado que acababa de recibir, continuó.
Malfoy miró a Harry con una ceja enarcada, claramente sorprendido también por el trato familiar con el que ambos niños parecían tratarse.
-Nosotros sólo queríamos ser escogidos para el equipo de Quidditch, ¡de verdad! No es nada malo querer estar en el equipo, ¿verdad? – y dos pares de ojos miraron a sus respectivos padres de forma implorante, diciendo claramente: es quidditch, tienes que entenderlo, tú habrías hecho lo mismo.
-James me dijo que no nos cogerían, que Slytherin ya tienes dos golpeadores, así que pensamos… ¡Au! ¡Cory, deja de darme codazos! –exclamó una vez más Albus Potter tocándose su castigado costado.
- Por Merlín, Al. Vas a conseguir que nos expulsen si continuas hablando –murmuró entre diente Scorpius Malfoy.
-Al contrario Sr. Malfoy, dense por expulsados a no ser que expliquen ahora mismo que pretendían tratando de colarse en el laboratorio del profesor Slughorn – intervino tranquilamente McGonnagall, sorbiendo su taza de Earl Grey.
Ambos jóvenes miraron a sus padres alarmados. ¡No los podían expulsar!
-¡No! Sólo queríamos los ingredientes para hacer Felix Felicis papá, de verdad –exclamó Albus agitado-. Tú me explicaste una vez que tomando Felix Felicis todo te salía bien, así que pensamos que si hacíamos un poco de poción, sólo para usarla los dos el día de las pruebas…
-Pero obviamente yo le dije a Al, que me parecía una soberana perdida de tiempo tomar prestados, que nosotros no robamos nada, que quede claro, los ingredientes, cuando podíamos directamente tomar prestado (¿nota directora el énfasis en la palabra prestado? –añadió Scorpius, haciendo que Albus se atragantara de la risa, y McGonnagall murmurara entre dientes algo sobre “jóvenes insolentes”- un poco de la poción que el profesor Slughorn ya tiene preparada, y de la que tanto se vanagloria de saber preparar en grandes cantidades.
-Eso, eso –continuó Albus-. Si tiene tanta, no es como si la fuera a echar de menos, ¿no? Y tampoco la puede tomar él toda, no es bueno.
-Para nada –siguió Scorpius, captando claramente por donde iba su amigo-, hay numerosos estudios que demuestran que el uso continuo y prolongado de Felix Felicis es perjudicial para la salud. Realmente le estábamos haciendo un favor…
-Por supuesto- añadió Albus asintiendo profundamente con la cabeza-.
-Sin lugar a dudas- concluyó Scorpius mirando a la directora con la más angelical de las sonrisas.
Malfoy elevó ambas cejas, perfectamente perfiladas, y una media sonrisa apareció en su rostro, claramente la situación le parecía divertida.
Harry se comportó con menos protocolo. Simplemente se echó a reír. Digamos que la absurdidad de toda la situación en general se le merecía.
-¡Harry! –Exclamó Minerva indignada- No es momento para ponerse a reír. Lo que han hecho ambos niños es inexcusable.
-Minerva por favor, no digo que esté bien lo que han hecho, pero te aseguro que cosas peores hicieron George y Fred en su tiempo. –replicó Harry una vez se le calmó la risa.
-O tú y tus inseparables Weasley y Granger, perdón, quería decir Weasley y Weasley – apuntilló Malfoy.
Scorpius soltó una risita, Albus se mordió el labio sin saber que decir, y Harry empezó a protestarle a Malfoy que no mezclara una cosa con otra.
-¡Silencio todos! –Gritó McGonnagall- Siento el principio de una jaqueca… ¡Todo por vuestra culpa! Incluidos vosotros dos, que vergüenza, hombres hechos y derechos y aún discutiendo como niños.
-Minerva, yo… -trató de justificarse Harry.
-¡No te atrevas a interrumpirme, Harry James Potter!-exclamó la bruja, con toda la autoridad que los años le habían hecho alcanzar- Vosotros dos, -dijo mirando a Scorpius y Albus- os vais derechos a vuestro dormitorio, y mañana ya hablaremos con el profesor Slughorn sobre vuestro más que merecido castigo. No os pienso expulsar, no. No os haría ningún bien que os devolviera con vuestras familias, ya que parece que al menos vuestros respectivos padres son incapaces de entender el concepto de buena educación y respeto por las normas.
-Con todos los respetos, directora, pero no creo que… -interpuso Malfoy, con un gesto indignado ante el comentario de McGonnagall.
-No me interrumpa Sr. Malfoy. Os lo digo a los dos, tenéis suerte de que ya no seáis estudiantes de este colegio, porque me avergüenza ver la poca importancia que le dais a los actos de estos dos jóvenes, y pensad que ambos fuisteis alumnos míos… Por lo que a mi me concierne podéis seguir siendo unos niños maleducados el resto de vuestras vidas, pero dejad al menos que tratemos de inculcar algo de sentido común en estos dos jóvenes.
Tras lo cual, se levantó prontamente e indicándoles a ambos jóvenes que la siguieran se dirigió hacia la puerta.
-Buenas noches caballeros, espero que piensen seriamente en lo sucedido. Pueden marcharse cuando lo deseen, no creo que haga falta que les muestre la cortesía de que los acompañe yo o algún otro miembro del colegio.
Albus y Scorpius siguieron a la directora, lanzándoles sonrisas a sus padres de espaldas a la bruja, elevando sus pulgares en señal de que todo estaba bien.
- Supongo que en parte tiene razón… -dijo Malfoy una vez que se hubieron quedado solos de nuevo- Más que nada porque lo que más me molesta de todo esto es que hayan pillado a Scorpius… Si como mínimo no los hubieran cogido…
Harry se encogió de hombros. En su cabeza no paraba una y otra vez de ver de nuevo el brillo en los ojos de Albus. Se los veía tan vivaces, llenos de de ganas de hacer mil y una travesuras… Obviamente, por razones que escapaban a su entendimiento, Albus había encontrado en el hijo de Malfoy a su mejor amigo. Y lo peor de todo es que tenía la sensación de que juntos iban a ser peor que James.
- Creo que a partir de ahora nos vamos a ver mucho –finalmente dijo Harry-. Tal y como se los veía a estos dos, me da a la sensación que Minerva nos va a estar llamando cada dos por tres.
Malfoy se levantó de su asiento, y estiro los brazos por detrás de la espalda, haciendo que la camisa y suéter que vestía se elevaran ligeramente dejando ver parte de su estómago.
Harry tragó con fuerza. Aún algo perturbado por las imágenes que su mente había conjurado anteriormente sobre Malfoy y hombres altos, morenos y en posiciones de autoridad.
Posiciones de autoridad… ehem… Harry se golpeó mentalmente por meter a su cabeza en “esa” dirección.
-¿Potter? –Harry alzó el rostro y se encontró con Malfoy mirándolo detenidamente. -¿Vamos hacia la salida? Una tontería que vayamos por separado, no es como si no pudiéramos comportarnos como adultos, contrariamente a lo que piensa nuestra querida directora.
-Por supuesto –respondió Harry, levantándose de golpe y riendo amigablemente. Claramente Malfoy cuando quería no era un capullo.
Ambos magos salieron del castillo en silencio, perdidos en sus propios pensamientos, caminando uno junto al otro, lado a lado, exactamente igual que sus hijos unos minutos antes, pero sin la complicidad entre ellos.
Cerca ya de las puertas de los terrenos del colegio, Malfoy se detuvo, la mirada inquieta, castigando su labio inferior. Harry se detuvo a los pocos pasos y se giró mirándolo interrogante.
-Por lo que sea que pueda servir, sólo… Quería decir que lo siento, por lo de Ginevra y tú –explicó nervioso-. Sé que no te importa mi opinión, pero… A pesar de lo que yo pudiera pensar, durante años distéis la imagen de la familia ideal. Siento que ese sueño se haya deshecho.
-No, no sé que decir… Gracias, supongo- contestó Harry-. Siento por mi parte haber criticado tu matrimonio, soy el menos indicado para hacer ese tipo de comentario.
-No te preocupes Potter, en parte es cierto, ¿no? Pansy y yo estamos juntos de cara a la galería, por lo demás… Ella es sólo mi mejor amiga, a la que quiero como a tal, ni más ni menos. Con la que discuto sobre hombres: altos y morenos, poderosos…
-Eh… -Harry se encontraba de nuevo sin saber que decir. Por alguna extraña razón, cada vez que Malfoy empezaba con el tema de su gusto en hombres, una parte de Harry se agitaba nerviosa.
-Tranquilo Potter- contestó Malfoy retomando el camino-, no muerdo, ¿sabes? –Y pasando justo junto a Harry añadió- A no ser que me lo pidan…
-¡Malfoy! Corta ya toda esta tontería, ¿Qué demonios quieres decir con eso? –imprecó finalmente Harry, cansado ya de no saber como comportarse ante ese tipo de comentarios, reanudando él también el paso.
- Nada Potter, no te exaltes. Sólo trataba de ser amable- la última palabra pronunciada como una caricia-. Al fin y al cabo, me da la sensación de que a partir de ahora nos vamos a ver mucho.
-¿¡Cómo!?
-Los niños Potter…
Harry sólo gruñó en respuesta, y maldijo internamente el día que se le ocurrió decirle a Albus que no importaba si iba a parar a Slytherin o no. No que tuviera algo en contra de dicha casa, que también, sino por los dolores de cabeza que Malfoy le iba a provocar con esos comentarios suyos. Lo veía, claramente, un futuro en el que semana sí semana no Malfoy y él terminarían en el despacho de Minerva, y él tendría que aguantar esos incómodos comentarios.
Finalmente llegaron a la salida. Harry se disponía ya a desaparecerse hacia su casa, para ahora sí, por fin descansar. Cuando observó una mano que le era extendida. Malfoy le extendía la mano, una sonrisa en el rostro y la mirada cauta.
La aceptó con reticencia, era lo menos que podía hacer para no parecer un grosero.
-Ha sido un placer Potter –susurró Malfoy al tiempo que deslizaba su mano suavemente de la suya, dejando a ambas libres, y con la varita en la mano, listo para desaparecerse, añadió.- Recuerda Potter, morenos, altos, poderosos…
¡Crack!
En un abrir y cerrar de ojos Malfoy había desaparecido, dejando a Harry con la boca abierta.
-¿¡Pero qué…!?-no pudo ni terminar la frase, su mente lo pilló de nuevo in fraganti imaginando todo tipo de cosas… Simplemente gruñó exasperado y se desapareció directamente a su habitación.
Dejándose caer en la cama, cansado. Justo antes de que el sueño lo venciera, el último pensamiento que tuvo fue: ¿Soy sólo yo, o Draco Malfoy ha estado realmente flirteando conmigo? Y recordando lo que solía decirle Albus Dumbledore: “Caminemos hacia afuera en la noche, y persigamos esa inconstante seductora, la aventura”, se durmió con una sonrisa.
FIN
PD: La nota cita de Albus, es toda obra de JK Rowling, libro sexto Harry Potter and the Half Blood Prince…
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